El hombre vive el tiempo en la sucesión,
y el mágico animal (el gato), en la actualidad,
en la eternidad
del instante. Jorge Luis Borges.
De vez en cuanto se nos presentan imágenes incongruentes con superposición
de tiempo y espacio en confuso desbarajuste, que no hacen más que desordenar
ideas, así como un sonámbulo.
--¿Qué hacés ahí? – Con la cara somnolienta y en pijamas, revuelvo sweaters
y calzones en el placard.
-- Estoy buscando el salvavidas.
Quería ir a la biblioteca, pero erré el camino. Mamá esperaba en una calle
del alto. Me perdí mientras caminaba por un sendero de piedras y de grava, por
donde ramonean los chivos. Un profundo huellón, sin embargo, me dejó ver las
agujas de la catedral. Un perro pulgoso me atacaba y entonces, alcancé a subir
por una escalera mecánica. Creo que era en Alicante… Mmmm, ¿pero si quería ir a
la biblioteca municipal? Me esperaba Dalia, la bibliotecaria, para que
termináramos una monografía sobre un autor argentino. Ahora no me acuerdo de
quién se trataba.
No alcanzo a tomar un racimo de uvas apetitosas, al costado del castillo de
Santa Bárbara. El moro Ibrahim me piropea y creo entender que me dice Quiero
hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos. Saboreo esa
dulcísima fruta y me deleito.
Tanteo mi celular en el bolsillo izquierdo para llamar a mamá y avisarle,
pero imposible, si ella no tiene celular, porque murió mucho antes de la aparición
del teléfono fijo. Pero éste no es mi celular, es el de Victoria que acaba de
zambullirse a la laguna con las ojotas puestas.
--¡Buscala, que se va a ahogar! –Me grita mi padre, enfurruñado. Pero él
también estaba muerto hace mucho. Los muertos me hablan, los oigo. Él estaba
por viajar a visitarnos, después de perdonarme. ¿Pero qué es este embrollo en
mi cabeza? Un colibrí tornasol revolotea en pleno vuelo. – Tu madre no puede
tomar un cole para volver, si no conoce la ciudad. – Tiré los zuecos y allá
fui, pero sólo rescaté las ojotas. ¡Si Victoria está vivita y coleando,
festejando su abuelazgo! Tampoco encontré los zuecos arruinados entre la maraña
de mosquetas y retamas.
Dalia, vestida de milonguita, me espera. Apoya sus zapatos de baile en el escritorio.
--¡Dale, que llegamos tarde para la clase de tango!
Un aroma de hojarasca y de hongos deja sin contraste las imágenes y se oye
el toc-toc de un pájaro carpintero. Una bota de soldado de la Campaña del
Desierto, unos borcegos viejos, una zapatilla de runner y un estilette de cuero
rojo con el taco intacto, interrumpe mi camino.
Esta historia de aventuras, ya en el límite de los ensueños está llegando a
su fin. Colorín colorete este cuento se ha acabado. Escucho el mensaje de
Gladys que pasará a buscarme para la reunión, ensayo de lecturas.
Al costado de la cama encuentro las ojotas, los zuecos, los borcegos, una
bota arruinada, el estilleto rojo y los tacones de tango.
Ahora sí, ya despierta, googleo el significado de soñar con zapatos: Tenés
que dejar de volar y pisar con pie firme para dar pasos seguros, en lo que
queda por recorrer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me gustaría conocer sus opiniones, percepciones y comentarios de las páginas de mi blog.