sábado, 23 de noviembre de 2019

El ojo en la tela



Cuando el tedio cambió de nombre…
Cuando culminó la hazaña de dejar pasar un día más…
Cuando la ansiedad se disipó...
Cuando un ojo también tenía una historia que contar…
Cuando un aire límpido era una sosegada brisa benévola…
Cuando su ojo se habituó a la serenidad del ritual de las jornadas sin matices…
Cuando asimiló la quietud y se reconcilió con la pereza de los relojes…
Cuando su pupila dejó entrar, al fin, toda la luz…
Una ficción que acababa de reventar en el aire, igual que una burbuja de jabón, una transparencia ilusa, una mágica idea , una percepción tridimensional más enorme que la acostumbrada, de pronto rompió  el cascarón tenue del iris y entonces se vio. Todos vieron cómo irrumpía un hombre fuerte y poderoso, un superhombre potente robustecido por las vicisitudes de la vida, abriéndose paso entre la maleza de las pestañas, emergía para terminar de salir.
No quería más ser prisionero del ojo vigía, el de la escuela controladora, el de los miembros de algo que decía llamarse familia, el del cura pervertido, el del correccional, el del altar de cualquier iglesia, el del policía que transita las calles en la noche, el de la compañera infiel, el del calabozo. Todos esos ojos tenían la catadura de la hipocresía y la malignidad y en cada momento le estaban rapiñando su porción de libertad, porque intentaban engañarlo.
Era la niebla blanca y sucia, húmeda, viscosa y suya, la que sus ojos veían tiempo atrás. La rutina lo estaba matando de aburrimiento.

Hoy, al concluir la pintura, esa mañana encontró el cielo límpido, apacible y en paz. Lo noté en su mirada cuando conversamos sobre la obra.
-Has interpretado bien. –Me dijo con un dejo de satisfacción.
-¿Y ese hombre que está saliendo del ojo, quién es?
-Ése soy yo, que pronto estaré libre.
-Pero si sos un flaquito gurrumín, casi un adolescente en desarrollo.
-¡Ah! Pero estoy preparando mis músculos, ya verás.
Fue en ese momento que me regaló su pintura.
-Porque sos la única que me comprende- afirmó.

Ahora ha cumplido ese deseo largamente incubado en el nido de los sueños y ya es libre. Un cielo brillante está auspiciando más días sin niebla