viernes, 2 de marzo de 2012

Metempsicosis (en tres entregas)

Los recuerdos son como retazos, esquirlas de la memoria de un espejo trizado que explotó. Siete años de desgracias, dicen.
Cuando conocía a Ketty era una viuda casi anciana pecosa peligrosa uy! un lapsus quise decir pelirroja de canas y delgada pero de formas sinuosas coqueta era entonces para que no le vean la cara arrugadísima iba en el colectivo agarrada del respaldo del chofer y de espaldas a los pasajeros todos la admiraban vestida color mostaza remera y pantalón al tono ah! me acuerdo que en la terraza de Libertador mostró sus habilidades atléticas hciendo la vertical y caminando patas para arriba y yo para no ser menos la acompañaba. Ah! deme unas patadas le dijo al verdulero de veras quiere que le dé unas patadas sí son tan sanas las patadas suavisando transformaba la b por la p y cambiaba la t por la d déme ésas de cáscara colorada recién cosechadas las otras se pudren muy rápido Ah! bueno ahora sí nos entendemos Filla Pallester decía el papelito que le extendía al colectivero para ir a Villa Ballester donde vivían recién llegados tenía un perro viejo y flaco que se llamaba Wolfi lobito y como ya no le servía como compañía ni como guardián le caminaba encima alfombrita hice kirsh licor de guindas y nos convidaba para calentarnos frente a la chimenea de Quinchahuala había que taparse la espalda con una manta porque el frío te calaba los huesos mientras sacaba unos recortes de diarios amarillentos y leía las noticias subió el precio del combustible falleció el locutor de informe blanco el que transmitía por radio todo el mundo del esquí del Cerro Catedral y tmbién tomaban ginebra bien beodos se ponían mientras yo tragaba caramelo tras caramelo que sacaba de la caramelera lo único que le quedó de la herencia de Alemania amapola roja plumencorn azul y espiga de trigo amarilla habrá escasez de papas y entonces cuando viajó en tren a Buenos Aires llevó una bolsa de papas y al descargarla y ponerla en el Jeep de Martín se rompió y se llenó de papas el piso de Retiro y los viajeros se enojaron con sus maletas para esquivar una papa aquí ydos más allá rodando. Ah! el Conde Covielo de Mar del Plata sobretodo negro volados y muletas le faltaba el parche de pirata aunque no tenía un peso partido al medio preparaba un manjar e invitaba a Martín unas papas au vine una exquisitez que acompañaba eso sí con espumante del Rhin un sibarita ése. Ajj! deja ese quiso que traje lechón adobado y leverwurst y queso cammembert que le compré a la gorda Ingrid la cachetona de la fiambrería alemana y de postre apfelstrudel algunas veces y otras veces selva negra después comía sólo papas que hierfí  para tener y comía lechuga amarga silvestre diente de elón que cosechaba de su jardín y así se pasaba quince días hasta llegar al día de cobro de la jubilación iba caminando ocho kilómetros hasta el centro con la cara llena de hollín en los poros  y las uñas negras encoradas y largas pero eso sí labios rojos de carmín para coquetear contaba que cuando era chica las hermanas debían hacer la guardia del dulce de ciruelas en el sótano donde guardaban el carbón del Ehur durante toda la noche revolviendo continuamente para que no se queme y como le gustaban las cebollas fritas una delicatessen  le cumplía el turno a su hermana Mi si le cocinaba ese manjar eso me decía mientras patinaba entre las góndolas del mercado gigante en el sector menages y yo temblaba porque parecía un elefante en un bazar mirra esos son austríacos qué asco decía sin disimulo y al salir veíamos los Falcon verde oliva sin patentes que parados en el semáforo de Libertador iban a Olivos lentes negros apuntaban sus armas que asomaban por las ventanillas y daban miedo como cuando nos revisaron y controlaron los documentos en Plaza Francia en la feria donde Rodolfo vendía artesanías en cuero cinturones carteras y Movicom y todo eso un vivo el flaco ése que le hacía compañía a la vieja para que le preste el Isardt modelo 60 que se había comprado ella no sabía manejar pero se sentaba al volante imaginando que conducía dando la vuelta al perro por la Mathildenplatz antes de la destrucción
-Dame otro mate.

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