lunes, 11 de abril de 2011

Una realidad para ser chupada.

Mientras tanto, la abuela visita a una enferma en la sala de mujeres y cuenta las novedades: no es Rodrigo.
-Póngale Rodriga, entonces!! -Un portentoso pedo corona la idea entre risas y las caras de "yonofui" de otros enfermos y visitas en la sala grande.

Subdigresión, según la lógica saussureana: son controversias legítimas de un escritor: ¿Es posible lo escatológico con lo literario? ¿El lenguaje adecuado a las circunstancias del coloquio, admite u obliga a echar mano de eufemismos, sin perturbar lo poético?
Segunda digresión. Rodrigo iba a ser el nombre ... Rodrigo Ruiz Díaz de Vivar, Ruy Díaz, el gran campeador, el hidalgo castellano.
El nombre define la personalidad del portador/a y conviene revisar la compatibilidad con el apellido. No queda bien, por ejemplo, Washington Aravena, o Eduviges Mc Luan, o Rudesindo Andersen. ¿No les parece? Las revistas para futuras mamá, como "Ser padres, hoy" o ediciones domingueras, así lo recomiendan.
En todo caso, si no es Rodrigo, iría bien el nombre de la esposa del Cid, Elvira, o de las hijas, Jimena (¿Ximena?) o Sol.

-Hoy se llama Antonella, mañana no sé - confirma una de las abuelas por el celular.
-Llámenla Misteria, entonces -le recomiendan- así la apodan "Misterixa".

¿Nombre italiano para apellido italiano? Si es así, está bien, sino habría que hacer largas disquisiciones filosóficas, revisiones históricas, reminiscencias literarias, elucubraciones raciales o fundamentaciones psicopedagógicas. Eso sí, todo en familia, en contexto y en territorio (neutral, en lo posible). Eso sería trama para la nueva filmografía almodovariana.
Tercera digresión. En cuanto a la relación nombre-destino, vale la pena considerar primero el origen del nombre. En este caso, el nombre fue incierto desde el comienzo, por no anticipar el sexo acertadamente (¿o acertivamente, por eso de la acertividad, tan en boga hoy)
Sea Rodrigo/a, Antonella/Antonio, Jimeno/a, Misterio/a, habrá que estar atento a las conductas desarrolladas por la recién nacida durante los estadios (¿o estadíos, como suele decirse ahora?) evolutivos, las preferencias en juguetes, los juegos infantiles y de los adolescentes, la vestimenta, las inevitables imitaciones de las conductas adultas, entre otros factores. Por suerte, ya fue aprobada la ley de matrimonio sin distinción de sexos.
Según estudios piaggetianos, "El mundo para el recién nacido es, esencialmente, una realidad que puede ser chupada... y más tarde... "Una realidad que puede ser mirada, o escuchada,... zarandeada" Por tanto, recomiendo observar qué succionará, qué mirará, qué escuchará, qué tocará, o toqueteará, qué vestirá, también entre otras variantes.
Su destino dependerá, en consecuencia, de todo esto, de otros llamados de alerta que cada uno pueda percibir, o según los preceptos de la Psicología freudiana o lacaneana, en lo posible.
¿Vio Ud. que cuando los nombren han sido bien puestos, hay una identificación con el cuerpo, las conductas, sus subjetividades, sus profesiones?
Y porque este escrito no pretende ser tampoco un tratado de Psicología, dejo a Ud, lector, libertad de interpretación.
Silvia apela así, a sus interlocutores, esos activos lectores.

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