sábado, 19 de noviembre de 2022

VISTA ALEGHRE. AGUA DE FUEGO

 

 

 

Esta llanura rajada de grietas y arroyos secos…

                                                                                       Pero sí, hay un pueblo…Se oye que ladran los  

                                                                                       perros (Juan Rulfo. "Nos han dado la tierra"                 

                                                                                  Un río manso bordeado de enhiestos álamos y sauces que no lloran. Manzanas rojas y jugosas peras. Las manzaneras cosecheras, de cachetes rojos, rebosantes, subyugan a los trabajadores golondrina. Hay cerezos adormecidos de belleza. Los campos florecen en los labios de la mañana y las vides, pletóricas de uvas blancas, negras y rosadas.

Aromas de sidra, champán y vino, desde las fábricas. Aromas de mermeladas y chicha, desde las casitas humildes. Acequias rumorosas y la voz ronca del viento juega entre los frutales. Placidez y calma en el paisaje pastoril, como una égloga, dan sosiego al espíritu. Allá, junto a las bardas rojizas, ramonean las cabras. Vista Alegre le llamaban a la villa tranquila.

Hoy la mirada hace remolinos en la memoria. La bestia ha mordido al hombre. La tierra silente huele a brea y a cemento. Palabras nuevas: Expropiación. Oro negro. Crisis y políticas energéticas. Calentamiento global. Economías regionales. fondos estatales. Fondos privados. Globalización…

Todo vestigio vegetal arrasado. Sólo desierto. Desde los huecos se esconden las plegarias. Piedras y más piedras. Jarillas, coirones, palo piche y cardo ruso ruedan con el rugir del viento. Han huido las mariposas y la esencia efímera de la esperanza.

Gatos, extractores de petróleo, como antiguos dinosaurios se divisan en el horizonte. Por las noches ya no hay luciérnagas, son los venteos de gas que borran las huellas de la desidia con su fuego. Rojo infierno.

Portentosos motores, vehículos como monstruos, grúas y máquinas, horadan la tierra de noche y de día, sin permiso.

-Un lugar que oprime las costillas y sofoca la garganta. -Al chacarero lo ha alcanzado la melancolía y la tristeza. Con mirada absorta retiene y traga toda la arena del desierto, hasta el último grano de arena.

Meseta árida, cuarteada, reseca, rescoldos, humaredas, osamentas y cenizas, donde los esqueletos deambulan sin norte, llevando un espino entre las falanges.  Con voz nativa la llaman “Agua de fuego” y ahí está la evocación de “La Pasto Verde”, que en medio de la Campaña del Desierto, con terquedad de mujer, con decisión y coraje, quiso crear un paraíso verde, escarbando el ombligo de la tierra.

Una construcción baja, de chapas de zinc, donde el viento arrasa, recibió a la soldadesca para saciar sus ansias. Ellos le arrebataron el destino de las muchachas. La soledad les agujereó los sueños, penetró el alma y les arrebató la esperanza.

Más tarde, muchos años más tarde, desde las cumbres más altas vino el aluvión de agua y barro y sepultó definitivamente todas las ilusiones, como un castigo a las mujeres fáciles.

Así se va transformando la vida que era antes. Si el follaje verde de los árboles abre las cerraduras de la vida, la rueda de los engranajes de hierro,  muelen las alas rotas de los sueños.

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