sábado, 20 de mayo de 2017

Despedida

Desde un 2º piso del departamento donde vive su amiga, en Messina, ella se dispone a ver el mar en ese atardecer otoñal. Ahí los ve. Se besan con fervor, como si fuera el final de un gran amor; pero no, piensa, es la explanada del puerto. Está llegando el transbordador para cruzar al continenteÚ
No puede dejar de mirar a esa pareja apasionada, no sin un poco de envidia. Últimamente su matrimonio no anda muy bien. Él, de espaldas,  tiene el saco azul un poco arrugado, lleva una bufanda gris, común, los pantalones , gris a rayas, son los mismos que ella ha planchado esa mañana. Distingue esa cabeza inclinada de prolijo corte, que es la misma que unas horas antes había acariciado antes de su partida... ¡Y sí, es su marido! No puede contenerse y grita con toda la fuerza de sus pulmones:
-¡Eh, tú, grandisimo figlio da putana!
 Y se lanza desde el balcón. No alcanza a llegar al agua y su cabeza se parte en mil pedazos sobre la vereda. 
Esta es la historia del grafitti que está en casi todos los paradores de buses, en los paredones de las estaciones de tren, en los malecones de los puertos, como recordando a los adúlteros y a los infieles de toda Sicilia.

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