lunes, 17 de octubre de 2022

PAROXISMO

 

 

Como una carcajada sarcástica, el mar sacude las barcas para humillarlas en su pequeñez, entre  flujo y reflujo de ansiedad, en el vértigo de las marejadas sin tiempo y el alboroto de las aves que huyen en escándalo de alas y chillidos.

Movimiento violento de la entraña hirviente y desenfrenada. Remolino de despojos fugitivos de tablas, de peces ahogados, de matas y de algas, brincando y sumergiéndose en el tumulto oscuro, sin retroceso. Es como si el mar hubiera vomitado en su paroxismo final.

En la playa, entre los restos flotantes, las barcas embican, unas tras otras. También yo.

En un instante

 Por arrebatos de pasión

nace un hijo no deseado

Por un impulso asesino, 

lo abandonan.

Por voracidad y ambiciones egoístas,

el milagro de la vida se parece a la culpa.

Por estropear la belleza,

se pisotea la dignidad.

Por abandonar las quimeras,

la brillantez se torna opaca.

En un instante,

el vivir se trastoca en el morir. 

Sólo un desierto

 

 

 

-¿Me ayudas a interpretar los sueños? -Como un pedido de auxilio, su mirada perturbada de abotargado silencio, me indicaba que mientras dormía, hubo señales.

Se había despertado por fuertes golpes que suponía provenían de llamados en la puerta, pero eran martillazos que daba el vecino en la obra en construcción.

-Conviene que enumeres las imágenes que se sucedieron, porque rápidamente se van borrando de la mente. Lo que es cierto, es que los sueños expresan deseos inconclusos.

La trenza congelada de Lucía, que asomaba debajo del casco de esquiadora. Padre y esposo departen amablemente en un ambiente que podría ser el inframundo; las llamas no los tocan cuando el potente chorro de agua de los bomberos, lava el odio que se tenían. Alicia, una parienta que vive muy lejos, repentinamente aparece y conversa con mamá, que nunca vio y ya no está, mientras preparan la comida. Las manecillas del reloj descuajeringado giran “a lo loco” al darle cuerda. A contrarreloj, me apuro para asistir a la reunión a la que me había comprometido, pero ¿cómo iré, si no encuentro ni los zapatos, ni la dentadura? El cordón de una bota está atado al fino tacón del stiletto rojo; de un cierre roto asoma la pantufla despeluchada; el sueco verde arratonado se quiere emparejar con la ojota que había perdido en la Isla de Barú. No se ve la mesa del comedor, pero hay que comer. Mamá sirve la cena haciendo lugar entre los zapatos acumulados sin armonía y ¡ahí está la dentadura postiza que buscaba! Así termina la vida… y comienza el sobrevivir, escrito como graffitti en la pared ciega y blanca.

Había apagado el celular para dormir sin interrupciones y ahora lee la respuesta virtual de la gobernadora a una docente amiga, que prefiere ir al loquero, antes de seguir humillándose en la escuela de hoy.  -¿Qué tiene en la cabeza la tipa que iza la bandera mapuche en una Universidad del Sur? -la llamada termina de volverla a la vigilia.

Finalmente encuentra el mensaje del Gran Jefe Seattle (1855), publicado por una fundación que defiende el medioambiente. El aire es algo precioso, porque todos comparten el mismo aliento, el animal, el árbol, el hombre… La savia que circula en los árboles porta la memoria del hombre… La tierra no pertenece al hombre. El hombre pertenece a la tierra… Los ríos son nuestros hermanos… llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos…darles un trato bondadoso como el que le darías a cualquier hermano… Trata a la Madre Tierra, y a su hermano, el cielo, de la misma forma… Un insaciable apetito voraz devorará la tierra y dejará tras sí, sólo un desierto.

-Mejor dejemos a los lectores que interpreten… - Y la veo partir con decisión y esmero para dar la conferencia. De sus labios rojos asoma una sonrisa blanquísima (había encontrado el artificio). Un rodete, como al descuido, anuda sus cabellos canos. El trajecito marrón de falda tubo y tacones al tono, le dan elegancia y convicción, como plus. Lleva en el maletín la ponencia que leerá en el Paraninfo de la Universidad.

El valle del amor y el ojo turco

 

 

Recorremos el Monasterio de Gümusler, construido como defensa por los ataques de los persas e hititas, que querían asesinarlos por ser cristianos. Hasta cuatro pisos subterráneos excavados en la roca de piedra toba, calcárea y blanda para su manipulación. Hay cuartos para monjes, sarcófagos, depósitos para agua y alimentos para hombres y animales, con increíbles frescos bizantinos. Pienso nuevamente en la historia de la humanidad, siempre sangrienta en las luchas, y siempre la presencia de los contextos de fe.

Son producto de formaciones volcánicas que comenzaron en el período terciario. En Anatolia, especialmente en Capadocia, hay restos de ciudades subterráneas, donde entre túneles y catacumbas, se albergaban más de treinta mil personas. Capadocia significa “lugar donde los caballos cabalgan”; los persas asolaban la región con sus caballos salvajes y los habitantes permanecían a salvo en las profundidades.

Me acuerdo del Monte Ararat y del lugar donde encalló el Arca de Noé. Una silueta en forma de barco, fortalece esa creencia y vuelvo a relacionarlo con la leyenda. En Estambul, en la Columna de Constantino, entre otros objetos, se halla el hacha con que se construyó la embarcación.

Miles de cuevas excavadas en la roca sirvieron de habitación en 1863. Hoy son refugio de palomas. ¿Palomas o halcones? Dos detalles curiosos: el guía turco que nos acompaña se llama Sahim, que significa halcón. En la actualidad, y para favorecer la industria del turismo, se transformaron algunas cuevas en hoteles de lujo o restaurantes de alta gama. Pude observar así, una de las políticas de gestión en Turquía, más allá de la explotación de ruinas milenarias. Aún siguen las excavaciones. ¿Qué tesoros arqueológicos se hallarán?

Ahora, el valle del amor, que ustedes deducirán las razones de su nombre. En un museo al aire libre se dejan ver formaciones geológicas que emergieron luego de las erupciones volcánicas, trabajados por el viento, la lluvia y la nieve. Conos erectos apuntan al cielo, con base de piedra caliza y “capucha” de basalto, prometen amor eterno y felices noches de sexo para los recién casados. Otra vez la duda, ¿y si me caso? ¿Qué deparará el destino?

Los árboles, viejas encinas que rodean esos símbolos tienen colgados innumerables ojos turcos, los llamados nazar, abalorios con forma de gota de agua plana donde se encuentra el ojo turco, al que le atribuyen propiedades protectoras contra la envidia, la mala racha y el mal de ojo.

Aunque no es noche de luna llena, por las dudas, porto el talismán que aleja todas las energías negativas. “Que las hay, las hay”.