domingo, 10 de julio de 2011

Un prócer lampiño y sin caballo. Un helado de sopa de gaspacho (2º parte)

-Yo voy con vos, abuela, porque como no ves nada, no vas a encontrar los hongos-  El bosque está húmedo con olor a hojas corrompidas por la lluvia abundante de los días pasados. El sol brilla ahora.
-¡Encontré dos, miren! -y es una fiesta de hojas, aromas y pinches de abrojo.
-Perdí mi palito, ¿me buscás otro? Una ramita de ciprés.
Ha vuelto Joaquín, desgarbado y pálido de ese cansancio gratificante en los músculos. El remo le ha despertado gran apetito y come un corazón, una lunita y dos tréboles de cuatro hojas.
-Hoy hicimos el circuito dos veces, desde la playita hasta la curva del Km. 20. Estoy cansado... mañana, abuela "4x4", te invito a recorrer el bosque, allá en la loma de los manzanos y las mosquetas, donde nace el arroyito.
-Y nosotras vamos a reventar trufas.
Silvia recuerda cómo Magdalena en sus juegos favoritos, aplastaba hojas y hongos hasta hacer un jugo maléfico y le agregaba ese polvo de esporas, finas partículas que se esparcían, marrones, por el aire, después de un certero zapatazo.
-Vamos a hacer experimentos con Ale y le agregamos agua podrida, la que queda en la pileta de plástico, que ya no usamos. Vamos a jugar a las brujas -decía Magdalena cuando tenía la edad de su hijita menor.
-En el galpón de papá tenemos nuestro laboratorio.
Joaquín también es un precoz científico-tecnólogo. Hace barquitos de madera y se llena de aserrín y barniz para ponerlos a navegar en la laguna llena de juncos, detrás del parque de juegos.
-Vamos a hacer nuestra investigación de campo- le dicen a su abuela.
Salen las dos, rumbo al lugar donde está creciendo un muérdago con sendos guardapolvos blancos pero manchados; una, con una carpeta bajo el brazo; la otra, con un lápiz en mano. Y ambas, con marcos de anteojos de científico. Una lleva blandiendo con cuidado, una jeringa con un líquido verdoso de hojas aplastadas.
-Vamos a inyectarle "foto...sín...te...sis" -dice Candela.
-No, no es fotosíntesis. Me dijo Joaquín que es clorofila -dice Agustina.
-Bien, midamos para ver si crecieron más hojitas -y lleva un centímetro de costurera y un dedal -Porque no le puede hacer mal a la planta!.
-Vayamos a la placita "rompidita" -decía Agustina -y se trepaba al tobogán de maderas rotas o se colgaba de las cadenas de la hamaca sin asiento.
Su madre, de chica, tenía un trapecio que su papá le había preparado entre dos troncos de ciprés y veía el mundo patas para arriba y cabeza abajo, con su hermana y su amiga Claudia. Hoy le dura el interés por trepar, por sostenerse en la pared de roca con ganchos y correas. Tenacidad de arneses, insistencia de mosquetones. Al llegar a la cima, entre respiración acelerada de cansancio placentero, mira allá, en el horizonte, cómo el sol va poníendose entre nubes rojizas y somnolientas.
Con sus amigos construyeron una casa sobre el árbol alto y conversan.
-Ayer la espié a mi hermana cuando se bañaba ... tiene pelitos.
-¿A vos también te salieron granos?
-Sí, pero me pongo alcohol en gel y listo.
Siguen conversando y guardan en el bunker, un serrucho, un martillo y unos cuantos clavos torcidos. Un cartel sobre la puerta dice "El fuerte de los amigos", con pintura blanca sobre una tabla.

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