lunes, 21 de junio de 2021

La piedra

 

 Es rotunda y áspera,

Al palparla es rugosa en los relieves.

Nervaduras claras y profundos canalones oscuros,

debajo.

No puede saberse qué hay dentro.

Quizás, sólo vemos abstracciones,

metáforas encriptadas,

confusas relaciones semánticas

que se esconden,

como se ocultan las culpas,

disfrazadas para engalararse

en el falso carnaval y

bailan una danza pérfida.

 En esa perversión,

en esa infidelidad,

algún día serán más traidoras y

se enquistarán, como las plantas parásitas,

 en alguna parte del cuerpo,

para seguir riendo esa risa procaz y

pecaminosa carcajada.

Paroxismo II

 

 

Siente a lo largo de la espalda cómo los dedos de él le recorren vértebra por vértebra, cómo unas yemas suaves le redondean caricias circulares, cómo unos pellizcos pequeñitos le sacuden la cintura, cómo, al darse vuelta, somnolienta, un beso tibio le templa el ombligo, cómo unas manos despejan su cabellera abundante para ver su cuerpo de luna, cómo esas manos fuertes presionan sus caderas, cómo una marea de aguas cálidas le recorre toda la piel, cómo una corriente eléctrica le sacude las extremidades , hasta las uñas, cómo sus piernas primero aprietan y después se aflojan, cómo su centro se precipita en lentas gotas de placer y se adormece, cómo se detiene todo su cuerpo de melocotón, hasta brillar, como relucen en primavera las flores del duraznero.

Paroxismo I

 

 

Como una carcajada sarcástica, el mar sacude las barcas para humillarlas en su pequeñez, entre  flujo y reflujo de ansiedad, en el vértigo de las marejadas sin tiempo y el alboroto de las aves que huyen en escándalo de alas y chillidos.

Movimiento violento de la entraña hirviente y desenfrenada. Remolino de despojos fugitivos de tablas, de peces ahogados, de matas y de algas, brincando y sumergiéndose en el tumulto oscuro, sin retroceso. Es como si el mar hubiera vomitado en su paroxismo final.

En la playa, entre los restos flotantes, las barcas embican, unas tras otras. También yo.

Dinosaurios

  

El tiempo pasa,

simple manera de decir.

Llevo un dinosaurio en mis entrañas

que devora milenios, siglos, años,

toda la selva

y hasta un árbol repleto de frutos maduros.

Tu hijo lleva dentro un triceratop

que engulle años, uñas y una brizna de pasto.

Tus nietos llevarán un saurio gigante

que roe con fruición las raíces escasas

que se niegan a morir en el erial,

saciándose después con sus cartílagos y sus huesos

para inmovilizarlos.

Las aves carroñeras harán su parte:

lo deglutirán sin culpa.

Aquí estoy, sacudiendo mi cola portentosa

para espantar a los que me perturben cada día.