lunes, 12 de febrero de 2024

Blanca, la atormentada

 

 

Blanca tiene la tez pálida, como un cúmulo nuboso en los cielos de verano, cuando se espera la lluvia. En los días brillantes de sol, sus ojos son azules. Azul lavanda, diría, como si ese color y ese aroma le diera la calma que tanto necesita.

De mirada huidiza, el azul se torna gris, cuando anticipa la tempestad que seguro vendrá. Hasta puede vaticinar rayos y relámpagos en medio de los truenos.

¿Vieron que hay gente que se queda quieta y se paraliza cuando el humo de los pensamientos comienzan a desarmonizarla? Es preciso, entonces, descolgar del tendedero los vestidos del miedo. Por el contrario, otros miran a los ojos, y sonríen más que con la boca, con los ojos. Son los que buscan comunicación y socializan aún con desconocidos.

 Pero la mujercita en cuestión, camina mirando el suelo, sólo ve zapatos de transeúntes apurados; nunca viste ropas llamativas, como para atraer a las mariposas. Un rostro opaco, así jamás será motivo de encuentros, ni siquiera con los pocos recuerdos felices.  Tampoco hallará alivio. Por las noches, casi siempre, los demonios la acechan y no le dan respiro para alcanzar el sosiego.

-Tenés que hacer trabajo físico, gimnasia, no sé, para dejar el cuerpo cansado y vas a ver que dormirás como tronco.

-Vamos a seguir un tratamiento con psicofármacos, Blanca, para ahuyentar a esos fantasmas.

_¿Y si te centraras en una introspección? Autoconocimiento, le dicen.

-Dejate de joder con tantas vueltas, No te empastilles más…

-¿Y si ves a un a curandera o una bruja?

-Probé con todo ya. Medicina tradicional, Medicina alternativa. Y lo único que tranquiliza mi angustia, son las tisanas de hipericum, que se hace con hojas y flores… Pero, de nuevo, en mitad de la noche, y aún con el velador prendido, veo sombras, vuelven esos malditos y sufro cada vez más.

Un sujeto muy entrometido que escuchó esa última conversación, se animó a aconsejarla.

-Señorita, perdón por la intromisión, oí todo y no puedo contenerme. Para sus males, lo mejor es poner entre la funda y la almohada, una bolsita de semillas, flores y hojas de lavanda. Verá que podrá dormir ocho horas seguidas sin complicaciones.

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Ahora sí, en secreto, está presente aquí, en nuestra tertulia, el último personaje de este relato. Se llama Oscar. Lo invito a deleitarnos con su conversación, al momento de abrir el micrófono. Gracias.