sábado, 10 de marzo de 2012

Diatriba con especulaciones dialécticas

Hace cuarenta mil ochocientos setenta y cuatro años, dos meses y cuatro días con dos horas y pico que vivo, a través de generaciones perdidas en la prehistoria, para llegar a este momento.
¿Y tanto se esforzaron para sobrevivir, para hacer las cosas cotidianas un poco mejor que ayer? ¿Para mejorar sus ahora ridículas herramientas? ¿Para llegar a este momento?
Me pregunto qué sentido tiene toda esta vida de peces, de gatos, de plantas, de batracios y de gente. ¿Adónde se quiere llegar en el tiempo? ¿Será nomás que el único fin es la satisfacción de lograr la vida, de "estar vivos" a través de sí mismo, como trillones de pequeños egoísmos felices, con sus respectivas minúsculas existencias?
Y creo que está bien.
Muy poca gente se da cuenta, recapacita, es conciente, que está viva en este momento y que nunca más lo va a estar en el futuro, como nunca lo estuvo antes, por toda la eternidad. Si comparamos con los que vivieron antes y nunca más lo harán, se darían cuenta que son tan infinitamente privilegiados, como infinita es la eternidad.
Ahora bien, sabiento esto, se está igual que antes. Y eso está bien.
Se pueden hacer muchas deducciones e incluso algunas que aparentan ser muy acertadas, pero todas las hacemos desde nuestro limitado medio, que es el hombre. Como si uno de esos peces que viven en las fosas marinas, hiciese razonamientos acerca del universo. Y sin embargo, su valor como ente es igual a cualquier otro, ocupa su lugar en ese universo que conoce. ¿Será por eso esa angustia metafísica que nos sobreviene, cuando nos preguntamos por qué, para qué, cuándo, dónde, cómo...?
Y eso está bien.

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