martes, 15 de marzo de 2011

Un psicólogo, se busca (en dos entregas)

Ahora, con los anteojos multifocales recién estrenados, montados convenientemente, y ayudándose con el índice derecho, Silvia repasa con meticulosidad, el listado de profesionales, direcciones y teléfonos.
Javilowski
Almeira
Stabulián
Bebilacqua
Juárez Molina
...
-Eso es fácil, porque son muchos, y tantos, que si levantás una baldosa, salen como tijeretas al final del verano -deduce-El problema es que atiendan por la obra social, aunque, últimamente y por períodos, la atención está cortada. Hoy sí atienden, porque han pagado al Colegio Médico, luego de recibir la ruidosa visita de bombos y bombas de estruendo, de los diferentes sindicatos.
-Tengo que retirar la renovación del carnet -recuerda, contrariada.
-Pase por "Afiliaciones" -le indica la empleada, inmutable en su agrui ristri de burócrata omnipresente.
Mientras tanto, en la cola (porque siempre hay que ponerse en fila para cualquier trámite), la pierna comienza a llamar su atención con leves palpitaciones en el gemelo derecho.
-¡Pará, Silvia! -parece señalar la mole de mármol caliente, que aprendió a "hablar en lengua", como los pentecostales en trance, luego del obligado bautismo, aunque tan ansiado.

De la lista no es posible deducir a qué corriente adhiere cada uno, qué dogma sigue, si es psicoanálisis freudiano, o terapia lacaniana, u otra más actual aún.
Piensa ella que, si tanto analiza para optar por uno, entre tantos, deberá tomar un criterio adecuado. O cerrar
los ojos y, donde caiga el dedo, ése será el afortunado, o el desgraciado, según desde el ángulo en que se lo mire.
-Tendré que hacer mi propia terapia, un auto-análisis a través de la escritura subconsciente, o buscarle un significado a los sueños recurrentes -pesadillas que últimamente la perturban y no le permiten un descanso completo.
-O quizás, sea uno que te guía en los relatos y te aconseja según sus propias deducciones, como si una fuera un block de papel cuadriculado, del que no es posible salirse, ni en una recta horizontal, ni vertical. Diagonal, ni pensarlo!, como la escritura en letra inglesa, o redondilla, con que me torturaban en el Comercial -reflexiona- Una receta ajena que nada tiene que ver con una. ¡Qué difícil!
-Mejor, me dedico a conseguir una beca permanente con un psiquiatra. Digo beca, porque sin obra social, estos tipos te asaltan en cada sesión y... "Poniéndose estaba la ganza"... te recetan tranquilizantes y tapan el conflicto, hasta que volvés a acudir a ellos, implorando un aumento de las dosis -sigue razonando y las emociones parecen haberse bloqueado, ya.

Gloria, su amiga de la infancia, luego de un matrimonio de esos, llanos, sin altibajos, monocordes, pero seguros, y después de parir cuatro hijos, terminó internada en un instituto psiquiátrico, donde le dispusieron una cura de sueño para develar la génesis de sus desequilibreios. No se diagnosticó el mal en aquella ocasión, pero sí, descubrieron que la raíz de una fuerte conmoción fue el hecho de que no le hubieran organizado la fiesta de los 15 años, como a su hermana mayor, a quien envidiaba y admiraba. Había fallecido hacía poco, antes del cumpleaños, su abuelo Ernesto.
-No quiero descender a semejantes abismos -se encapricha en voz alta y hasta patalea, sin que "se le salte el coágulo". La señora que la precede en la cola, la regaña con fiera mirada.

-¿Qué problema tendré yo, que me encuentro tan alterada? como cuando aprieto el acelerador para pasar antes de que el semáforo se ponga en rojo. -se pregunta.
-Me gusta también volar, pelos al viento, y pasar en la ruta a coches y camiones, aún en doble raya amarilla, o en curvas, mientras los que van quedando atrás me hacen señas obscenas, o te rompen los tímpanos a bocinazos los que vienen de frente -recuerda escenas similares.
-Es agradable y gratificante, con ojos desorbitados, salir airosa de esas proezas automovilísticas. Digo airosa, porque los pelos te quedan parados como con fijador y quedás peinada como los punks o los darks. Allá veo uno, ¿a qué tribu urbana pertenecerá? ¡Cómo desentona el chico en esta fila de veteranos sufrientes -rié con los ojos y se tapa la boca con disimulo - éste es un "emo".
La cola no avanza o está ralentada ahora, porque la empleada salió como una estampida.
-Seguramente va al baño -piensa -o a hacer una llamadita, o a tomarse un cafecito, o a fumarse un cigarrito...
-No quedarse mirando el horizonte, sin decidirse a ver qué hay del otro lado, más aún si hay una loma, o una pared, es reconfortante para saciar la curiosidad -reflexiona- Me atrae cual imán, saltar, trepar y ver... y guardar el panorama en la retina, no en la cámara de fotos, ni en el celular.
-Los hipotensos evaden los conflictos, se desmayan para no arriesgarse hasta los límites. "Sangre de horchata" -ahora lee el listado de los cardiólogos, expuesto convenientemente junto a la ventana.
 Y sigue inmersa en sus reflexiones, ajena a los comentarios de los pacientes afiliados de la cola.
-¡61! -llaman desde la ventanilla.
-Y hacer, en constante dinamismo. ¿Hacer qué? Mientras voy concluyendo una tarea que me impuse, o que mis obligaciones me dictan, ya estoy pensando en la próxima actividad ¿leer, amasar un pan, escuchar música, cortar el pasto, regar el jardín, ver una película, hacer un postre? Porque la cuestión es no perder tiempo. ¿No?
-Y los hipertensos tampoco resuelven sus conflictos, en el derroche de actividades, y en el imaginar acción, gastan su tiempo aturdiéndose, negándose a abordar los problemas. Tendré que tomarme la presión, o hacerme estudios con la supervisión de un cardiólogo -sigue dudando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me gustaría conocer sus opiniones, percepciones y comentarios de las páginas de mi blog.