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martes, 2 de junio de 2015

Indiscutible torbellino

-Sí, señor ahora me siento aturdido porque sé que este viaje me afectó los sentidosqué me dicen cuando despierto en medio de la noche sudoroso y gigantesco y asustado toco mi frente y descubro que soy Polifemo que formó la Isole Bella y hoy sus vibrantes colores atrapan y tengo antojo de un cognoli regado con vino Marsala pero antes acudo a la Diosa Deméter que me trae en bandeja un cous-cous de pescado ya satisfecho me topo con el capitano Schettino que ha que ha quedado en libertad en la esquina de un bar en Sorrento o en Salerno ya no me acuerdo y veo las taraceas tan ricamente creadas y las admiro y me siento Empédocles que quiere suicidarse en un cráter del volcán Etna y soy un personaje de la comedia de Luiggi Pirandello cuando veo su casa en Agrigento y le pido a Santa Agueda que detenga la lava o le rezo a Santa Rosalía de Palermo para que me libere de la peste y como es 23/5 voy a la manifestación antimafia por el aniversario de la muerte de Giovani Falcone y Paolo Borsallino luciendo mi camiseta anti-pizzi pero dudo "un attimo" y mejor hago el tour del Comisario Montalvano por Ragusa la Vigata en la ficción y me transformo en Icaro y voy volando hacia el sol hasta caer a los pies del templo de Zeus soy el gigante que duerme y las mujeres me tocan para mantener la energía mental y sexual entonces soy de nuevo Tifón en la punta del volcán y escupo fuego y provoco terremontos ahí está Caravaglio con sus tonos oscuros y rojos pintando vírgenes de pies sucios con las modelos prostitutas ahora voy hacia la cima del volcán Vesubio para despertarlo pero llego según las indicaciones en la pedra hasta el lupanar y me refocilo con las esclavas griegas salgo después por la puerta de Venus y me encuentro frente a un cartel en Viale degli Ammiragli Sex is Now 100% anónimo retrocedo con temor y voy a ver la audiencia del Papa Francisco en el Vaticano que está dando su homilía y tiene razón el amor no se compra en esta cultura del todo rápido es en realidad una construcción casi artesanal de a dos todos los días y yo estoy solo y confundido...

-Bien. Terminamos por hoy. Le recomiendo para la próxima sesión del jueves, que vaya revisando la historia, las leyendas y mitos y las características de la gente. Es lo que debería haber hecho antes de viajar para una mejor comprensión. Ci vediamo, Vincenzo!

jueves, 12 de enero de 2012

El texto que no fue

(Quemado y roto) "...en ese tremendo río, que competía con el Nilo en tamaño y no en hipopótamos, él alguna vez había palpado la arena, los secos excrementos del ganado, el duro pasto azotado por el viento, y había sentido en la piel los rayos del sol septentrional, verticales y quemantes.
Ahora ya se había caído el último grano de arena de sus sandalias agujereadas; su piel se blanqueó en los humbredales de las bibliotecas escondidas  y sólo perduraba su recuerdo, como un archivo de olvidados y apretados recuerdos.
Fue entonces, cuando sintió el frío de la muerte en su cuarta costilla y se encogió en la esterilla.
A la tarde de ese mismo día, decidió recorrer sus ancestros, preparó su carro de guerra, tomó su alforja y su corto puñal. Llenó la vejiga con bebida para la larga marcha de tres días a través del desierto...
Fue en ese momento que algo extraño le pasó: quedó como suspendido en el tiempo. Saltó sobre su carro y bajo las nubes, uluminado por un relámpago y acompañado por un trueno, partió"

Encontré en el baúl de los recuerdos algunas cosas como éstas, que tu padre escribía cuando se sentiá abrumado y sólo el alcohol colmaba los huecos de su soledad.

 

jueves, 7 de julio de 2011

Cuando el volcán estornuda y bosteza... (en dos entregas)

Tristeza de la penumbra en pleno día. No es neblina, no está nublado. Tampoco es la pizarra del cielo, momentos antes de comenzar a nevar. Es la ceniza volcánica suspendida en el aire. No se ven los vibrantes colores del otoño; el panorma es gris de arena y de polvo. Los rosales y toda la vegetación están cubiertos por una capa de gruesa arenisca. Gris es también el corazón y el alma de todos, como si la esperanza de ver el sol y los colores, fuera inalcanzable y quedara sólo la nostalgia en un horizonte que no se vislumbra.
Afloran en su recuerdo las imágens de antaño, que lo habían embrujado, sin que él se detuviera a pensar un instante, siquiera, que el bullir de la vida y sus torbellinos, estaban en sintonía con su vitalidad y su fuerza. Eran los días en que muy a menudo, roja era la sangre y rojo él veía todo, cuando como un toro embravecido resolvía a puñetazos en el cuadrilátero, los ataques de su contrincante. Rojo quedaba el puño y su entrecejo, como roja era la pasión que lo impulsaba hacia las mujeres que abordaba, que eran muchas, y sin poesía, sin corazón, sin embeleso, las iba abandonando una a una, porque no presentía que en algún momento iría a estar solo, como ahora. No escuchaba los gritos, ni el llanto profuso de ellas, las abandonadas de aquellas baladas. Ya iba en busca de otra nueva aventura que excitara su alma y sus músculos, y que culminaba, cada vez, como él lo requería. Golpes, furia, tumulto en la calle, discusiones, desenlaces fatales, a veces, en los bajo fondos donde merodeaba; alcohol, embrollos tupidos de puños, patadas de lucha libre, entre la caterva de amigos y enemigos de las esquinas orilleras.
Ahora no ve más en rojo. La película se ha tornado en blanco y negro, o gris, según parece.
Todo eso iba recordando cuando se produjo un corte de luz. Muy seguido sucede esto, desde hace varios días, y hay que acudir a las velas. Hay silencio de radio, de noticias; no se sabe la tempertura, ni el pronóstico, ni por dónde vuela la pluma del volcán que expulsa, desde sus entrañas, todo eso que a prisiona a la montaña. Los vuelos se cancelan, porque los aviones no están acostumbrados a ser pájaros ciegos que vuelan entre cenizas.

Desde el zaguán, mira hacia afuera el paisaje nuevo. Los gritos se calman, los murmullos cesan... ¿será el silencio o seguirá soñando un silencio? Un dinosaurio rengo y desvencijado, que perdió la cresta y las espinas, pasa frente a él, como una sombra, como migajas de realidad, que pronto se deshilachan en el polvo que flota en el ambiente.
Sentado con las manos en las rodillas, paralizado y extático, arrobado por el silencio que guarda, sólo presiona las nalgas contra la silla dura; las plantas de los pies descalzos, sobre el piso frío; las manos, inertes;  la espalda, sostenida y recta; el cuello, erguido y sin torsión, y la cabeza, estática. Por momentos, cierra los ojos para no ver, y luego los abre con horror, desde esas órbitas vacías, para dejar salir las lágrimas que  le corren por toda la cara, hasta las mandíbulas, y después por el pecho, por los costados y por la espalda. No se le acumulan en la barba, porque ya no la tiene, y su cabeza es lisa, una bola que perdió el pelo, y las mañas, y el olfato, porque la nariz se le desprendió, como una costra seca, hace tiempo. La boca, es una sola rajadura informe, que algunas veces boquea, como una boga ciega y torpe en las aguas de limo y las ciénagas. Sin dientes y sin lengua, ya no puede gritar.
Es menester ver la clase de silencio que le queda; sobran los guijarros, las arenas, y las cenizas. Y sólo imagina piedras livianas y blancas que quedaron yacentes en la playa. No las puede tocar, ni las puede sentir. Ni el fantasma del dinosauro lo puede llevar a palpar la blancura rugosa de las piedras, que en un bostezo gigantesco el volcán exhaló.

viernes, 11 de marzo de 2011

Desnudeces del alma

Menuda, aunque decidida y fuerte, de mirada desafiante, tez cetrina y pelo hirsuto, María compone la imagen de mujer sufrida, de amazona toba o mataca, experimentada y rebelde, oriunda del Chaco Paraguayo, o de por ahí.
Es de aquellas mujeres que provocan a la vida y a quienes la comparten. Hasta el último minuto, en cada instante, aportan una pizca de fuerza. Sea por inercia, sea por la aplicación de una palanca portentosa, desafían hasta las leyes de la Física, para torcer el rumbo, para escapar de lo salvaje, para encontrar la mansedumbre, al fin.
La rescataron deambulando por los largos y tristes pasillos, homogéneos, sin rostro. Porque quienes le abren paso, curiosos, anuncian: Vean a la loca, se escapa, se raja. Ja!! Ja!!
Tres enfermeras la aseguran con una sábana a los tensores de la cama. María, chiquita, impotente, grita, se enfurece, se desquicia.
-¿Vos sos la Cecilia? ¿No? -increpa a la jefa de enfermeras.
-¿Quién es Cecilia, vieja?
-Entonces te disfrazaste de mujer. Sos Lara, me querís engañar -empuja con fuerza inaudita.
-¡Ahorcarme, no!! -putea y se desata.
-No, María, ahorcarte, no. Atarte, dije- con voz suave pero convincente -porque te querías escapar.
-Sos brava, vieja!!! -otra voluntaria ajusta y ciñe fuertemente el nudo.
Hubiese hecho falta un hombre, un operador, un camillero, para estas lides.
-Tomate esto -dice Mirta, impacientándose.
-No tomo nada -dice con voz grave y estira su corto brazo para arrojar el comprimido.
-¡Me quieren engañar! ¡Vos sos Lara, entonces me quieren convertir en demonio, Uds. -escupe ahora el medicamento y el agua rebota en uno de los rostros que la rodean.
-¿Quién es Lara? -pregunta el rostro mancillado, secándose con el dorso de la mano.
-¿Tu patrón? ¿Tu marido? -una a una preguntan, mientras vuelven a amarrarla, esta vez más firmemente.
Su mirada ha perdido el brillo altanero y la firmeza. Ahora sus ojos negros, negrísimos, van escondiéndose tras las cortas pestañas. Se aquieta su cuerpo, se revolucionan los recuerdos.
Las imágenes se suceden sin concierto, sin cronología, sin norte. Van hacia atrás, saltan al presente, se fugan hacia adelante, con los sueños de paz.
-Lara e' un hijo'e puta, ése!! -una voz estridente es una cascada que aturde a toda la sala; tapa los sonidos del televisor transmitiendo el tránsito a la hora de regreso a casa.
-Él no era mi papá, era mi padrastro. Y me violaba!!! -sus párpados se sacuden.
-A mí y a mis hermanos. Yo tenía siete años ... y a mis primas también -con gesto de desprecio.
-¡Magia negra!
-Hi-jo- e' ...-los párpados se cierran y las manos aferradas a los nudos van aflojándose.
Se suavizan las tensiones y los nudillos recuperan su color.

Las otras pacientes del pabellón, cuerdas, pero convalescientes, se ríen, se miran con picardía, mofándose, sin siquiera sospechar qué pasa por la mente de María.
-Es Alzheimer.
-Es mal de Parkinson, pero de la cabeza.
-Es alcohólica no recuperada.
-Es delirium tremens.
Todos aseveran, todos opinan.

Ahora se contorsiona violenta, en un vaivén de izquierda a derecha, sístole-diástole, diestra-siniestra, boom-boom, pum-pam!!
-Lara me hundió la cabeza -las uñas rasgan y se clavan en las sábanas, mientras se incorpora para dejarse caer, exhausta, en la almohada sudorosa y en el colchón mojado y duro, como piedra de sacrificio.
-Mi cabeza está adentro de mi cuerpo -grita y la voz de María sale estentórea desde lo más profundo de sus entrañas.
Es un miedo ancestral, un dolor de la raza. Las ataduras de las sábanas son las lianas de la selva subtropical.
Es Lara patròn. Es Lara capanga del obraje misionero. Es Lara salvaje.
-Lara, Juan Ernesto, así le decían, pero me engañó! Era el contrabandista que salía por las noches con los otros vampiros a conquistar mujeres -Su cabeza vuelve a sacudirse.
-De parranda salían, a chupar la sangre -Un sacudón eléctrico sobre la cama -¡Perro, perro, perro! ¡Gato, gato, gato! -Una dulce voz melodiosa canta un arró-rro, meciéndose sobre su vientre.
-¡Lagartos! Y Lara me violó y me engendró lagartos, no hijos.

Las cabezas de todas las camas se yerguen para ver y presenciar todo el espectáculo. Las que no pueden, se hacen lugar entre las cánulas, los barbijos y las bolsas de suero, aguzando los oídos.
-Ese es Lara, el que come gatos y perros y chupa la sangre, y junta poder...! -otra vez grita y enloquece cada vez más.

La desnudez primitiva de los cuerpos se ve en los baños sin cerrojos, por donde asoman ancas impúdicas, o la plena palidez femenina en las duchas sin cortinas.
Las declaraciones, y los terrores de María son desnudeces primitivas del alma.

-Él me cortó la cabeza cuando me violaba, y la empujó adentro de mi cuerpo, y me hizo mucho mal! -Ahora un llanto infantil. Es la niña mocosa de siete años, desgreñada, harapienta y con los pies renegridos (no, colorados, digo) y curtidos por la tierra costera del río Bermejo.
-Yo soy argentina, pero Lara es chileno. Ahora está hablando por la cadena nacional. Lo escucho y retumba adentro de mi panza. Tiene todo el poder, porque chupa sangre de nenas, de gatos, come perros y víboras, y habla de guerra...
-Habrá guerras en Argentina, en Perú, en Bolivia, en Chile no, y también en Holanda... ¡Pobre, la princesa Máxima, tan linda! -continúa informando a toda la audiencia.
-Y habrá temblores, muchos. Yo sé de sismos. Yo sé que hay que esconderse, porque se derrumba todo y no ves la luz, y los terremotos siguen... En Chile siguen los remezones, 9.3º escala de Richter - Sigue la cantinela.
-Te adoramos, Cristo, te bendecimos. -A coro, desde la puerta de ingreso, cuatro mujeres portando velas encendidas, se acercan en procesión.
Otra cantinela ya se atenúa en la 4º estación del Vía Crucis. Los cánticos se alejan.
-Cecilia, ¿por qué te disfrazás y me querís engañar? -los ojos de María se abren en éxtasis y revelación.
La negrura de sus ojos ahora es más intensa, como saliéndose de sus órbitas.
-Hora del comprimido... Paracetamol, 10mg. -De espaldas, Estela ofrece la medicación con un vaso de agua a la paciente de la cama ocho.
Como un gato montés, María, desde la cama nueve, ya liberada de sus ataduras, así chiquitita, pero poderosa, se abraza con piernas y brazos a la enfermera de turno, que tambalea. Ruedan al piso. María, la aguerrida paraguaya, hinca sus dientes en el cuello de Estela, expuesto e indefenso.

Punto final.
Silvia relee, satisfecha. Ha escrito desde la cama de hospital. Pronto le darán el alta, dicen.