jueves, 1 de septiembre de 2011

De migraciones y de transmigraciones (3º parte))

Cuando conocí a Ketty era una viuda casi anciana pecosa peligrosa ¡uy! un lapsus quise decir pelirroja de canas y delgada pero de formas sinuosas coqueta era entonces para que no le vean la cara arrugadísima iba en el colectivo agarrada del respaldo del chofer y de espaldas a los pasajeros todos la admiraban vestida color mostaza remera y pantalón al tono ¡ah! me acuerdo que en la terraza de Libertador mostró sus habilidades atléticas haciendo la vertical y caminando patas para arriba y yo para no ser menos la acompañaba ¡ah! déme unas patadas le dijo al verdulero de veras quiere que le dé unas patadas sí son tan sanas las patadas suavizando transformaba la b por la p y cambiaba la t por la d déme ésas de cáscara colorada recién cosechadas las otras se pudren muy rápido ¡ah! bueno ahora sí nos entendemos Filla Pallester decía el papelito que le extendía al chofer del colectivo que la tenía que llevar a Villa Ballester donde vivían recién llegados tenía un perro viejo y flaco que se llamaba Wolfi lobito y como ya no le servía como compañía ni como guardián le caminaba encima alfomprita alfomprita hice kirsh licor de guindas y nos convidaba para calentarnos frente a la chimenea de Quinchahuala había que taparse la espalda con una manta porque el frío te calaba los huesos mientras sacaba unos recortes de diarios amarillentos y leía las noticias subió el precio del combustible falleció el locutor de Informe Blanco el que transmitía por radio todo el mundo del esquí en el cerro Catedral y también tomaban ginebra bien beodos se ponían mientras yo tragaba un caramelo tras otro que sacaba de la caramelera lo único que le quedó de la herencia de Alemania amapola roja plumencorn azul y espiga de trigo amarilla habrá escasez de papas y entonces cuando viajó en tren a Buenos Aires llevó una bolsa de papas y al descargarla y ponerla en el jeep de Martín se rompió y se llenó de papas el piso de Retiro y los viajeros se enojaban con sus maletas para esquivar una papa aquí dos más allá rodando el conde Coviello de Mar del Plata sobre todo negro volados y maletas le faltaba el parche de pirata aunque no tenía un peso partido al medio preparaba un manjar e invitaba a Martín unas papas au vine una exquisitez que acompañaba eso sí con un espumante del Rhin un sibarita ése ¡Ajj! deja ese quiso que traje lechón adobado y leberwurst y queso cammembert que le compré a la gorda Ingrid la cachetona de la fiambrería alemana y de postre apfelstrudel algunas veces y otras veces selva negra de chocolate y crema después comía sólo papas que hierví para tener y comía lechuga amarga silvestre diente de león del bosque que cosechaba en su jardín y así se pasaba quince días hasta llegar al día de cobro de la jubilación iba caminando ocho kilómetros hasta el centro con la cara llena de hollín en los poros y las uñas negras encorvadas largas pero eso sí labios rojos de carmín para coquetear contaba que cuando era chica las hermanas debían hacer la guardia del dulce de ciruelas en el sótano donde guardaban el carbón del Rhur durante toda la noche revolviendo continuamente para que no se queme y como le gustaban las cebollas fritas una delicatesen le cumplía el turno a su hermana Mi si le cocinaba ese manjar eso me decía mientras patinaba entre las góndolas del mercado Gigante en el sector menages y yo temblaba porque parecía un elefante en un bazar mirra ésos son austríacos qué asco decía sin disimulo y al salir veíamos los Ford Falcon verde oliva sin patentes que parados en el semáforo de Libertador iban a Olivos lentes negros apuntaban sus armas que asomaban por las ventanillas y daban miedo como cuando nos revisaron y controlaron los documentos en Plaza Francia en la feria donde Rodolfo vendía artesanías en cuero cinturores carteras y Movicom y todo eso ¡ah! un vivo el flaco ése que le hacía compañía a la vieja para que le preste el Isardt modelo 60 que se había comprado ella no sabía manejar pero se sentaba al volante imaginando que conducía dando la vuelta al perro por la Mathildenplatz  antes de la destrucción

-Dame otro mate.

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