Esta llanura rajada de grietas y arroyos secos…
Pero sí, hay un pueblo…Se oye que ladran los
perros (Juan Rulfo. "Nos han dado la tierra"
Un río manso bordeado de enhiestos álamos y sauces que no lloran. Manzanas rojas y jugosas peras. Las manzaneras cosecheras, de cachetes rojos, rebosantes, subyugan a los trabajadores golondrina. Hay cerezos adormecidos de belleza. Los campos florecen en los labios de la mañana y las vides, pletóricas de uvas blancas, negras y rosadas.
Aromas de sidra, champán y vino, desde las fábricas. Aromas de mermeladas y
chicha, desde las casitas humildes. Acequias rumorosas y la voz ronca del
viento juega entre los frutales. Placidez y calma en el paisaje pastoril, como
una égloga, dan sosiego al espíritu. Allá, junto a las bardas rojizas, ramonean
las cabras. Vista Alegre le llamaban a la villa tranquila.
Hoy la mirada hace remolinos en la memoria. La bestia ha mordido al hombre.
La tierra silente huele a brea y a cemento. Palabras nuevas: Expropiación. Oro
negro. Crisis y políticas energéticas. Calentamiento global. Economías
regionales. fondos estatales. Fondos privados. Globalización…
Todo vestigio vegetal arrasado. Sólo desierto. Desde los huecos se esconden
las plegarias. Piedras y más piedras. Jarillas, coirones, palo piche y cardo
ruso ruedan con el rugir del viento. Han huido las mariposas y la esencia
efímera de la esperanza.
Gatos, extractores de petróleo, como antiguos dinosaurios se divisan en el
horizonte. Por las noches ya no hay luciérnagas, son los venteos de gas que
borran las huellas de la desidia con su fuego. Rojo infierno.
Portentosos motores, vehículos como monstruos, grúas y máquinas, horadan la
tierra de noche y de día, sin permiso.
-Un lugar que oprime las costillas y sofoca la garganta. -Al chacarero lo
ha alcanzado la melancolía y la tristeza. Con mirada absorta retiene y traga
toda la arena del desierto, hasta el último grano de arena.
Meseta árida, cuarteada, reseca, rescoldos, humaredas, osamentas y cenizas,
donde los esqueletos deambulan sin norte, llevando un espino entre las
falanges. Con voz nativa la llaman “Agua
de fuego” y ahí está la evocación de “La Pasto Verde”, que en medio de la
Campaña del Desierto, con terquedad de mujer, con decisión y coraje, quiso
crear un paraíso verde, escarbando el ombligo de la tierra.
Una construcción baja, de chapas de zinc, donde el viento arrasa, recibió a
la soldadesca para saciar sus ansias. Ellos le arrebataron el destino de las
muchachas. La soledad les agujereó los sueños, penetró el alma y les arrebató
la esperanza.
Más tarde, muchos años más tarde, desde las cumbres más altas vino el
aluvión de agua y barro y sepultó definitivamente todas las ilusiones, como un
castigo a las mujeres fáciles.
Así se va transformando la vida que era antes. Si el follaje verde de los
árboles abre las cerraduras de la vida, la rueda de los engranajes de hierro, muelen las alas rotas de los sueños.
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