sábado, 19 de febrero de 2011

Son veces, son cuandos...

Cuando llueve, a veces,
se derrumban las paredes,
cuando llueve, a veces,
crece el pasto,
pero siempre son veces,
son cuandos.
Y siempre debe haber
un yo para que sea,
y siempre debe haber
un tú para contártelo
¿No?

Un día,
cuando coincidan
el camino con la plaza,
me contarás
todo eso que ibas a contarme,
o tal vez, no me cuentes nada,
porque estás en otra plaza,
en otro cantero,
o con otras flores,
o con otras no flores,
en franca contravención
a las normas
¿No?

O tal vez
no me cuentes nada,
y estaremos,
nada más,
como están el árbol,
o el río,
pegados a la tierra,
en silencio,
con la naturalidad
de lo que es
y nada más,
¿No?

Fue un tiempo largo,
me acuerdo,
pero para el final,
me voy olvidando,
como se olvidan
los ancestros,
como se olvida el mundo
de sí mismo,
hasta que queda
sólo una niebla,
que cubre, salvadora,
la semilla que quedó enterrada,
allá lejos, miserable,
la cual brotó y hoy crece
fuerte, hacia el futuro,
Y así, como la brújula,
que irracional busca el norte,
vivimos a diario,
tratando de salvar
un poquito de nosotros,
de rescatar un pelo,
una gota de sudor,
una mirada,
un amor,
una sonrisa,
¿No?

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