--¿Cómo te va con el príncipe azul?
--Cortamos hace un tiempito. ¿Y vos?
--Todavía sigo buscándolo, desde que murió mi compañero.
--¿Y no lo conseguís?
--No, los que pasaron, así como vinieron, se esfumaron. ¿Qué le vamos a
hacer?
--Contame.
--Encontré uno que no era lindo, tenía una espalda jibosa, cara de sapo y
sin un mango. Hice de tripas corazón, besé su boca de batracio para salir de
tanta soledad. Pero no resultó.
--Pasa que nosotras idealizamos al amor y queremos transformarlos a nuestra
medida, pero no se puede… lo intenté, te lo juro. Por ejemplo, yo pensaba que
había conseguido mi media naranja, por ser cariñoso, amable y protector. ¿O
habré estado buscando un padre? Tenía 14 años más que yo. En fin, andaba muy
Chacabuco ¡y yo no soy samaritana!
--¡Ay, no! Tenés que pensar que nosotras somos una naranja entera,
original, que aún somos dulces y jugosas, aunque un poco ácidas. ¿Vos qué
pensás?
--Claro, a nuestra edad todavía podemos seducir, aunque lo que ocurre es
que los hombres quieren sofocarnos hasta la sumisión; me parece que a ellos no
les convence porque pierden su rol de macho, salvo que quieran arrimarse para
que los banquemos con todo, porque no quieren trabajar para ganarse el mango…
--Entonces, la metáfora del príncipe azul no va más. ¡Estamos en el siglo
XXI! ¿No te parece?
--Los cuentos de hadas eran para que las abuelitas nos lean historias para
descansar cuando estábamos con fiebre y chuchos, o como me pasó a mí, con los
flemones que siempre me torturaron… que la bella princesa es despertada por un
príncipe con un beso, que las madrastras son malas, que el destino, que los
zapatitos de cristal… ¡y la mar en coche!
--Cuestión, que ya no hay hombres de traje principesco, fajín dorado y
bigote lustroso. Mirá esos que pasan por allá. Cuerpos llenos de anabólicos,
camisas abiertas, lampiños, usan chupines ajustados y van con mocasines sin
medias, juntitos y risueños. Y ni nos miran.
--Yo quería un príncipe azul, así que seguí unos consejitos: “Para
conseguirlo, tenés que agarrarlo del cogote, y enseguidita verás que se pone
azul”. Eso hice con el último que conocí. Quedó tirado en su Dpto. y ahora ando
escabulléndome, escapando al bulto.
Ayudame, porfi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me gustaría conocer sus opiniones, percepciones y comentarios de las páginas de mi blog.