domingo, 2 de febrero de 2025

ZAPATOS

 

 

 

El hombre vive el tiempo en la sucesión,

y el mágico animal (el gato), en la actualidad,

 en la eternidad del instante. Jorge Luis Borges.

 

De vez en cuanto se nos presentan imágenes incongruentes con superposición de tiempo y espacio en confuso desbarajuste, que no hacen más que desordenar ideas, así como un sonámbulo.

--¿Qué hacés ahí? – Con la cara somnolienta y en pijamas, revuelvo sweaters y calzones en el placard.

-- Estoy buscando el salvavidas.

Quería ir a la biblioteca, pero erré el camino. Mamá esperaba en una calle del alto. Me perdí mientras caminaba por un sendero de piedras y de grava, por donde ramonean los chivos. Un profundo huellón, sin embargo, me dejó ver las agujas de la catedral. Un perro pulgoso me atacaba y entonces, alcancé a subir por una escalera mecánica. Creo que era en Alicante… Mmmm, ¿pero si quería ir a la biblioteca municipal? Me esperaba Dalia, la bibliotecaria, para que termináramos una monografía sobre un autor argentino. Ahora no me acuerdo de quién se trataba.

No alcanzo a tomar un racimo de uvas apetitosas, al costado del castillo de Santa Bárbara. El moro Ibrahim me piropea y creo entender que me dice Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos. Saboreo esa dulcísima fruta y me deleito.

Tanteo mi celular en el bolsillo izquierdo para llamar a mamá y avisarle, pero imposible, si ella no tiene celular, porque murió mucho antes de la aparición del teléfono fijo. Pero éste no es mi celular, es el de Victoria que acaba de zambullirse a la laguna con las ojotas puestas.

--¡Buscala, que se va a ahogar! –Me grita mi padre, enfurruñado. Pero él también estaba muerto hace mucho. Los muertos me hablan, los oigo. Él estaba por viajar a visitarnos, después de perdonarme. ¿Pero qué es este embrollo en mi cabeza? Un colibrí tornasol revolotea en pleno vuelo. – Tu madre no puede tomar un cole para volver, si no conoce la ciudad. – Tiré los zuecos y allá fui, pero sólo rescaté las ojotas. ¡Si Victoria está vivita y coleando, festejando su abuelazgo! Tampoco encontré los zuecos arruinados entre la maraña de mosquetas y retamas. 

Dalia, vestida de milonguita, me espera. Apoya sus zapatos de baile en el escritorio. --¡Dale, que llegamos tarde para la clase de tango!

Un aroma de hojarasca y de hongos deja sin contraste las imágenes y se oye el toc-toc de un pájaro carpintero. Una bota de soldado de la Campaña del Desierto, unos borcegos viejos, una zapatilla de runner y un estilette de cuero rojo con el taco intacto, interrumpe mi camino.

 

Esta historia de aventuras, ya en el límite de los ensueños está llegando a su fin. Colorín colorete este cuento se ha acabado. Escucho el mensaje de Gladys que pasará a buscarme para la reunión, ensayo de lecturas.

Al costado de la cama encuentro las ojotas, los zuecos, los borcegos, una bota arruinada, el estilleto rojo y los tacones de tango.

Ahora sí, ya despierta, googleo el significado de soñar con zapatos: Tenés que dejar de volar y pisar con pie firme para dar pasos seguros, en lo que queda por recorrer.

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