miércoles, 17 de marzo de 2021

Malitas.com

 

 

Tarareo “En mi cabeza, en mi cabeza, va dando vueltas…”

-Miren la foto que me recuerda el “face”, de cuando estuvimos becadas en Washington. ¡Qué jóvenes éramos!

-Atención, salida de camiones y camionas (dice el cartel en Resistencia)

-Ya no me miro en el espejo… antes sabía exactamente las razones de esas arrugas en el entrecejo, en el rictus, alrededor de los ojos… además, ni me veo ya!

-A¡ reírse, a sumar más patas de gallo!

-Uso una base con células madre, ¡pero es muy cara!

-Yo soy muy económica: mezclo una cucharadita de polenta en una crema berreta. Y me queda bárbaro.

-O hacete una máscara de pepinos para limpieza de cutis.

-El aceite de rosa mosqueta es ideal…

-Extraño los viajes… en Youtube veo los viajes en tren por Europa. Es muy relajante. Después duermo como un tronco.

-Tuve una pesadilla con la vice-presidenta y ahora estoy angustiada.

-¿Cómo se llama esa mina, tan graciosa que vemos por Youtube? No me acuerdo.

-Chicas, firmen y difundan.

-Yo no me meto más con eso. Son todos hackers.

-Las noticias en la tele me envenenan. Vacuna gate. ¡Y las vacunas no llegan!

-En la veterinaria atiendo burros. Les enseño a los chicos cómo se maneja un libro.

-Ahí les mandé unos acertijos para ejercitar la mente. A ver, ¿cuántos animales encuentran?

-Mi hijo, que es un profesional, no consigue trabajo y está pensando irse!

-Me tienen harta con los mensajes por el día de la mujer…

-Te traigo a los chicos, así te entretenés un poco. Eso me dice mi yerno.

-Les paso la receta de pancitos con leche en polvo, sin harina.

-¿No engordan?

-Hoy no salgo en la video llamada, porque se me rompió la prótesis. ¿Me recomiendan un técnico dental, que sea bueno?

-Chicas, pensemos en nosotras ahora, y nada más. Bastante ya nos hemos dedicado a los otros en las escuelas y en la familia.

-No significa ser egoístas. No sé si les pasa, pero tengo una fiaca… Hace tres horas que estoy tirada en el sillón y no me decido a salir a caminar. Hace “un lorca…” No salgas, vieja, que te vas a asolear”, me dice mi marido.

-Acá, en Tierra del Fuego hace un calor increíble para la época.

-Pensemos en hoy, el pasado ya lo vivimos, y del futuro, no se sabe…

-Namasté. Lo aprendí cuando caminé los senderos de Katmandú. Hay que abrir las puertas al espíritu.

-¡Tengo tantos proyectos! Patchwork, examen de francés¡Malitas.com me divierte tanto!

-Yo estudio italiano por zoom.

-¡Ay, chicas, las dejo un rato solas y ya arman el geriátrico sex vip!

-Pur Dior, aunque puede ser Lancome…

-Estoy campamenteando con todo el mujeraje de la familia. Fuimos remando en tres kayacs hasta la isla de enfrente. Esta noche veremos la luna llena.

-Tan romántica, ella… yo prefiero verla con mi amigovio, pero no está…

-Te recomiendo ver el video “Cómo liberar relaciones tóxicas”.

-En mi caso, desde que quedé viuda, tuve varios “festejantes”, pero están todos “chacabucos”, o se fueron muriendo ya.

-Yo encontré una estrategia: me voy a tomar un cafecito a la peatonal, y cuando veo que va llegando un señor mayor, que esté “potable”, abro mi cartera de cuero negro (que me había regalado mi marido hace como veinte años), saco el espejito y hago como que me pinto los labios, con ese labial que ya no pinta… y ¡Zas!, ¿Puedo sentarme aquí? Ja, ja!!!

-No. Ud. señora, no. Eso me había dicho el placero cuando me hamacaba con los niños. Desde la pandemia ya no está más, así que las dejo por ahora. ¡Pelos al viento, y a soñar!

Estas amigas mías están tan loquitas…

¿Histeriqueando?

 

 

Me gustaban todos, rubios o morenos, flacos o gorditos, simpáticos o aburridos, los “gronchos” o los “nerds”…desde chiquita. Si escribiera todas las iniciales que transcurrieron a lo largo de mi búsqueda, sería de la A a la Z. Nunca me decidía. Había aprendido tempranamente a “histeriquear”.

El que hacía todos los goles en el potrero de enfrente y yo, para verlo, barría frenéticamente la vereda de casa, hasta cuando no había hojas caídas, ni tierra.

El gordito nadador, que me provocaba escribir en el fondo de la pileta con verdín, un “te amo”, mientras entrenábamos para la competencia.

El que me dio el primer beso en el pic-nic de la primavera en el bosque de eucaliptus… el olor era tan penetrante que me subyugaba.

El rubio suizo que me aturdía con la batería a la vuelta de mi casa, y luego me seducía con un blues y su saxo melancólico. Alguna vez lo elegí, pero sólo porque me tiraba avioncitos en el aula con los resultados de la prueba de Matemática.

El vecino que me invitó a bailar cuando volvió al pueblo enfundado en su traje de militar. Por cuestiones ideológicas, me alejé.

El otro, de cuerpo atlético, que me hacía perder la cabeza y revolear los ojos cuando me miraba como desnudándome y que luego disimulaba cuando mi hermano, el “guardabosque”, lo observaba con el ceño fruncido.

Ese flaco tornero con su mameluco engrasado, que de azul pasaba a ser gris arratonado, me piropeaba cuando pasaba frente al taller. Y yo volvía a pasar.

El motoquero que arrasaba todos los caminos y que también arrasaba a todas las chicas, sus fans.

Otro, yo sé que me quería, pero su timidez no lo dejaba arrimarse, y yo tampoco ¿o tendría que haberme lanzado yo?

El fotógrafo que sabía captar tantas imágenes sorprendentes, eran una obra de arte. No accedí a posar como modelo, porque estaba gordita.

Ese negrito esmirriado tan simpático que me divertía tanto con sus salidas improvisadas y sus caricaturas con tanta ternura… O las notas periodísticas que publicaba en el diario local. Pero era ¡tan pobre!!

El sociólogo que admiraba en silencio mientras daba sus exposiciones académicas y que con los ojos me decía tantas cosas…

El escritor que me quería como ángel de la guarda solamente, porque sufría una grave enfermedad. Y yo no soy doctora. No quería ser sólo eso.

El cinéfilo que me llevaba al cine club, y que nos colábamos por una puerta lateral para participar luego de los debates.

El estudiante de Ingeniería que me escribía poemas en la servilleta del café… ¿Qué habrá sido de él?

¡Ay mamita, tenías razón. “Parece un hombre bueno, pero es muy mayor”. Me escribía cartas jocosas pero con gran ternura para salvar la distancia y el tiempo. Pintaba cuadros abstractos que analizábamos, cuando nos encontrábamos, y no siempre coincidíamos en la interpretación. Yo quería a alguien que me proteja, una especie de papá, porque estaba muy vulnerable.

Siempre estuve meditando en el muelle de San Blas. Siempre estuve esperando al soldado que vuelva de la guerra (me acuerdo de la canción que mi abuela me cantaba “Estaba la Catalina sentada bajo un laurel…”) Siempre miraba pasar el tren que nunca se detenía para que descienda el amor que esperaba.

Para que en el pueblo no digan que estaba quedando solterona, acepté al señor mayor, aunque no me casé.

Ustedes chicas podrán sentirse identificadas y seguramente pensarán en el verbo “histeriquear”¿ No es cierto?