Han
caído las hojas, se desnudaron los álamos sobre nuestras sillas. Una tristeza
amarga se posa en ellas y me dice que ya no volverás.
Las
primeras nieves, como un manto de olvido van tapando nuestro secreto. Arriba,
la luna turca y una estrella despiden la noche desdichada. Queda olvidada una
manta que cubrió ese amor fugaz y ahora sé que la verdad duele una vez, pero la
mentira o la verdad a medias, duele siempre. Los copos blancos siguen cayendo,
imperturbables.
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