-¿Me ayudas a interpretar los
sueños? -Como un pedido de auxilio, su mirada perturbada de abotargado
silencio, me indicaba que mientras dormía, hubo señales.
Se había despertado por fuertes
golpes que suponía provenían de llamados en la puerta, pero eran martillazos
que daba el vecino en la obra en construcción.
-Conviene que enumeres las
imágenes que se sucedieron, porque rápidamente se van borrando de la mente. Lo
que es cierto, es que los sueños expresan deseos inconclusos.
La trenza congelada de Lucía, que
asomaba debajo del casco de esquiadora. Padre y esposo departen amablemente en
un ambiente que podría ser el inframundo; las llamas no los tocan cuando el
potente chorro de agua de los bomberos, lava el odio que se tenían. Alicia, una
parienta que vive muy lejos, repentinamente aparece y conversa con mamá, que
nunca vio y ya no está, mientras preparan la comida. Las manecillas del reloj
descuajeringado giran “a lo loco” al darle cuerda. A contrarreloj, me apuro
para asistir a la reunión a la que me había comprometido, pero ¿cómo iré, si no
encuentro ni los zapatos, ni la dentadura? El cordón de una bota está atado al
fino tacón del stiletto rojo; de un cierre roto asoma la pantufla
despeluchada; el sueco verde arratonado se quiere emparejar con la ojota que
había perdido en la Isla de Barú. No se ve la mesa del comedor, pero hay que
comer. Mamá sirve la cena haciendo lugar entre los zapatos acumulados sin
armonía y ¡ahí está la dentadura postiza que buscaba! Así termina la vida… y
comienza el sobrevivir, escrito como graffitti en la pared ciega y blanca.
Había apagado el celular para
dormir sin interrupciones y ahora lee la respuesta virtual de la gobernadora a
una docente amiga, que prefiere ir al loquero, antes de seguir humillándose en
la escuela de hoy. -¿Qué tiene en la
cabeza la tipa que iza la bandera mapuche en una Universidad del Sur? -la
llamada termina de volverla a la vigilia.
Finalmente encuentra el mensaje
del Gran Jefe Seattle (1855), publicado por una fundación que defiende el
medioambiente. El aire es algo precioso, porque todos comparten el mismo
aliento, el animal, el árbol, el hombre… La savia que circula en los árboles
porta la memoria del hombre… La tierra no pertenece al hombre. El hombre
pertenece a la tierra… Los ríos son nuestros hermanos… llevan nuestras canoas y
alimentan a nuestros hijos…darles un trato bondadoso como el que le darías a
cualquier hermano… Trata a la Madre Tierra, y a su hermano, el cielo, de la
misma forma… Un insaciable apetito voraz devorará la tierra y dejará tras sí,
sólo un desierto.
-Mejor dejemos a los lectores que
interpreten… - Y la veo partir con decisión y esmero para dar la conferencia.
De sus labios rojos asoma una sonrisa blanquísima (había encontrado el
artificio). Un rodete, como al descuido, anuda sus cabellos canos. El trajecito
marrón de falda tubo y tacones al tono, le dan elegancia y convicción, como
plus. Lleva en el maletín la ponencia que leerá en el Paraninfo de la
Universidad.
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