sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Qué es Edafología? (continuac. de Madrid, 25 de marzo...)

Despacio, por los senderos espaciosos, a Carlos no le resultó complicado llegar a destino: la calle Profesor Aranguren. Iba pensando cómo sería ese ambiente, tan diferente al suyo, en el que se había movido "como pez en el agua" -decía. La escuela técnica, el 6º año fue el último escaño en su escolarización; lo más académico fue la concreción de una budinera de chapa repujada, que le regaló a su madre, un panel para colgar herramientas en el garaje, para su padre, unos platos de madera torneados, para su tío José, y una rosa recortada en madera de paraíso, para Adriana, que ella aceptó con gestos de aparatosa displicencia.
-Si no estudiás, a trabajar! -le había dicho don Amadeo.
-Acá no mantenemos vagos -había reforzado la idea de su marido, doña Olga, de pañuelo anudado en la cabeza y brazos en jarro. La recordaba también,  secándose el sudor con el delantal a cuadros, de dudosa pulcritud.
A su vez, iba practicando el discurso que haría al presentarse en casa de la prima, hablando solo y gesticulando por las veredas; las chicas que leían al sol, lo miraban con extrema atención, por tener aspecto de forastero; imaginaban, tal vez, que ese muchacho robusto y muy varonil de cejas negras y obcecadas, era un actor que haría un unipersonal en el Paraninfo, el próximo sábado.
Ninguna de las palabras y los gestos ensayados le salieron al conocer a Angeles.
-¡Pues, pasa, hombre! -Angeles era una gurrumina de 1.50 m de estatura, delgada, bastante fea y con un lunar negro en medio de la frente, pero simpática.
-Éste es el primo de Argentina del que te hablé -lo presentó a su amiga Luna, de cabellos lacios y mirada ausente, tras unos anteojos de marco oscuro.
-¿Así que estudiás?
-Sí. Edafología.
-¡Ah!, explicame qué es eso -la otra, la amiga hizo un mohín despreciativo, la vio de reojo.
-Es una rama de las ciencias del suelo que estudia su composición y naturaleza, en relación con las plantas y el entorno. Todo en la superficie de la corteza terrestre -le dijo en tono académico, y él no alcanzaba a comprender.
-Porque yo sólo tuve contacto con el tierral del campito donde hacíamos los picaditos, pura polvadera  y gritos atrás de la redonda -iba haciendo sus relaciones con el suelo y su contexto, a su manera.
-¿Y para qué sirve? ¿Adónde vas a trabajar?
-Ya pronto me recibo y creo que voy a quedar contratada en definitiva en el Parque Botánico, acá cerca.-"conchabada", pensó él.
Se fue bastante más pronto de lo imaginado. Carlos había pensado que el encuentro con la hija de su tía de España, que es la hermana de su mamá, iba a ser memorable. El conocimiento de los dos, de casi la misma edad,  iba a fortalecerse con el contacto cotidiano, o al menos, cercano, por los lazos de sangre. Iban a ser compinches, soñaba. Corretear esas calles de Madrid, la Gran Vía, el Barrio de las Musas... pero no, no hubo pizca de identificación. Ella se relaciona mejor con el suelo y con las plantas, y él, es experto en la relación con las personas de toda casta, en particular, los no universitarios.
-¿Y si me hubiera presentado como un bravucón insolente y despreciativo? -enseguida desechó la idea -"Cuando el hombre se mira mucho a sí mismo, llega a no saber cuál es su cara y cuál, su careta" -como un proverbio lo decía en voz alta. Él es un muchacho de talante compasivo y tierno con los desvalidos y los marginales, con los tahúres del hipódromo y con toda clase de chavalejos de mal vivir.
Había pensado buscar trabajo en el bajo, ese barrio obrero, el más castizo de Madrid, para ganarse la vida honestamente. No tenía ninguna intención de caer en la Modelo, la cárcel de Carabanchel.

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