lunes, 11 de julio de 2022

MUNDOSILVIA

 Mundosilvia

Ella es mi amiga, sí. Es inquieta, como una niña, aunque ya hace rato que dejó la niñez, la pubertad, la adolescencia; es sexagenaria, más bien está acercándose a la sexalescencia, y se siente en la cumbre de sus logros.

Como el significado de su nombre, Silvia es bosque poblado de árboles en confuso desorden intrincado; es vegetal que se renueva celebrando el sol de cada mañana; es como la parra que no está dispuesta a envejecer y reverdece en cada zarcillo, que crece cultivando su propio estilo y madura en la plenitud del cuerpo y del intelecto. Aprende cada día y disfruta todos los instantes; hace todo aquello que le gusta y deja de lado lo que le incomoda, en toda ocasión, conoce, pondera y sopesa todos los riesgos de los desafíos que intenta.

Cocinaba para su familia ricos platos para saborear con su marido y sus hijas. Tejía combinando los colores de la trama, como un pintor en su tela. Solía bailar ritmos variados y regocijarse con la buena música o la poesía de las canciones. Hacía mermeladas con los frutos silvestres; escribía un guión para un espectáculo de danza, luz y sonido, o un relato, o un poema. Era una poesía ver su jardín rebosante de colores y aromas, cuando hundía sus manos en la tierra fértil. Lo lúdico aplicado con pasión en cada gesto; la tarea docente, la hacía vigorizar, empeñada todo el tiempo, en transformar sus convicciones en acción. Porque ella es maestra, y lo sigue siendo. Leía todo cuanto caía en sus manos, cuando el tiempo se lo permitía o cuando se daba un permiso para tamaños placeres.

Hoy continúa con el mismo ímpetu, más distendida, claro, más libre. Aunque vive sola, no olvida a sus amigas. Con ellas, tras largas confidencia, se destilan gramos de serotonina, y entre los muchachos, otro tanto de endorfinas. Porque Silvia tiene aspecto juvenil, es deportista y es sociable.

Es acuática, serpiente de agua, y es sagitario, es fuego y tiene fascinación por el fuego, aunque necesita el agua para desplazarse con la seguridad que le dan las aguas mansas y claras, no estancadas o turbias, como necesita el amor que hoy tiene y la calma. Porque ella sabe de ternuras y del dulzor de los frutos maduros.

“Mundosilvia” irá desgranando en cada cucharada gorda, una pizca de anécdotas, un condimento de reflexiones, una sazón de emociones agridulces; luego, se irán adobando las pulsaciones de la vida y se estarán tamizando recuerdos para hacer crecer ese bosque y develar los secretos que se esconden tras cada mata, cada enredadera, cada árbol.

Dejar reposar y después servir

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