miércoles, 31 de agosto de 2011

De migraciones y de transmigraciones (2º parte))

Lo que solía contar, entre castellano y algún dialecto, como un cocoliche germánico, eran las aventuras con su novio, en el side-car, o amarrada a la moto, con sus tablas largas de madera, en los senderos del bosque nevado, hasta llegar al castillo de Frankestein, en la Selva Negra. Y de cómo su madre le partió el "fiolín" en la cabeza, cuando se enteró de que, en vez de ir a las clases de violín, se iba de andadas con su amante, y quedó embarazada!. Sería todo un bochorno familiar, una transgresión a la moral y a las buenas costumbres de la época, algo vergonzante ¿no?
-¡Main lieben got! -decía.
Los recuerdos son como retazos, esquirlas de la memoria de un espejo trizado que explotó, siete años de desgracia, dicen. Yo no tuve siete, tuve treinta y tres altibajos, que para nada se parecieron a la felicidad...
Hoy es una mañana gris, neblinosa. El sol intenta asomar; y no puede. Ahora parece que se va a despejar, pero no. Sólo se oye el rasguido de la birome sobre la hoja, y a los zorzales haciéndose un festín en el cerezo, ahora que las frutas están coloreando.
Esta mañana necesito escribir, aunque sea con fea letra, total después lo paso a la computadora. No, la PC está en reparación. Mientras, tomo la vieja máquina de escribir, para visualizar claramente el texto.
-Cambiá esa palabra, esas expresiones están desprovistas de poesía, tan livianas, tan precarias, tan casuales, porque devalúan el escrito -me sugiere Juan.
-No, porque ése es el lenguaje de la protagonista, y las palabras desnudan su sentir...
-Tanta literatura, se te cruzan las letras. No es el Alzheimer, las letras te confunden. Hay que pulir el lenguaje, hay que re-escribir. Revisalo todo, aunque es muy original tu manera de narrar.
-Siempre me llevé muy bien con las letras; con los números no, con la Matemática, menos...
Un precepto, una norma de urbanidad, diría: "No barrer de noche, porque se van los ahorros". Y si viene la suegra de visita, es conveniente barrer todo debajo de la alfombra -me digo.
-Ésa es una campesina mosquita muerta, santafesina! -dice en su monólogo de voz alta, marcando cada sílaba.
-¡Rajá de acá, vieja resentida. No nos jodas más. Andate ya!. Mejor volvé a tu Alemania, de donde no debiste jamás salir. Si no hubieses venido a América, yo no hubiera nacido. Vieja loca, andate, te dije -le gritaba Martín.
"Vieja reprimida, y encima, cornuda, porque el marido murió en un accidente volviendo de la joda, en pedo, y con una mina que se salvó, la muy puta, y Juan Joachim, el padre putañero, quedó seco en la ruta, sobre el manubrio del Ford T, 1949 -pienso, y de inmediato me viene a la mente una especie de metempsicosis (y eso no es un enredo de fonemas, ni dislexia)
-¿Y si la suegra hubiese transmigrado su alma y se hubiera transformado en un ser bondadoso y me adivinara los pensamientos? ¿Qué pasaría? -me pregunto.
-Antes de que termine el año, hay que despojarse de todo lo que no se usa, de todo eso que se guarda, "por si alguna vez lo necesitamos" -me dice Marta.
-No sufro el síndrome de Diógenes, el que acostumbraba a acumular diversos trastos, como una manera de asegurarse la materialidad de las cosas.
-Diógenes de Sinope, el filósofo griego creó la escuela cínica, alrededor del 400 a.c., abogó por la simplicidad en la forma de vida, indiferente a los placeres del mundo y los convencionalismos sociales -Marta lee del diccionario enciclopédico ilustrado, tomo V.
El asunto es tirar lo viejo, lo inútil, para hacer lugar a lo nuevo, que es lo mismo que develar todo lo que se lleva adentro, ponerlo en palabras escritas, para hacer lugar a nuevos sentimientos y potentes emocionesd, para vibrar la vida como un diapasón, con la intensidad de un arpa, como una armónica de dulces arpegios.
-Bueno, comencemos con la ceremonia de aligerar la carga. Te escucho.
-Si, yo te cuento lo que después voy a escribir. Sale más barato que ir a incontables sesiones con el terapeuta, donde se habla, donde no se escribe. La interpretación queda a cargo de los lectores. ¡Ah!, cada tanto, pasame un amargo, porque se me va a secar la garganta, eh?

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