viernes, 22 de abril de 2011

La gringa se la banca

Recuerdo que una vez tuvo que vérselas con alumnos pandilleros, esos de "armas llevar", que en el ambiente orillero de la escuela secundaria, se firmaban el garabato en la cara o en el pecho, como aquel "un tal Jacinto Chiclana", y no fue en Balvanera, ni por donde merodeaba el chileno Suárez, por los pagos del arroyo Maldonado.
No. El hecho sucedió a la salida de clases. Uno de la patota "Los gorritas", que "se la tenía jurada" al gordito Toro, de un solo puntazo se vengó. Eso ocurrió en el alto de Bariloche.
Y Silvia, directora reciente, no reaccionó porque se paralizó al ver tanta sangre que manaba del brazo izquierdo de ese adolescente. Las atenciones primarias fueron brindadas por otros valientes. Toalla, torniquete, ¡manos a la obra!, a cargarlo rapidito al viejo Renault 12 del profesor de geografía (que quedó manchado de sangre indeleble), rumbo al hospital.
A ella la reacción no tardó en llegarle: un flemón en la mejilla derecha le desfiguró la cara, en la sala de espera. Cinco horas de ansiedad para salvarle el brazo a Torito. ¡Y lo salvaron, nomás!
Llegaron después las reuniones con la comunidad educativa, con el cuerpo docente, con los padres...
-Hay que echar a los patoteros.
-Voy a pedir el pase a otra escuela del centro.
-Ése, el cuchillero había quedado libre, por mafioso.
-Acá los alumnos son todos unos delincuentes.
-No podemos garantizar una guardia permanente a la salida de clases.
-Yo no trabajo más en esta escuela, aunque me quede sin trabajo.
-No hay patrulleros a disposición.
-A mi hija la amenazaron con un arma blanca a la salida del gimnasio.
-No tenemos combustible y falta personal.
-Hay que hacer reuniones con los responsables de la Junta Vecinal.
-Tenemos que organizarnos para apoyar a la salita de salud del barrio, porque el hospital queda muy lejos.
-Y reunirnos con el personal de la salita...
-Hay que organizar talleres de prevención de adicciones.
-Vamos a preparar torneos de futbol intercursos.
-Propongo jornadas sobre la no violencia.
-Podemos hacer entrenamiento en mediación escolar.
-El diálogo es la mejor manera para llegar a acuerdos sin agresiones.

Todos opinaban, pero la solución no aparecía.
-Pedro, por favor, revise a Medina de 3º1º. Cachéelo en el baño, dicen que anda con una navaja.
-No, Sra. Yo vivo en el barrio. Si me agarra la patota, me liquida -contestó el portero.
-Muy bien. Entronces, me encargo yo -afirmó Silvia, y llegando con un estruendoso taconeo, interrumpió la clase de Inglés en 3º1º.
-Medina, dicen que tenés una navaja. ¿Me la das?
-No. No tengo -y amagando bajar el cierre del jean, la provocó -revíseme, si quiere -y también provocó la hilaridad de todos.
-No te voy a cachear. Vení conmigo a la Dirección.
-Dale, flaco, andá que te va a tocar la dire. Andá.
-Si no me das el arma, tenés que ir sabiendo que acá, en la escuela, todos te vamos a tener en la mira -A Silvia le saltaba el corazón debajo de la blusa, pero disimulaba. Y sus ojos rasgados lanzaban destellos de furia.
-Y si querés reventarte en la calle, hacé lo que quieras... pero acá, no jodás. Vas a marchar derechito -le dijo- Si vos sos patotero, yo soy patotera y media -replicó.
-Sí, Sra. -Medina dijo avergonzado, bajando la mirada.

-¡Sra Silvia! -Lucía, la portera, intempestivamente, la llamó -Venga, mire lo que escribieron en el baño de varones.
"La gringa se la banca" en los azulejos blancos con aerosol negro.

Y la gringa era la directora, rubia, ojos azules, tez blanca; todo delataba su descendencia y la tozudez de su carácter.
-No, déjelo por unos días. Es chapa para mí. Significa que he ganado una batalla contra Medina, contra el agresor de Toro, y contra "Los gorritas".

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