sábado, 27 de mayo de 2017

Oda a los cuatro elementos

¡Oh, agua, fuego, tierra, aire!
Son los cuatro elementos 
el sustento de nuestro ser en equilibrio.
Tan necesario, tan imprescindibles, 
como la chispa atrevida en la urgencia,
como la piedra fundante de nuestra casa,
como la brisa fresca del razonamiento,
como la serenidad azul de las emociones.
Uno es la explosión de la energía que estalla en luz.
La otra es la verde y sólida redondez de la naturaleza.
El otro flota con nuestros pensamientos, 
sopla la inspiración o el huracán.
Y la última es la memoria del mar,
el sollozo de la angustia o el fluir de la alegría.
¿Cómo sofrenar la intrepidez roja de cada latino de pasión?
¿Cuál será la llave para construir la solidez del futuro, 
sin quedar mustia por el calor del deseo?
¿De qué modo detener el viento incontenible
que persigue la libertad?
¿Y cómo será la forma del agua que soñamos
sin que se escurra entre los dedos?
Son enigmas de la poesía, la retórica de lo cotidiano.
Vivir un plan cósmico y balancerase sin sucumbir.

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