sábado, 31 de diciembre de 2022

ONIRONAUTAS

 

 

Un arco iris vibrante se muestra con todos sus brillos sobre una pizarra de nubes amenazantes hacia el oeste.  Me había acostado a todo lo largo del banco, el único desocupado. Ese arco en el cielo me hacía pensar en la bandera del inca mágico y milenario.

-Siéntese, señorita –una mujer policía me obligó a interrumpir mis cavilaciones – En el Cuzco hay que estar sentados.

Me acordé, entonces, cuando una joven residente iba corriendo a su trabajo y la detuvieron por la calle Chiwanpata. –Aquí está prohibido correr –le dijeron. Vi también en la Iglesia de Chincheros el lienzo de la última cena. Ttito Quispe, creo, en la mesa de los apóstoles, el plato principal era un cuy y me estremecí. Había visto ese conejito de los Andes en su jaula y tan tímido, se escurrió atrás, a una cueva junto al restaurant de comidas típicas. Ese día no comí conejo. Todavía sentía el regusto del té de coca. Soroche, le dicen al mal de las alturas, 3.600 m. Me sentí como un astronauta flotando en el espacio y quería correr tras el guía que explicaba. Saqsayhuaman, “halcón jaspeado”. No caminen tan rápido, les decía y alcancé a oir algo sobre Francisco Pizarro. Ahora lo veo ahí, adusto, de sombrero emplumado y peto protector que mira hacia abajo la celebración del Inti Rayni, que está empezando. Por la calle Juan de Dios vienen colores, danzas, cantos, banderas del Cuzco milenario Tawantinsuyo , que se mueven pesados, lentos, acompasados. Las momias y las vírgenes del Sol, chirimías, chirimoyos y algodones de azúcar. Es el solsticio de invierno y de la ladera de los cerros Mama Killa, la luna y los chiquillos con sus llamas. “Una foto, un sol”-implora una niña sonrisa de labios finos, carita redonda de cachetes colorados y ojos mansos achinados, sombrerito de ala corta  y trenza de pelos renegridos, falda bordada con dibujos multicolores.

“Un recuerdo para Ud”-me extiende otro jovencito un dibujo –“Esto lo aprendí en la escuela” –Y es el Padre Inti que sostiene un sol desde uno de sus rayos; el otro, es Mama Ocllo que mantiene en alto a la luna. Manos gastadas hábiles de mujeres andinas hilan, tejen y entrelazan los colores de su raza.

Me acuerdo que ayer nomás había visto a los acampados en la Plaza de Armas alrededor de la fuente de la Catedral y las pancartas de los empleados de la salud. “Peligro, fiebre porcina”. “Atrás. Atrás, ministra incapaz! –gritan los manifestantes. A mi lado se sienta una anciana curtida por los años y los fríos de la montaña y expone los productos de la sierra, sus papas, sus ajíes, sus tejidos, sus cebollas.

-Allá traen al Cristo de los temblores- me dice la viejecita – Está estaquiado en su cruz. Es negro. ¿Por qué? Por el humo de las velas, que lo oscurece cada vez más, y yo no me lo creo. ¿Por qué se llama así? Fue capaz de detener la tormenta y los sismos, y al mar embravecido cuando lo traían desde el mar.

-¡Ministra Qurichón, bajete el calzón! -Pasa la manifestación y un borracho que ya no puede sostenerse, empina su botella con jugo de chicha morada, balbucea y babea. Las chicharronerías despiden sus olores. Un vaho de fritangas cruza la plaza y los guías de turismo entonan: “Ministra, cuidado, calabaza, calabaza, vete a tu casa” y el altoparlante atrona…”que los políticos no se llenen más de dinero los bolsillos. Derramaremos sangre, si es preciso,  para que al Perú no lo transformen en inculto”. El Inca Tupac Amarú los aplaude encaramado en la cornisa del convento de Santa Catalina.. Una ancestral épica de la sublevación que no cesa. Se alejan las guardias femeninas, pero desde la otra esquina aparecen unos hombres de negro y no los echan. Se incorporan a la celebración y a los ritmos, cabezas de cóndor-papel maché y alas de craquelé.

-Me robaron sesenta soles –es la letanía junto a las casas de cambio. La Mancomunidad Wilcomayo, de las cuatro regiones, desde Calca a Urubamba vienen desde la plaza del Regocijo y se incorporan a la procesión. Bajan también los zombies de la calle de los Procuradores. “Aeropuerto” le dicen, porque los transeúntes vuelan y carretean por esa zona liberada de alcohol y drogas.

-Come on, baby –un inglés mareado y febril tira estocadas vanas hacia la cintura de una joven.

-¡No, no! Son cincuenta soles, paga primero –le contesta una morenita de falda corta, piernas contorneadas y hombros al descubierto.

-Mira, los echan hacia la cuesta de San Blas! Y allá van “Vamos, guía, que el guía no se rinde”. Los guías y los estudiantes de turismo se reúnen frente a la piedra de los doce ángulos y dicen: “Estos son los trabajos de los incas, y aquellos, los trabajos de los incapaces”, señalando un monasterio cristiano implantado sobre construcciones incaicas.

-Damas gratis. Clases de bossa-nova y salsa –dice el volante que promociona un pub, al lado de la Iglesia de la Compañía de Jesús.

La tarde se ha puesto de oropel cuando un sopor va adormeciéndome. Un coche veloz que baja por el empedrado, por no atropellar a un paseante, derriba una mesa que expone en la acera toda clase de muñecas de fieltro, símbolos de todas las comunidades. Un danzarín del Inti Rayni le hace caer la careta a una niña típica de falda multicolor que no es tal. Es Hiram Bingham travestido, que no lleva su sombrero de explorador, ni su chaleco, ni sus botas acordeonadas. Lleva en su morral un maíz amarillo, una vasija ceremonial de asas rotas, una pieza de oro y una cebolla roja; de un bolsillo asoma su cabeza una serpiente del inframundo, del silencio de los drenajes y de los acueductos. En tanto, Tadeo Escalante, el pintor, me invoca desde sus lienzos, el cóndor custodia el mundo de arriba, desde el altar de la Catedral, de oro repujado y plata junto a un órgano imponente, un cura católico me convoca, mientras un puma feroz salta al púlpito y un angelito rozagante sobrevuela por la cuesta de San Blas, entre nubes bajas, regordetas y redondas.

-¡Señorita, amiga!, despierte que es hora de partir. Y porque me agradó conversar con Ud., tome este presente. -Y me da una miniatura de cerámica que intenta parecerse al cóndor de los Andes.

 Ahora llueve una lluvia fina sobre el cementerio, pero yo sé que el mundo de arriba, el mundo de la tierra y el inframundo me protegen, como el sol y la luna, un cóndor, un puma y una serpiente, desde la vasija sola, abandonada sobre la manta a rayas, en la plaza.

Desde el balcón de enfrente, en el pub, se escucha una canción en francés: “La mala reputación”, y yo aprieto fuerte en mi mano la chacana de piedra verde, como un amuleto.

martes, 29 de noviembre de 2022

LUNFARDEANDO

 

 

Chapo la pluma y el pelpa y te escribo un poema lunfa.

Voy a chamuyarte un poco. No soy versero. Tengo un berretín.

Escribo al vesre pa los chochamu.

Lo gomía no saben niente pa’enamorar a las namis.

Escriben paroles cachuzas, y las percantas le dan el raje a escobazos.  Me dan unas chirolas, o unos buenos morlacos, que es guita, ¿eh! Pa’ mí, esto es un yeite.

Terminé de morfar. Me tiré en la catrera no  pa’apoliyar. Pa’ pensar nomá. Y mi jermu, que no está. Menefrega.

Más tarde prendo un faso, me calzo los lompas rayados, me aliso las crenchas y me voy pa’ la yeca.

-No seas gilún, me dicen, que la cheno está finiquitando.

 Los cafiolos se yevan a las namis por el cayejon y me junan  con desconfianza.

Me duele el marote y se escucha un tango compadrón al salir del cabaré. Me tomo un feca y ya me voy.

CORTEZAS DE ARRAYÁN, DE PLÁTANO, DE ABEDUL

 

 Volvía de un largo viaje y quise ver en qué condiciones se hallaba mi amiga Silvia. Ya acercándome la vi, aunque ella no a mí. Sólo alcanzó a ver mi globo rojo que se quedó enganchado en la copa del arrayán. Ella estaba meditando al lado del árbol florecido, y pensé: “Otra vez está depresiva”. La distraje por un instante y supuse que con la cercanía, apreciaría con nitidez sus pensamientos. Parecía que lo logré; oficié de “oreja” para que Silvia descargara sus penurias y las expusiera a su terapeuta.

 

Sacar la cáscara seca de los plátanos para ver la lisura verde claro que renacía debajo en primavera, era mi obsesión. De chica, niña traviesa, también me divertía al sacar las cascaritas de la rodilla magullada o de los brazos lastimados, para ver la sangre que manaba. Qué placer chuparla, y al día siguiente ver la nueva piel renovada, como una nueva protección.

-¿Otra vez te lastimaste, Silvita? ¿Qué manía es ésa?

 Los trapos humeantes, fomentos embebidos en té de malva, insistencias de mi mamá, daban buenos resultados.

 

Donde vivo no hay plátanos, pero sí hay un arrayán frente a mi ventana y un abedul en mi jardín. Me entretengo y mientras pienso, rasgo las cortezas anaranjadas canelas., al final del verano, cuando sus florecitas blancas ya se están marchitando. Y disfruto quitando la cáscara blancuzca y deshilachada del abedul, mientras el polen amarillo vibrante se esparce volando y se deposita blandamente sobre todas las superficies y hace estornudar a los alérgicos, sin parar.

“La cáscara guarda el palo”, dicho popular, que como un escudo nos defiende, ¿de qué?  ¿las agresiones externas? ¿los amores egoístas? Las varias capas del corazón también protegen al latido intenso, impulso vital. Sístole, se contrae. Diástole, se relaja.

Y la aurícula izquierda, lo aprendí, alberga las emociones, los pudores, el optimismo, lo más preciado.

Cada vez que desprendo una cáscara, una piel, una corteza, es como intentar develar lo más recóndito y exponer sentimientos “a corazón abierto”… pero queda sólo en el intento.

 

¿Qué antigua remembranza me viene hoy a la cabeza, quién sabe?

-Esta es el alma y cada raya, es un pecado, hasta que el alma se pondrá negra -decía la monja en catequesis, mientras dibujaba un corazón que poco a poco iba tapándose de rayas –Y ahora, a confesarse!!!

-Los pecados son costras que recubren las heridas –pontificaba con siete ingenuos años.

-Hay una pulsión constante entre el hemisferio derecho y el izquierdo –Gabriela me decía hace unos días.

-Sí, otra capa más arriba, superpuesta, una cicatriz, no deja salir todo lo que se siente y eso cuesta lágrimas y dolor, acá, en el costado, que se agarrota como un puño –le digo- y el corazón ya no es un terciopelo suave; es una tela ajada por tantos rasguños eternos, para descubrir las entretelas del alma..

 

Escena enésima del teatro del taller de educadores.

Una coordinadora como asistente de dirección.

Una observadora como asistente de iluminación (de las ideas)

En círculo, los participantes asumen cada uno un rol diferenciado.

Cada vez, Silvia, siempre adopta el perfil de los que se tiran a la pileta para exponer una problemática educativa y tentar al análisis pedagógico. Una exposición a medias, que no termina de involucrarla en su interioridad, en su persona, en su ser docente.

Los otros, como oyentes pasivos, sólo atinan a argumentar, teorizar y promover deducciones, inferencias, inducciones y transferencias.

Todos, al fin, simulacros en cada acto, que resguardan la endodermis de los sentimientos, lo que no se dice con hechos. Sólo el hemisferio izquierdo se pone en evidencia, lo conciente, el raciocinio, la lógica. Corazón frío. Pecho caliente.

 

Una mano tibia sobre la mano del otro. Una mirada en lo profundo de los ojos del otro. Una caricia suave sobre la corteza fría y rugosa de un pecho que no late.

Un palpitar acompasado junto al otro corazón.

Pecho frío. Corazón caliente.

 

Esa nuez, el cerebro duro es una corteza rígida  que hay que despejar para ver todas esas circunvoluciones e intersticios que no dejan expresar las sensaciones, el inconsciente, las intuiciones. El lado derecho se resiste, se tapona, no fluye. ¡Hay que buscar una salida!!!

 

La sangre no circula, las arterias se taponan y una trombosis indica ¡Basta!

-Stress -le dicen.

Antes, una vez la sangre sí corrió y el embarazo quedó interrumpido y no hubo el hermano esperado para las hijas.

Después, mucho después, hubo mucha sangre, cuando Martín la expulsó en un balde y yo, al borde del desmayo, me arremangué y lo quise hacer incorporar, pero no pude, y pedí ayuda al vecino de la vuelta de la esquina. Parece mentira cuando uno necesita una mano no hay nadie. Era un día soleado, de esos luminosos que invitan al paseo. A dentro, todo era oscuro con olor a enfermedad, son sudor frío de sufrimiento. Y la muerte, mucho más tarde

 

Hoy, los anticoagulantes ayudan a que la sangre, mi savia, fluya. Ironías de la vida, como carcajadas burlonas.

Dos amores, irreconciliables, de momento, me espolean. Un amor filial, familiar, de la sangre, y un amor intenso, amante, tardío.

 

A Tupac Amaru quisieron desmembrarlo los españoles. De piernas y brazos tironearon los caballos. No lo consiguieron y optaron por cortarle la cabeza.

 

Una ráfaga ascendente y el calor me elevó otra vez y me fui pensando en la estrategia más apropiada para que las personas como Silvia, superen sus angustias, sin químicos, ni ideas desesperadas.

sábado, 19 de noviembre de 2022

DELITO DE ENCUBRIMIENTO

 

 

Hay un pueblo chiquito, perdido en el interior profundo, que es mágico y asombroso. Donde antes andaban los carros trasladando los vicios o los turcos trapichando jabón jaboneta veine veineta, allí se ha formado un cañadón que divide ambas partes del pueblo angosto. Poco a poco, fue creciendo la urbanidad y sus normas.

Sin mediar acontecimiento meteorológico, ni que un burro rebuzne como rezando, ni que desde la mezquita se invite a la oración, un hecho inusitado despertó la somnolencia del poblado. Apareció por la calle, un hombre encuerado con la naturalidad que la naturaleza le dio. Valga la redundancia. Teodoro Calvo, que no era lampiño caminó con indiferencia. Me contó mi abuela que se dirigía hasta la orilla del arroyo, que por esos días de tanto calor, era un hilito melindroso que se lamentaba por tanta sequía. Él, seguramente quería aclarar sus ideas.

-¿Está en pedo? -decían las comadres, mientras barrían la vereda.

-Es un pecado de Dios. Nunca viene a misa. -Proclamaba el cura párroco.

-¿Será una nueva modalidad de protesta? -Se preguntaba el Comisionado Comunal.

-¡Cuánto pelo tiene el Calvo! -Comentaban las monjas que llevaban a las pupilas de paseo dominguero. Se tapaban los ojos, pero espiaban entre los dedos, a la vez que acallaban el alboroto de las adolescentes.

-Qué desfachatado! -Gritaron enojados los parroquianos que desayunaban frente al prostíbulo.

En los pueblos petroleros abundan los hombres solos, ingenieros, maquinistas, capataces, obreros. Todos forasteros e infieles. En el cruce de la actual Avenida del Trabajo y Roca, era típico ver a la Tiburcia, la loca de amor, como le decían. Ella se paraba en la esquina para dirigir el tránsito con las ropas andrajosas y en la cabeza, ostentaba un calzoncillo, propiedad de quien le había regalado  la noche lujuriosa de los sábados.

Las vecinas espiaban desde las persianas para ver el color del calzoncillo y averiguar quién había sido el infiel, porque tanto locales como foráneos acudían al prostíbulo y a ella para saciar sus deseos incontenibles. Como siempre pasa en ocasiones parecidas, los casados también iban para obtener un poco de diversión. Sus esposas aburridas y quejosas eran unas matronas gordas y con ruleros.

-No es el calzoncillo del Toto. Un alivio. -se decía la Yoli.

-¡Ése es el calzón blanquiceleste de mi marido con la leyenda “Fuerza, que ya la tenés”! Lo voy a matar, justo anoche no volvió.

En la calle lateral se reunían las mujeres para las compras en el Almacén de Ramos Generales. El Cedro del Líbano, así se llamaba. Aprovechaban ellas a desenvolver los chismes de la semana, a sacar el cuero. Lenguas filosas y viperinas.  Una, con un ojo negro, porque dijo que se chocó con el ropero; la Mirta, que hace rato tiene sospechas y la tuerta Gómez, que no usa antifaz de pirata. Las tres armaron un plan.

Los hombres que apoyaban la iniciativa del Teodoro, pero no se animaban, ni mareados de alcohol barato, también comenzaron a buscar una estrategia, una especie de paro contra sus mujeres. Ellos se reunían en El empecinao. Como estaban transitando la Ley Seca, pedían sus bebidas que eran servidas en una taza y le reclamaban al mozo: Tapa, tío. Les decían los tapatíos.

Justo enfrente, en el Café bar “Los querubines” se hallaban los melindrosos, los chupacirios, los tirifilos, los indignados por tanta inmoralidad, el Juez de Paz, el Director de la Escuela, el Comisario… y otros del mismo palo.

Un revuelo sucedió en el mismo día. El profesor de Ética y Moral, por primera vez, fogoneó una sentada en apoyo al Teodoro, el corajudo. Quedaron las ropas tiradas en la puerta de la escuela y como si fuera un desfile cívico, salieron. Una rateada masiva. Los siguieron el Director y los otros maestros. Todos, rumbo al arroyo.

El monaguillo, beodo de tanto chupar el vino de la Sacristía, también salió encuerado, frente a los ojos absortos del cura. Lo siguieron las beatas mostrando su desnudez y porfía. El gomero, que le decían el rajao por mostrar medio traste y sin vergüenza, se cansó de regalar cubiertas viejas para los cortes de ruta, y partió.

En solidaridad con la kiosquera, a la que había quemado cuando tiró por la ventana el agua de los fideos (se dice que fue una venganza por haberla hecho cornuda con su esposo adúltero), también salió sin ropas, sin importarle las tetas caídas y su culo laxo. Nalgasflojas, su apodo.

Ya desde chiquita, la abuela se burlaba de las mujeres que, al escuchar las campanadas de la iglesia, acudían a misa. Sin saber razones, sólo por travesura, desde el plátano alto de la vereda, les lanzaba las borlitas llenas de semillas, que quedaban prendidas en sus mantillas negras o blancas.

Los del Empecinao que eran pocos, se unieron a la caravana, así, como vinieron al mundo, entre risotadas y chanzas. Los grafiteros desnudos estaban expresándose frente a la puerta del único cine, contra la prohibición de proyectar películas Triple A.

-¡Má, sí, vamos nosotros también!- El comisario y su escudero tiraron los uniformes y los birretes y salieron de “Los Querubines”.

-Si no tengo ley para propiciar la paz…- El Dr Aljarafe salió detrás.

La enfermera y el Dr. Medina dejaron la salita de primeros auxilios vacía y salieron encuerados de la manito.

Era tal el barullo provocado esa mañana, que las brasileras contratadas por el cabaret, madrugaron o más bien, extendieron su vigilia y se desnudaron para protestar contra la Tiburcia, que les quitaba los clientes. Los camioneros, obligados a plantar droga en los campos de soja, salieron mostrando toda su humanidad, y sus panzas.

-¡Qué lomos! ¡Qué fuerza! -decían las muchachas con todas las hormonas alborotadas. Los niños espiaban tras las celosías, porque tenían prohibición de salir.

No hay crónicas de la época, ni fotos de ese día memorable, ni siquiera quedó la estatua de Teodoro Calvo, ridiculizado con su miembro en baja, escondido entre el pelaje de orangután. La placa rezaba: En homenaje a la primera pueblada contra la hipocresía. Obra donada por el único bohemio del pueblo, Don Cáceres Alcatraz.  Dicen las malas lenguas que años después, mientras la ciudad crecía, cuando trabajaban en la cloaca mayor, las máquinas cavaron el arroyo sin nombre, subterráneo, y la estatua cayó para nunca más ser vista.

Todo esto me lo contó mi abuela, que en paz descanse. -¡Sé libre, pero digna, muchacha! -Una adelantada la viejita.

-Estoy leyendo apuntes de Introducción a la Psicología, donde aparecen teorías reivindicando la libertad sexual de las mujeres, y el derecho al placer en todas sus formas, la masturbación, inclusive. Dado que tengo que rendir Sociología I, en el oral contaré la historia del pueblo para argumentar respecto de los roles sociales, el liderazgo, y coaching proactivo. Una reforma última en el Código Civil plantea el delito de encueramiento. Tengo pendiente esta lectura. ¿O será encubrimiento?

VISTA ALEGHRE. AGUA DE FUEGO

 

 

 

Esta llanura rajada de grietas y arroyos secos…

                                                                                       Pero sí, hay un pueblo…Se oye que ladran los  

                                                                                       perros (Juan Rulfo. "Nos han dado la tierra"                 

                                                                                  Un río manso bordeado de enhiestos álamos y sauces que no lloran. Manzanas rojas y jugosas peras. Las manzaneras cosecheras, de cachetes rojos, rebosantes, subyugan a los trabajadores golondrina. Hay cerezos adormecidos de belleza. Los campos florecen en los labios de la mañana y las vides, pletóricas de uvas blancas, negras y rosadas.

Aromas de sidra, champán y vino, desde las fábricas. Aromas de mermeladas y chicha, desde las casitas humildes. Acequias rumorosas y la voz ronca del viento juega entre los frutales. Placidez y calma en el paisaje pastoril, como una égloga, dan sosiego al espíritu. Allá, junto a las bardas rojizas, ramonean las cabras. Vista Alegre le llamaban a la villa tranquila.

Hoy la mirada hace remolinos en la memoria. La bestia ha mordido al hombre. La tierra silente huele a brea y a cemento. Palabras nuevas: Expropiación. Oro negro. Crisis y políticas energéticas. Calentamiento global. Economías regionales. fondos estatales. Fondos privados. Globalización…

Todo vestigio vegetal arrasado. Sólo desierto. Desde los huecos se esconden las plegarias. Piedras y más piedras. Jarillas, coirones, palo piche y cardo ruso ruedan con el rugir del viento. Han huido las mariposas y la esencia efímera de la esperanza.

Gatos, extractores de petróleo, como antiguos dinosaurios se divisan en el horizonte. Por las noches ya no hay luciérnagas, son los venteos de gas que borran las huellas de la desidia con su fuego. Rojo infierno.

Portentosos motores, vehículos como monstruos, grúas y máquinas, horadan la tierra de noche y de día, sin permiso.

-Un lugar que oprime las costillas y sofoca la garganta. -Al chacarero lo ha alcanzado la melancolía y la tristeza. Con mirada absorta retiene y traga toda la arena del desierto, hasta el último grano de arena.

Meseta árida, cuarteada, reseca, rescoldos, humaredas, osamentas y cenizas, donde los esqueletos deambulan sin norte, llevando un espino entre las falanges.  Con voz nativa la llaman “Agua de fuego” y ahí está la evocación de “La Pasto Verde”, que en medio de la Campaña del Desierto, con terquedad de mujer, con decisión y coraje, quiso crear un paraíso verde, escarbando el ombligo de la tierra.

Una construcción baja, de chapas de zinc, donde el viento arrasa, recibió a la soldadesca para saciar sus ansias. Ellos le arrebataron el destino de las muchachas. La soledad les agujereó los sueños, penetró el alma y les arrebató la esperanza.

Más tarde, muchos años más tarde, desde las cumbres más altas vino el aluvión de agua y barro y sepultó definitivamente todas las ilusiones, como un castigo a las mujeres fáciles.

Así se va transformando la vida que era antes. Si el follaje verde de los árboles abre las cerraduras de la vida, la rueda de los engranajes de hierro,  muelen las alas rotas de los sueños.

TENGO DOS CASAS

 


Bueh, yo no. Una es de mi papá, que vive con Ely y con los dos hermanitos nuevos, y la otra es de mi mamá que está con su nuevo marido; todavía no me regalaron ni un hermanito. Así que algunos días estoy en una casa, y otros días, en la otra.

¿Dónde me gusta más estar? En las dos, porque hago cosas distintas; lo que más me molesta es escuchar siempre los chillidos de los chicos, uno porque quiere teta, y el otro, porque quiere upa… dicen que tiene fiebre.

En la casa de mi mamá me dejan estar todo el día con la compu, pero a veces me aburro. Andá a jugar, me dicen, pero ¿con quién? No vayas a la calle, que es peligroso, me gritan. Entonces pido que me lleven a la otra casa.

Enfrente vive Azul, que sí la dejan salir. Siempre anda cantando y cortando los tulipanes del jardín en mi casa. Agarramos manzanas verdes del árbol de la vecina y desde arriba, jugamos a embocarle a los autos que pasan… total no nos dicen nada. Ellos están atendiendo a los bebés que gritan. Entro y cuando no me ven, le pego un pellizcón al de dos y así grita más… el bebé que gatea está más tranquilo. Se ríe cuando se mete en la boca las hojitas de la planta de Ely, que está en un rincón; tiene los cachetes bien enchastrados de mocos y dulce de leche.

Mejor me voy afuera, es más divertido. Azul trajo unas pinturitas y pintamos la pared del fondo. Ella dibuja una flor y empieza a escribir PUT… pero sale mi papá y nos ve. ¿Por qué arruinás la pared? Esto es arte… en mi familia somos todos artistas. Mi tío de Alicante toca la guitarra y se gana su plata a la gorra, también pinta graffities. Y se va haciendo una seña que me parece conocida; junta los dedos y levanta el dedo del medio. ¡Pendeja de mierda!, dice. Y ahora vas a rasquetear la pared y limpiar, me dice ¿Por qué yo, si no hice nada? Entonces, ustedes limpien la pared blanca del living que está toda rayada con crayones.

Me subo al triciclo de plástico que está tirado afuera, y se lo aplasto. Pateo la pelota hacia el patio de la vecina, que me echa porque le di al perro que está siempre ladrando. Me voy y le hago esa seña que me enseñó Abril, con el dedo del medio hacia arriba.

Pero no importa, total pronto nos mudamos a otra casa. Voy a ver cómo me divierto en el otro barrio.

lunes, 17 de octubre de 2022

PAROXISMO

 

 

Como una carcajada sarcástica, el mar sacude las barcas para humillarlas en su pequeñez, entre  flujo y reflujo de ansiedad, en el vértigo de las marejadas sin tiempo y el alboroto de las aves que huyen en escándalo de alas y chillidos.

Movimiento violento de la entraña hirviente y desenfrenada. Remolino de despojos fugitivos de tablas, de peces ahogados, de matas y de algas, brincando y sumergiéndose en el tumulto oscuro, sin retroceso. Es como si el mar hubiera vomitado en su paroxismo final.

En la playa, entre los restos flotantes, las barcas embican, unas tras otras. También yo.

En un instante

 Por arrebatos de pasión

nace un hijo no deseado

Por un impulso asesino, 

lo abandonan.

Por voracidad y ambiciones egoístas,

el milagro de la vida se parece a la culpa.

Por estropear la belleza,

se pisotea la dignidad.

Por abandonar las quimeras,

la brillantez se torna opaca.

En un instante,

el vivir se trastoca en el morir. 

Sólo un desierto

 

 

 

-¿Me ayudas a interpretar los sueños? -Como un pedido de auxilio, su mirada perturbada de abotargado silencio, me indicaba que mientras dormía, hubo señales.

Se había despertado por fuertes golpes que suponía provenían de llamados en la puerta, pero eran martillazos que daba el vecino en la obra en construcción.

-Conviene que enumeres las imágenes que se sucedieron, porque rápidamente se van borrando de la mente. Lo que es cierto, es que los sueños expresan deseos inconclusos.

La trenza congelada de Lucía, que asomaba debajo del casco de esquiadora. Padre y esposo departen amablemente en un ambiente que podría ser el inframundo; las llamas no los tocan cuando el potente chorro de agua de los bomberos, lava el odio que se tenían. Alicia, una parienta que vive muy lejos, repentinamente aparece y conversa con mamá, que nunca vio y ya no está, mientras preparan la comida. Las manecillas del reloj descuajeringado giran “a lo loco” al darle cuerda. A contrarreloj, me apuro para asistir a la reunión a la que me había comprometido, pero ¿cómo iré, si no encuentro ni los zapatos, ni la dentadura? El cordón de una bota está atado al fino tacón del stiletto rojo; de un cierre roto asoma la pantufla despeluchada; el sueco verde arratonado se quiere emparejar con la ojota que había perdido en la Isla de Barú. No se ve la mesa del comedor, pero hay que comer. Mamá sirve la cena haciendo lugar entre los zapatos acumulados sin armonía y ¡ahí está la dentadura postiza que buscaba! Así termina la vida… y comienza el sobrevivir, escrito como graffitti en la pared ciega y blanca.

Había apagado el celular para dormir sin interrupciones y ahora lee la respuesta virtual de la gobernadora a una docente amiga, que prefiere ir al loquero, antes de seguir humillándose en la escuela de hoy.  -¿Qué tiene en la cabeza la tipa que iza la bandera mapuche en una Universidad del Sur? -la llamada termina de volverla a la vigilia.

Finalmente encuentra el mensaje del Gran Jefe Seattle (1855), publicado por una fundación que defiende el medioambiente. El aire es algo precioso, porque todos comparten el mismo aliento, el animal, el árbol, el hombre… La savia que circula en los árboles porta la memoria del hombre… La tierra no pertenece al hombre. El hombre pertenece a la tierra… Los ríos son nuestros hermanos… llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos…darles un trato bondadoso como el que le darías a cualquier hermano… Trata a la Madre Tierra, y a su hermano, el cielo, de la misma forma… Un insaciable apetito voraz devorará la tierra y dejará tras sí, sólo un desierto.

-Mejor dejemos a los lectores que interpreten… - Y la veo partir con decisión y esmero para dar la conferencia. De sus labios rojos asoma una sonrisa blanquísima (había encontrado el artificio). Un rodete, como al descuido, anuda sus cabellos canos. El trajecito marrón de falda tubo y tacones al tono, le dan elegancia y convicción, como plus. Lleva en el maletín la ponencia que leerá en el Paraninfo de la Universidad.

El valle del amor y el ojo turco

 

 

Recorremos el Monasterio de Gümusler, construido como defensa por los ataques de los persas e hititas, que querían asesinarlos por ser cristianos. Hasta cuatro pisos subterráneos excavados en la roca de piedra toba, calcárea y blanda para su manipulación. Hay cuartos para monjes, sarcófagos, depósitos para agua y alimentos para hombres y animales, con increíbles frescos bizantinos. Pienso nuevamente en la historia de la humanidad, siempre sangrienta en las luchas, y siempre la presencia de los contextos de fe.

Son producto de formaciones volcánicas que comenzaron en el período terciario. En Anatolia, especialmente en Capadocia, hay restos de ciudades subterráneas, donde entre túneles y catacumbas, se albergaban más de treinta mil personas. Capadocia significa “lugar donde los caballos cabalgan”; los persas asolaban la región con sus caballos salvajes y los habitantes permanecían a salvo en las profundidades.

Me acuerdo del Monte Ararat y del lugar donde encalló el Arca de Noé. Una silueta en forma de barco, fortalece esa creencia y vuelvo a relacionarlo con la leyenda. En Estambul, en la Columna de Constantino, entre otros objetos, se halla el hacha con que se construyó la embarcación.

Miles de cuevas excavadas en la roca sirvieron de habitación en 1863. Hoy son refugio de palomas. ¿Palomas o halcones? Dos detalles curiosos: el guía turco que nos acompaña se llama Sahim, que significa halcón. En la actualidad, y para favorecer la industria del turismo, se transformaron algunas cuevas en hoteles de lujo o restaurantes de alta gama. Pude observar así, una de las políticas de gestión en Turquía, más allá de la explotación de ruinas milenarias. Aún siguen las excavaciones. ¿Qué tesoros arqueológicos se hallarán?

Ahora, el valle del amor, que ustedes deducirán las razones de su nombre. En un museo al aire libre se dejan ver formaciones geológicas que emergieron luego de las erupciones volcánicas, trabajados por el viento, la lluvia y la nieve. Conos erectos apuntan al cielo, con base de piedra caliza y “capucha” de basalto, prometen amor eterno y felices noches de sexo para los recién casados. Otra vez la duda, ¿y si me caso? ¿Qué deparará el destino?

Los árboles, viejas encinas que rodean esos símbolos tienen colgados innumerables ojos turcos, los llamados nazar, abalorios con forma de gota de agua plana donde se encuentra el ojo turco, al que le atribuyen propiedades protectoras contra la envidia, la mala racha y el mal de ojo.

Aunque no es noche de luna llena, por las dudas, porto el talismán que aleja todas las energías negativas. “Que las hay, las hay”.

lunes, 19 de septiembre de 2022

HECHIZOS DE TURQUÍA

 

 

Cuando descubro muchas maravillas nuevas, siento deseos de contarlas. Así fue cuando conocí Turquía, multifacética, multicultural, mística y mitológica.

Confieso que no escribiré un folleto turístico, ni una crónica de viajes, ni poseo franquicia con agencias, ni me dedico a campañas publicitarias. Soy un periodista e investigador que se prepara para una presentación académica, concentrándome, un poco de poeta, un poco de marino, un poco de pirata, para llevar mis sueños por un barquito de papel. ¿Mar de Mármara?, ¿Mar Egeo?, ¿Quién sabrá? Menos aún, ahora que estoy bebiendo raki para añadir un poquito más de pasión en la noche turca con los ritmos sensuales de las odaliscas.

Los efluvios etílicos están haciendo efecto y aplaudo con excitación, cuando hombres y mujeres pasan a la pista para dejar billetes en sus breteles, en sus senos indiscretos, entre sus sedas y tules sugerentes. Tamboriles con incrustaciones de nácar, crótalos, como castañuelas, flauta, oboe, clarinetes, una especie de laúd, de cítara y una guitarra de tres cuerdas, van in crescendo, mientras el caderín se sacude en sinuosos movimientos y temblor de hombros en vaivén incesante. ¡Buena pasta ha recogido la bailarina, una Sheherezade contemporánea!

Imágenes de embrujo se suceden por el Estrecho de Dardanelos, cuando voy recorriendo Anatolia. Me asoleo con calor sofocante caminando por las ruinas del teatro romano. Hoy son aprovechadas para ofrecer espectáculos de ópera al aire libre, cuando se oculta el sol. Todos los restos de antiguas civilizaciones se explotan para ofrecer al turista, como el templo griego de Apolo y el de Artemisa, frente al mar Egeo. Hasta la Biblioteca de Celsius se prepara para ofrecer fiestas espectaculares o casamientos.

Artemisa, diosa griega de la fertilidad, o Diana, romana, y Cibeles (y pensar que la fuente de Cibelles estaba sólo en Madrid), también diosa de la fertilidad, una huella dejada por los judíos sefarditas expulsados de España. La fe en un dios, en Rea o en Gaia, como la Pachamama por nuestros lares.

Ahí veo el busto de Heráclito, custodiando las tradiciones de los hititas, cultores del arte ceramista en terracota y cuarzo.  Y de los frigios, que castraban a los sacerdotes, para no pecar. Y a Homero, el poeta griego que vivió en Ezmirna y describió la guerra de Troya, donde hoy pueden verse ruinas. Se dice que significa “Miedo de Dios” y que allí se realizó el funeral del mongol Gengis Khan, el más despiadado y sanguinario conquistador de la historia, que se autoproclamaba “Soberano poderosísimo”. Lo cierto es que se superponen historias y mitos, como el de Teseo, el Minotauro y Ariadna, así como las religiones que quieren justificar las guerras de antaño.

Sí, judíos, musulmanes y cristianos conviven en esta Turquía mágica, aunque la religión preponderante es el Islamismo. En Bursa está la casa de Mahoma, en la medina, y se dice que fue la primera mezquita que se construyó. El llamado Joya invita a la oración en la mezquita verde, previo lavado de rostro, manos y pies en las pilas para abluciones.

En Konia vi el Centro Cultural Mevlana, en honor al primer filósofo turco y al poeta sufí, Jalal Rumí, el creador de la orden de los derviches (significan mendigos) , los danzantes giróvagos llegados desde Armenia, que visten túnicas blancas y bonete blanco, girando en círculo buscando la unidad del hombre con Dios, mediante la elevación del alma en trance.

Luego de tanta espiritualidad, eºs hora de reponer energías con sopa de lentejas, kebab de cordero y musaka griega, acompañada de zumo de granada.

DE MEZQUITAS, GALLOS Y MINARETES

 

 

Si en nuestra región nos despierta el quiriqueo de los gallos, en Turquía a las 5.20 de la mañana nos sobresalta la invitación a orar en las mezquitas. Un rezo lastimoso se oye desde los parlantes de los minaretes que apuntan hacia los cuatro puntos cardinales.

Como un quejío al-andaluz, se asemeja a un dolor profundo. ¿Qué pena será? ¿O es un agradecimiento a Dios por la vida? Cinco veces al día se reiteran los llamados. En el interín el gulu gulu gulu de los pavos, es como si dijeran Gülé Gülé, el saludo de despedída de los turcos.

Circulan las mujeres tapadas con sus atuendos negros para rezar; otros portan sus alfombras para orar donde los sorprenda el llamado, en plazas, parques o jardines. Ameritan las ofrendas.

La mezquita de Suleimán, el Magnífico se construyó entre 1551 y 1557 y contiene un edificio funerario con siete tumbas para gobernadores y funcionarios. A su lado, el sultán hizo construir el baño turco dedicado a su amante favorita, Roxelana, una de las tantas que tuvo en su harém durante la dominación otomana.

Un hamman  limpia el cuerpo, la mente y el espíritu, y ¡lo necesito tanto! Voy hacia el Palacio de Topkapi, donde actualmente viven las herederas de las amantes, quienes no sólo tienen trabajo como prostitutas, sino como cocineras, tejedoras, o artesanas. Se dice que vivián las concubinas del harem, sirvientas, esclavas y los eunucos . Un sultanato de mujeres , aunque el harem fue el último símbolo de poder del sultán.

¿Antecedente del feminismo? El poder mayor lo tenían las valide sultán, quienes habían dado a luz a sus hijos; incluso influyeron en las conquistas imperiales. ¿Matriarcado? Una rara mezcla de tradiciones donde conviven judíos, moros y cristianos, que adoran a un mismo dios.

Desde tiempos inmemoriales las mujeres han deseado escapar de la prisión, como la historia de Aziyadé, concubina de un harem, que, enamorada de un joven oficial francés se aventuró a una historia de adulterio.

Los ojos verdes de la muchacha desde los barrotes del harem terminaron cautivándolo, cuando se adentró en los barrios musulmanes de la rada de Salónica. Por brevísimo tiempo, pudo tocar sus brazos a través de los barrotes y besar sus blancas manos, orladas de sortijas de Oriente. Con la ayuda de un barquero y de tres viejas judías, vestido a la turca, túnica dorada, cinturón con tres puñales damasquinados de oro y coral y fez rojo, se produjo el embrujo. Escapaba ella de la presencia del marido y de los hierros de las ventanas, hacia el cementerio de ruinas y tumbas de mármol y las noches de amor eran un canto de libertad.

Son muchas las Aziyadé que buscan emanciparse de cualquier manera. Aún deambulan por los garitos de los judíos en Turquía, que beben raki, hasta embriagarse.

Hoy, las mujeres jóvenes reniegan de las tradiciones, ya no rezan, se occidentalizaron. No usan la vestimenta exigida, sino fez y kaftan muy caros, a cara descubierta, luciendo sus bellos ojos seductores en las fiestas de las noches turcas, bajo la mirada autoritaria de los esposos.

Miro al cielo y agradezco la libertad que hoy tengo.

miércoles, 17 de agosto de 2022

DE TANGOS, FLAMENCOS Y FADOS

 

 

Las canciones visten el escenario vacío del silencio cuando de las saudades se trata. Sería inútil tapar los espejos para que no afloren los adentros. Como la serpiente, no pierden identidad y son la sal sobre la herida.

Dicen que los fados provienen de fattum, de fattos y los portugueses los definen como hados. ¿Has tenido algún fatto? Todos los tuvimos alguna vez. No lo dudo.

Abril en Portugal se oye en el bar adosado a la Iglesia de Santa Cruz, refaccionada en el siglo XVIII en la ciudad vieja de Cambria. Guitarra portuguesa y viola acompañan voces nostálgicas de los disgustos en el amor. …En la boca de un marinero de labios ardiendo de besos… mirada ciega llorando… arenas de Portugal. Y no está Amalia Rodrigues, pero sí su recuerdo en las esculturas de las violas, una de frente, y otra al dorso; tienen forma de mujer. Uma casa portuguesa resuena por los rincones y te eriza la piel.

Patios y escalera. Callejuelas empedradas. Arcos medievales. El río Mondego y el acueducto romano. La Universidad fundada en el Siglo XIII y los estudiantes, activos defensores de la libertad y la democracia. Envidia sana, a los ojos de aquellos que han perdido sus derechos.

Hay que recuperar energías en la Plaza del Comercio, donde antaño se hacían trueques e intercambios comerciales, ¿o en la Almedina, en lo alto del suburbio moro? Cualquiera de las opciones vienen bien para alimentarse. ¿Arroz con mariscos, bacalao, salmón?

Ahora Balada de la despedida inflama los corazones, como una triquiñuela del destino y de los hados, para decirnos adiós.

Y sí, los tangos, el flamenco y los fados nos dicen Amor se fue… bate las alas y despega… Amor se fue.

¿QUÉ HUBO?

 

 

Queridos compas:

                                 Quiero acompañarlos, a mi manera, para la Feria Virtual del Libro de México. Neta. Para los brodersitos, para las mamacitas y los papacitos chulos, al compás de un corrido. Como si estuviera en Guadalajara, envío algunas expresiones de México lindo. ¿Pos, pa’ qué?

 Y sino, a los tapatíos y tapatías. Según el diccionario, éstos son gentilicios de los nativos del Estado de Jalisco, pero la tradición popular dice otra cosa. En tiempos de la Colonia, Nueva España, se les prohibía a los neogallegos beber tequila o pulque; para disimular se la servía en jarro y se tapaba con pan, para engañar a la justicia, simulando que el contenido era atole, café o chocolate. Y cuando el vendedor se descuidaba, el cliente, precavidamente, le decía Tapa, tío.

Pero no te tardes en aprender estos regionalismos, que de milagro son hermosos. Por las dudas, ni se les ocurra saludar a los organizadores diciendo Hijos de la chingada. Queda mal. Mejor es Hijos de la eyaculatorias. Es más santificado. Es sabido que luego de los ocho hijos prometidos al padre, al abuelo y a Dios, la fecundación estaba terminada y la misión, cumplida.

Otra tradición que hoy se cuenta, pero no se practica, es que todas las mañanas, los hijos debían ir por orden, a recibir la bendición que le daba el padre. Es sabido de la religiosidad del pueblo. Sentado en su trono, en el retrete, les daba según edad y conductas, unas monedas, jamás billetes,  porque el dinero apesta.

Órale, que soy buena oreja, way. Una fresa mamonsísima. He pecado, lo sé. Lo sabes tú. De veras. Todo eso de la feria está bien chido, amigos chavos. Pero ningunísimo y jamásmente, nuevecitos en las ferias virtuales. Convientísimo, pues. ¿Toy pal diván?

Desde esta pinche vida, saluditos, cabrones.

TURQUÍA - ESTAMBUL

 

 

¡Pensar que no sabía qué era el Bósforo, ni el Mar de Mármara, cuando leía a Borges!

El Estrecho del Bósforo, de turquesas aguas, que ahora estoy recorriendo, une la Turquía asiática con la Turquía europea, desde el Mar Negro hasta el Mar de Mármara.  Ahí veo el Faro de Estambul y su leyenda; la hija del sultán, allí encerrada, encuentra la muerte por la mordedura de una serpiente. Y puedo ver a Leandro cruzando a nado para encontrarse con la diosa Artemisa, su amante, pero terminó ahogándose antes de llegar a ella.

El nombre de “Bosphorus” proviene de una leyenda mitológica. Zeus, para proteger a su amante IO de los celos de su mujer Hera, la convirtió en una vaca. Pero Hera descubrió el engaño y una vez más se volvió contra ella enviándole para perseguirla, un tábano que le picaba hasta volverla loca; el mar que debió costear en su alocada carrera un día se llamó el Bósforo, o el paso  (phorus) de la vaca (bous).

Un caótico aparato cultural, donde no faltan los mitos, caracterizó a su ajetreada historia. Se entrelazan dioses, mitos, reyes, comerciantes, embajadas, sultanes, musulmanes, ortodoxos y cristianos, navegantes, luchas intestinas, conquistas, imperios de policromáticas culturas. Todo ha dejado sus marcas al paso de persas, griegos, romanos, otomanos.

 Los locales, de rostros diversos, en vorágine vertiginosa, vagan por la ciudad, hasta perderse entre los aromas y colores del Gran Bazar. Y no veo en la Columna de Constantino los objetos sagrados allí guardados: un frasco de aceite perfumado de María Magdalena, el hacha con que Noé construyó el arca, y restos de panes con que Jesucristo alimentó a los hambrientos.

La Plaza de Taksim es hoy centro cultural y comercial moderno y lugar para manifestaciones políticas, como si fuera un agora turco. Ahora espío Estambul desde no de los infinitos minaretes mientras saboreo las delicias turcas y después me envolveré en las sedas soñadoras y las tramas de fabulosos tejidos, para crear historias mágicas.

CALEIDOSCOPIO Y TRINACRIA

 

 

Llevo las alforjas de la retina y la mente completamente repletas de sensaciones, colores, aromas, sonidos, sabores, tantos que hace falta dejar sedimentar. Recién ahora puedo cerrar mi boca que se mantuvo abierta por los ¡Oh! de admiración desde que llegué a Sicilia. Es que, como dicen los italianos, es “affascinante” y “meraviglioso” y la mejor manera de expresarla es escribiendo como ahora hago para todos aquellos que, como yo, sienten ansias por viajar y conocer los orígenes de nuestra cultura, la historia, la geografía, los mitos y leyendas, su  arte y la idiosincrasia de los pueblos que hoy habitan Sicilia.

Sé que los dioses me han protegido durante esos días, porque arribé a sus ciudades en son de paz, con la intención de absorber, como una esponja, todo aquello que me emociona. Y realmente Sicilia me ha conmocionado de tal manera que la Trinacria, el símbolo de la isla, no me convirtió en piedra, ni me expulsó, por el contrario, me enamoró y fue mi amuleto de la suerte. “Guárdate de la medusa y de su cabellera de serpientes”, dice la Trinacria, sonriendo con malevolencia. Griega, fenicia, asiática, la sonrisa de la Trinacria es el límite entre la vida y la muerte, una burla feroz. Veo a esa flor extraña de un miedo subterráneo en todas partes, en la bandera siciliana, en monumentos, en escudos, en ceniceros para turistas, en lámparas de caracoles rosados

Todo es exaltación de los sentidos y ¡qué razón tenía Homero al llamarla la Isla del Sol!  Aroma de cítricos, de vides y cultivos, de olivos y frutos de la tierra y del mar. Sabores del buen vino y el limoncello,  los connoli, el gelato de limone, los arancini, la pizza, la  pasta y ¡los postres! Qué delicia la “svogliatella” del café Gambrinus, el tiramisú (que significa “álzame”) y más.

Tonos verdes en los valles cultivados, amarillos y dorados de los cítricos, colores vibrantes de las casas asomando en la cima de los farallones, iglesias y cúpulas apuntando hacia el cielo azul, y debajo, el mar también azul intenso, haciendo vibrar el alma con acordes de una sinfonía celestial.

He imaginado el canto de las sirenas y he visto a IO coqueteando con Zeus, y a Icaro, el gigante que ahora duerme, pero que sigue buscando la libertad. Las alas de la medusa con cabellera de serpientes atestiguan ese espíritu independentista de la isla. Parece que aún no llega es instancia definitiva, porque sigue habiendo los capitán Schettino y los muchos “Padrinos”.

En la ensoñación de la vigilia pasa el comisario Montalbano por las callecitas de Noto  y Ragusa (Vigata en la ficción)  y de Hércules mientras el Vesubio continúa con su plan de dejar de fumar, sin atemorizar a Pompeya y veo las bellísimas taraceas, mientras escucho el “Funí culí, Funí culá”  me perfumo con el jacarandá-Chanel Nº 5 y pasa la manifestación anti-mafia del 23 de mayo. Falcone y Borsallino observan las camisetas de los estudiantes, mientras Santa Agata abre sus brazos protectores y me adormezco entre geranios rojos y Santa Ritas, gozando en mis papilas un confite de almendras, chocolate y limón.

domingo, 24 de julio de 2022

SIN ALUSIONES PERSONALES

 

 

Tal vez imaginas un pozo tétrico y hondo de aguas negras, de ladrillos resbalosos, con musgo palpitante. Es un lugar que te oprime las costillas y te sofoca la garganta. El grito no sale, porque ya es un hábito obsoleto y anacrónico; ya nadie escucha, ni osa intentar un pedido de ayuda. De tanto sufrir el ahogo te empuja a los rincones más oscuros del hospicio, donde ahora habitas con la mirada absorta y retienes y tragas toda la arena del desierto, hasta el  último gramo.

O quizás seas aquel juez que conocí, quien de niño se escondía en el sótano, o en el hueco de la escalera para sacarse los mocos, sin que lo vean. Y se sumía en el más ominoso silencio de humedad y del llanto de ausencias, mientras la carcoma devoraba la madera con fruición y avaricia.

No tienes nombre. Puedes ser hombre, mujer, niño o anciano, y puedes ser cualquiera de nosotros, acaso yo misma.

Por enésima vez soñaste con la persistencia de lo recurrente; esta vez las interrupciones, los vaivenes y las imágenes aumentaban su volumen y te sentías ¡tan pequeño!, como si un monstruo gigante estuviera por aplastarte.

Veías al minero. ÉL no subió a la superficie, como todos los días, esa atmósfera reseca, caliza  y salobre. Era el último turno para acabar la jornada. Aunque el sudor y el cansancio ya lo cegaban, él seguía paciente con el fárrago de su piqueta y su martillo, para extraer de las entrañas de la tierra, esa veta de cristales de roca que fulguraba entre los socavones.

Se detuvo para desentumecer los músculos y para secarse la cara y el cuello. Fue en ese momento, cuando escuchó el estruendo allá arriba. No tuvo tiempo de colocarse bajo el soportal de la galería. Todo fue polvareda y piedras derrumbadas, hasta tapar la salida.

Entonces, la dimensión de tu sueño y el ruidazal se agigantó, como para que tu memoria fije estas imágenes y así puedas recuperarlas cuando despiertes.

PAVOR

 

Entre el fango y la hediondez se estanca. El humo negro es tan negro como sus lágrimas. Huye y tirita en la impaciencia fría de la oscuridad.

El encierro oculta todas sus vergüenzas.

¿CICLOTÍMICA?

 

 

Como en un circo, camino a cortos pasos tomando la vara del equilibrista. Me detengo. Respiro, suspiro, me inclino y no quiero mirar hacia abajo. Una contorsión y así, no hay tiempo para evaluar dudas, certezas ni contradicciones… Me zambullo hacia el abismo insondable y…  con un brazo me sostengo y cuelgo. Abjuro de la poesía, de las luciérnagas, de los alguaciles y de las libélulas, y regreso al sitio seguro de la cuerda. Sonrío. El público aplaude.

OJOS VERDES

 

 

Ojos verdes como la albahaca. Miro esos ojos y me sumerjo entre los plantíos de albahaca, huelo, a bocanadas el refrescante y botánico olor de mi amado.

Como la albahaca él es piel salina y es sabroso, suave al tacto, macizo cuerpo de untuosos músculos. Me dejo llevar. Mi mano se desliza por toda su anatomía fuerte. Nos embriagamos con el excitante aroma a albahaca y ahora es áspero sabor de sus labios sedosos, hasta que los cuerpos quedan exhaustos de amor y reposan.

Los amantes que yacen en silencio. El verde de sus ojos está tornándose azul intenso cuando la noche los cubre.

TERAPIAS

 

 

-Usted debe darme el alta ya, doctora.

Pienso, luego insisto. Si bien hay todavía resabios de insensatez y una pizca de obsesión, me siento bien. Ya aprendí estrategias para no sufrir. Escribo. Compenso.

¡No más terapias!

REINCIDENCIA CERO

 

El niño es sincero. No dudemos. La cámara Gesel no miente.  Sus lágrimas y su cuerpo avergonzado lo gritan. Pienso, luego insisto.

El muy hijo de puta lo destrozó.

Ley de reincidencia cero y condena  infinita.

lunes, 18 de julio de 2022

NADA

 

 

Nada. Nadería. Nadalogía.

Compilado de nadismos.

Nada inmóvil. Me anonado.

Bruma sideral turbia y silencio.

Entropía de la nada.

Analgesia. Nada insípida.

Piel, caparazón y morfología de nada.

Manifiesto de la nada y las fruslerías.

De improviso,

La chapa opaca del cielo se estremece.

Un resplandor destella por un instante.

Estampidos ensordecen y yo, en un arrebato

me impulso y salgo de la quietud.

Oscilo en el péndulo de una rama.

Regusto amargo en las papilas.

Sudor frío en la frente que empapa la almohada.

Me incorporo y todavía me veo

sahumando de azufre todo el entorno.

EL CORAJE DE VIVIR

 

 

Por las rendijas de una casucha ruin penetra el frío de la noche.

Han cortado la luz por falta de pago y ya no puede ver la vida que pasa en el monitor.

Por la calle corren el policía y el ladrón.

Por la ruta, las sirenas aturden. ¿Será un accidente? ¿Una ambulancia? ¿Los bomberos?

Se hace el silencio. En la penumbra se oye el sollozo apagado del niño al que le chiflan las tripas. Al lado, el jadeo de los amantes.

Se cubre con la cobija corta y tirita.

Ahora, el viento sopla con más intensidad. La luna sigue escondida tras una nube oscura.

REMINISCENCIAS

 

 

Un estremecimiento leve le dio el aviso. Su mano derecha comenzaba a entumecerse; quiso mirarla, pero la penumbra de la habitación silenciosa o la bruma de sus ojos secos no la dejaron. La otra mano mantenía su ritmo vital, entonces palpó el dorso y comprobó el grosor de las venas; supo que eran azules y  que el fluir se hacía cada vez más tortuoso.

No supo qué hora era, aunque el runrun exterior le indicaba que era de mañana; en el hogar comenzaba la rutina de cada día.

Visión nublada y sonidos perturbados. Una mano cálida y la otra gélida. Su boca era un páramo de areniscas que no recibían el alivio de tan solo una gota y su lengua, un artefacto inútil que no lograba distinguir otros sabores más que el de la saliva espesa. Un perfume añejo de alcanfor impregnaba todo el ambiente, camuflando otros posibles aromas.

Entonces, quieta en su recinto, sólo su mente estuvo vivaz y las reminiscencias comenzaron a aflorar.

Las yemas de sus dedos curiosos ya estaban recorriendo la pelambre de un pecho fuerte y una espalda vigorosa. Un sabor acre le despertó las papilas y mientras palpaba las cejas tupidas, adivinaba esos ojos negros sonrientes, que tanto la enamoraban.

Después, toda su piel se arrebujaba sobre un vientre abultado y lampiño y se dejaba mecer en los muelles brazos protectores, mientras un aroma de almizcle penetraba en sus narinas.

Más tarde, o antes, quizás, fue la música de un corazón jovial la que despertó todos sus sentidos y el silencio se hizo melodía en sus carnes agrietadas. Un arpa gimió arpegios de un solo acorde, un violín desgranó dulces gotas de emoción, un vibrante teclado le dio la cadencia y el ritmo sincopado a su remozado latir. Un trombo-trombón anunció la tormenta y el final.

-Es hora de su medicación. –escuchó cuando de improviso la puerta se abrió.

La calma siguiente auguró el postrer vuelo de una mariposa saliendo por la ventana, sin temor de que sus alas se impregnen del rocío de un amanecer tornasol.

HIBERNANDO

 

Anduvo por los senderos en busca del horizonte, por los caminos polvorientos, por veredas de cemento y brillo. Recorrió las superficies de banal inconsistencia.

Decidió hibernar en el silencio interior de la tierra. Como las lombrices, cavó en los vericuetos escondidos.

Hoy es ya compost.

HENDIDURAS

 

Cuando se aburrió de mirarse el ombligo, hizo una torsión en puente, para ver la realidad desde otra perspectiva. Caminó hacia un lado y otro de la grieta, hasta que se cansó y cayó al abismo. No lo vimos más.

EL CONTORSIONISTA

 

Corrió hasta el final del muelle. De reojo, vio que lo perseguían esos tipos de los sueños malvados, y los otros. Se hizo un bollito. Pasaron volando sobre su espalda para caer al lago, donde no hacés pie. Lo malo es que desaparecieron las utopías.

HOJAS SECAS

 

 

Han caído las hojas, se desnudaron los álamos sobre nuestras sillas. Una tristeza amarga se posa en ellas y me dice que ya no volverás.

Las primeras nieves, como un manto de olvido van tapando nuestro secreto. Arriba, la luna turca y una estrella despiden la noche desdichada. Queda olvidada una manta que cubrió ese amor fugaz y ahora sé que la verdad duele una vez, pero la mentira o la verdad a medias, duele siempre. Los copos blancos siguen cayendo, imperturbables. 

PAROXISMO II

 

Siente a lo largo de la espalda cómo los dedos de él le recorren vértebra por vértebra, cómo unas yemas suaves le redondean caricias circulares, cómo unos pellizcos pequeñitos le sacuden la cintura, cómo, al darse vuelta, somnolienta, un beso tibio le templa el ombligo, cómo unas manos despejan su cabellera abundante para ver su cuerpo de luna, cómo esas manos fuertes presionan sus caderas, cómo una marea de aguas cálidas le recorre toda la piel, cómo una corriente eléctrica le sacude las extremidades , hasta las uñas, cómo sus piernas primero aprietan y después se aflojan, cómo su centro se precipita en lentas gotas de placer y se adormece, cómo se detiene todo su cuerpo de melocotón, hasta brillar, como relucen en primavera las flores del duraznero.

ME FLAGELA EL SILENCIO

 

Caen los pájaros ateridos con sordo estertor sobre las charcas.

Encallo sobre la podredumbre de flores muertas y espumarajos arremolinados.

Pienso, luego insisto.

¡No quiero quedarme en las cuadrículas de la soledad!