domingo, 24 de julio de 2022

SIN ALUSIONES PERSONALES

 

 

Tal vez imaginas un pozo tétrico y hondo de aguas negras, de ladrillos resbalosos, con musgo palpitante. Es un lugar que te oprime las costillas y te sofoca la garganta. El grito no sale, porque ya es un hábito obsoleto y anacrónico; ya nadie escucha, ni osa intentar un pedido de ayuda. De tanto sufrir el ahogo te empuja a los rincones más oscuros del hospicio, donde ahora habitas con la mirada absorta y retienes y tragas toda la arena del desierto, hasta el  último gramo.

O quizás seas aquel juez que conocí, quien de niño se escondía en el sótano, o en el hueco de la escalera para sacarse los mocos, sin que lo vean. Y se sumía en el más ominoso silencio de humedad y del llanto de ausencias, mientras la carcoma devoraba la madera con fruición y avaricia.

No tienes nombre. Puedes ser hombre, mujer, niño o anciano, y puedes ser cualquiera de nosotros, acaso yo misma.

Por enésima vez soñaste con la persistencia de lo recurrente; esta vez las interrupciones, los vaivenes y las imágenes aumentaban su volumen y te sentías ¡tan pequeño!, como si un monstruo gigante estuviera por aplastarte.

Veías al minero. ÉL no subió a la superficie, como todos los días, esa atmósfera reseca, caliza  y salobre. Era el último turno para acabar la jornada. Aunque el sudor y el cansancio ya lo cegaban, él seguía paciente con el fárrago de su piqueta y su martillo, para extraer de las entrañas de la tierra, esa veta de cristales de roca que fulguraba entre los socavones.

Se detuvo para desentumecer los músculos y para secarse la cara y el cuello. Fue en ese momento, cuando escuchó el estruendo allá arriba. No tuvo tiempo de colocarse bajo el soportal de la galería. Todo fue polvareda y piedras derrumbadas, hasta tapar la salida.

Entonces, la dimensión de tu sueño y el ruidazal se agigantó, como para que tu memoria fije estas imágenes y así puedas recuperarlas cuando despiertes.

PAVOR

 

Entre el fango y la hediondez se estanca. El humo negro es tan negro como sus lágrimas. Huye y tirita en la impaciencia fría de la oscuridad.

El encierro oculta todas sus vergüenzas.

¿CICLOTÍMICA?

 

 

Como en un circo, camino a cortos pasos tomando la vara del equilibrista. Me detengo. Respiro, suspiro, me inclino y no quiero mirar hacia abajo. Una contorsión y así, no hay tiempo para evaluar dudas, certezas ni contradicciones… Me zambullo hacia el abismo insondable y…  con un brazo me sostengo y cuelgo. Abjuro de la poesía, de las luciérnagas, de los alguaciles y de las libélulas, y regreso al sitio seguro de la cuerda. Sonrío. El público aplaude.

OJOS VERDES

 

 

Ojos verdes como la albahaca. Miro esos ojos y me sumerjo entre los plantíos de albahaca, huelo, a bocanadas el refrescante y botánico olor de mi amado.

Como la albahaca él es piel salina y es sabroso, suave al tacto, macizo cuerpo de untuosos músculos. Me dejo llevar. Mi mano se desliza por toda su anatomía fuerte. Nos embriagamos con el excitante aroma a albahaca y ahora es áspero sabor de sus labios sedosos, hasta que los cuerpos quedan exhaustos de amor y reposan.

Los amantes que yacen en silencio. El verde de sus ojos está tornándose azul intenso cuando la noche los cubre.

TERAPIAS

 

 

-Usted debe darme el alta ya, doctora.

Pienso, luego insisto. Si bien hay todavía resabios de insensatez y una pizca de obsesión, me siento bien. Ya aprendí estrategias para no sufrir. Escribo. Compenso.

¡No más terapias!

REINCIDENCIA CERO

 

El niño es sincero. No dudemos. La cámara Gesel no miente.  Sus lágrimas y su cuerpo avergonzado lo gritan. Pienso, luego insisto.

El muy hijo de puta lo destrozó.

Ley de reincidencia cero y condena  infinita.

lunes, 18 de julio de 2022

NADA

 

 

Nada. Nadería. Nadalogía.

Compilado de nadismos.

Nada inmóvil. Me anonado.

Bruma sideral turbia y silencio.

Entropía de la nada.

Analgesia. Nada insípida.

Piel, caparazón y morfología de nada.

Manifiesto de la nada y las fruslerías.

De improviso,

La chapa opaca del cielo se estremece.

Un resplandor destella por un instante.

Estampidos ensordecen y yo, en un arrebato

me impulso y salgo de la quietud.

Oscilo en el péndulo de una rama.

Regusto amargo en las papilas.

Sudor frío en la frente que empapa la almohada.

Me incorporo y todavía me veo

sahumando de azufre todo el entorno.

EL CORAJE DE VIVIR

 

 

Por las rendijas de una casucha ruin penetra el frío de la noche.

Han cortado la luz por falta de pago y ya no puede ver la vida que pasa en el monitor.

Por la calle corren el policía y el ladrón.

Por la ruta, las sirenas aturden. ¿Será un accidente? ¿Una ambulancia? ¿Los bomberos?

Se hace el silencio. En la penumbra se oye el sollozo apagado del niño al que le chiflan las tripas. Al lado, el jadeo de los amantes.

Se cubre con la cobija corta y tirita.

Ahora, el viento sopla con más intensidad. La luna sigue escondida tras una nube oscura.

REMINISCENCIAS

 

 

Un estremecimiento leve le dio el aviso. Su mano derecha comenzaba a entumecerse; quiso mirarla, pero la penumbra de la habitación silenciosa o la bruma de sus ojos secos no la dejaron. La otra mano mantenía su ritmo vital, entonces palpó el dorso y comprobó el grosor de las venas; supo que eran azules y  que el fluir se hacía cada vez más tortuoso.

No supo qué hora era, aunque el runrun exterior le indicaba que era de mañana; en el hogar comenzaba la rutina de cada día.

Visión nublada y sonidos perturbados. Una mano cálida y la otra gélida. Su boca era un páramo de areniscas que no recibían el alivio de tan solo una gota y su lengua, un artefacto inútil que no lograba distinguir otros sabores más que el de la saliva espesa. Un perfume añejo de alcanfor impregnaba todo el ambiente, camuflando otros posibles aromas.

Entonces, quieta en su recinto, sólo su mente estuvo vivaz y las reminiscencias comenzaron a aflorar.

Las yemas de sus dedos curiosos ya estaban recorriendo la pelambre de un pecho fuerte y una espalda vigorosa. Un sabor acre le despertó las papilas y mientras palpaba las cejas tupidas, adivinaba esos ojos negros sonrientes, que tanto la enamoraban.

Después, toda su piel se arrebujaba sobre un vientre abultado y lampiño y se dejaba mecer en los muelles brazos protectores, mientras un aroma de almizcle penetraba en sus narinas.

Más tarde, o antes, quizás, fue la música de un corazón jovial la que despertó todos sus sentidos y el silencio se hizo melodía en sus carnes agrietadas. Un arpa gimió arpegios de un solo acorde, un violín desgranó dulces gotas de emoción, un vibrante teclado le dio la cadencia y el ritmo sincopado a su remozado latir. Un trombo-trombón anunció la tormenta y el final.

-Es hora de su medicación. –escuchó cuando de improviso la puerta se abrió.

La calma siguiente auguró el postrer vuelo de una mariposa saliendo por la ventana, sin temor de que sus alas se impregnen del rocío de un amanecer tornasol.

HIBERNANDO

 

Anduvo por los senderos en busca del horizonte, por los caminos polvorientos, por veredas de cemento y brillo. Recorrió las superficies de banal inconsistencia.

Decidió hibernar en el silencio interior de la tierra. Como las lombrices, cavó en los vericuetos escondidos.

Hoy es ya compost.

HENDIDURAS

 

Cuando se aburrió de mirarse el ombligo, hizo una torsión en puente, para ver la realidad desde otra perspectiva. Caminó hacia un lado y otro de la grieta, hasta que se cansó y cayó al abismo. No lo vimos más.

EL CONTORSIONISTA

 

Corrió hasta el final del muelle. De reojo, vio que lo perseguían esos tipos de los sueños malvados, y los otros. Se hizo un bollito. Pasaron volando sobre su espalda para caer al lago, donde no hacés pie. Lo malo es que desaparecieron las utopías.

HOJAS SECAS

 

 

Han caído las hojas, se desnudaron los álamos sobre nuestras sillas. Una tristeza amarga se posa en ellas y me dice que ya no volverás.

Las primeras nieves, como un manto de olvido van tapando nuestro secreto. Arriba, la luna turca y una estrella despiden la noche desdichada. Queda olvidada una manta que cubrió ese amor fugaz y ahora sé que la verdad duele una vez, pero la mentira o la verdad a medias, duele siempre. Los copos blancos siguen cayendo, imperturbables. 

PAROXISMO II

 

Siente a lo largo de la espalda cómo los dedos de él le recorren vértebra por vértebra, cómo unas yemas suaves le redondean caricias circulares, cómo unos pellizcos pequeñitos le sacuden la cintura, cómo, al darse vuelta, somnolienta, un beso tibio le templa el ombligo, cómo unas manos despejan su cabellera abundante para ver su cuerpo de luna, cómo esas manos fuertes presionan sus caderas, cómo una marea de aguas cálidas le recorre toda la piel, cómo una corriente eléctrica le sacude las extremidades , hasta las uñas, cómo sus piernas primero aprietan y después se aflojan, cómo su centro se precipita en lentas gotas de placer y se adormece, cómo se detiene todo su cuerpo de melocotón, hasta brillar, como relucen en primavera las flores del duraznero.

ME FLAGELA EL SILENCIO

 

Caen los pájaros ateridos con sordo estertor sobre las charcas.

Encallo sobre la podredumbre de flores muertas y espumarajos arremolinados.

Pienso, luego insisto.

¡No quiero quedarme en las cuadrículas de la soledad!

lunes, 11 de julio de 2022

SÓLO UN DESIERTO

 

 

-¿Me ayudas a interpretar los sueños? -Como un pedido de auxilio, su mirada perturbada de abotargado silencio, me indicaba que mientras dormía, hubo señales.

Se había despertado por fuertes golpes que suponía provenían de llamados en la puerta, pero eran martillazos que daba el vecino en la obra en construcción.

-Conviene que enumeres las imágenes que se sucedieron, porque rápidamente se van borrando de la mente. Lo que es cierto, es que los sueños expresan deseos inconclusos.

La trenza congelada de Lucía, que asomaba debajo del casco de esquiadora. Padre y esposo departen amablemente en un ambiente que podría ser el inframundo; las llamas no los tocan cuando el potente chorro de agua de los bomberos, lava el odio que se tenían. Alicia, una parienta que vive muy lejos, repentinamente aparece y conversa con mamá, que nunca vio y ya no está, mientras preparan la comida. Las manecillas del reloj descuajeringado giran “a lo loco” al darle cuerda. A contrarreloj, me apuro para asistir a la reunión a la que me había comprometido, pero ¿cómo iré, si no encuentro ni los zapatos, ni la dentadura? El cordón de una bota está atado al fino tacón del stiletto rojo; de un cierre roto asoma la pantufla despeluchada; el sueco verde arratonado se quiere emparejar con la ojota que había perdido en la Isla de Barú. No se ve la mesa del comedor, pero hay que comer. Mamá sirve la cena haciendo lugar entre los zapatos acumulados sin armonía y ¡ahí está la dentadura postiza que buscaba! Así termina la vida… y comienza el sobrevivir, escrito como graffitti en la pared ciega y blanca.

Había apagado el celular para dormir sin interrupciones y ahora lee la respuesta virtual de la gobernadora a una docente amiga, que prefiere ir al loquero, antes de seguir humillándose en la escuela de hoy.  -¿Qué tiene en la cabeza la tipa que iza la bandera mapuche en una Universidad del Sur? -la llamada termina de volverla a la vigilia.

Finalmente encuentra el mensaje del Gran Jefe Seattle (1855), publicado por una fundación que defiende el medioambiente. El aire es algo precioso, porque todos comparten el mismo aliento, el animal, el árbol, el hombre… La savia que circula en los árboles porta la memoria del hombre… La tierra no pertenece al hombre. El hombre pertenece a la tierra… Los ríos son nuestros hermanos… llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos…darles un trato bondadoso como el que le darías a cualquier hermano… Trata a la Madre Tierra, y a su hermano, el cielo, de la misma forma… Un insaciable apetito voraz devorará la tierra y dejará tras sí, sólo un desierto.

-Mejor dejemos a los lectores que interpreten… - Y la veo partir con decisión y esmero para dar la conferencia. De sus labios rojos asoma una sonrisa blanquísima (había encontrado el artificio). Un rodete, como al descuido, anuda sus cabellos canos. El trajecito marrón de falda tubo y tacones al tono, le dan elegancia y convicción, como plus. Lleva en el maletín la ponencia que leerá en el Paraninfo de la Universidad.

EN UN INSTANTE

  

 

Por arrebatos de pasión,

nace un hijo no deseado.

Por un impulso asesino,

lo abandonan.

Por voracidad y ambiciones egoístas,

el milagro de la vida se parece a la culpa.

Por estropear la belleza,

se pisotea la dignidad.

Por abandonar las quimeras,

la brillantez se torna opaca.

En un instante,

el vivir se trastoca en el morir. 

MUNDOSILVIA

 Mundosilvia

Ella es mi amiga, sí. Es inquieta, como una niña, aunque ya hace rato que dejó la niñez, la pubertad, la adolescencia; es sexagenaria, más bien está acercándose a la sexalescencia, y se siente en la cumbre de sus logros.

Como el significado de su nombre, Silvia es bosque poblado de árboles en confuso desorden intrincado; es vegetal que se renueva celebrando el sol de cada mañana; es como la parra que no está dispuesta a envejecer y reverdece en cada zarcillo, que crece cultivando su propio estilo y madura en la plenitud del cuerpo y del intelecto. Aprende cada día y disfruta todos los instantes; hace todo aquello que le gusta y deja de lado lo que le incomoda, en toda ocasión, conoce, pondera y sopesa todos los riesgos de los desafíos que intenta.

Cocinaba para su familia ricos platos para saborear con su marido y sus hijas. Tejía combinando los colores de la trama, como un pintor en su tela. Solía bailar ritmos variados y regocijarse con la buena música o la poesía de las canciones. Hacía mermeladas con los frutos silvestres; escribía un guión para un espectáculo de danza, luz y sonido, o un relato, o un poema. Era una poesía ver su jardín rebosante de colores y aromas, cuando hundía sus manos en la tierra fértil. Lo lúdico aplicado con pasión en cada gesto; la tarea docente, la hacía vigorizar, empeñada todo el tiempo, en transformar sus convicciones en acción. Porque ella es maestra, y lo sigue siendo. Leía todo cuanto caía en sus manos, cuando el tiempo se lo permitía o cuando se daba un permiso para tamaños placeres.

Hoy continúa con el mismo ímpetu, más distendida, claro, más libre. Aunque vive sola, no olvida a sus amigas. Con ellas, tras largas confidencia, se destilan gramos de serotonina, y entre los muchachos, otro tanto de endorfinas. Porque Silvia tiene aspecto juvenil, es deportista y es sociable.

Es acuática, serpiente de agua, y es sagitario, es fuego y tiene fascinación por el fuego, aunque necesita el agua para desplazarse con la seguridad que le dan las aguas mansas y claras, no estancadas o turbias, como necesita el amor que hoy tiene y la calma. Porque ella sabe de ternuras y del dulzor de los frutos maduros.

“Mundosilvia” irá desgranando en cada cucharada gorda, una pizca de anécdotas, un condimento de reflexiones, una sazón de emociones agridulces; luego, se irán adobando las pulsaciones de la vida y se estarán tamizando recuerdos para hacer crecer ese bosque y develar los secretos que se esconden tras cada mata, cada enredadera, cada árbol.

Dejar reposar y después servir