martes, 21 de junio de 2011

Cuando la naturaleza manda (en dos entregas)

Cuando la naturaleza manda
La tarde está plomiza y calma. Las clases están suspendidas y se adelantaron las vacaciones de invierno. Como tantos otros adolescentes, Nico y Marcos están desorientados. En la Playa Brava están mirando hacia el oeste. Se entretienen observando ese lago que ahora les resulta extraño; ya no se ven las aguas azules y transparentes, ni la playa de rocas. Muchos metros más allá del muelle, que ahora está tapado, sobre el agua quieta, se ve algo así como una plancha de cemento. Dos barcos anclados parecen adheridos a ella, pero es la arena y la ceniza volcánica que flota inerte. Momentos antes habían caminado por el bosque de la angostura.
-Parece un paisaje lunar -dice Marcos, levantando un puñado de piedra pómez, sopesando su blandura.
-O un bosque en pleno Marte; mirá los árboles grises y con los ganchos caídos -dice Nico.

Es como si en una película en blanco y negro, el director nos hubiera cambiado el verde por el gris y los rojos, naranjas y ocres hubieran sido tapados por una pincelada gruesa y desprolija de un pintor delirante, que se cansó de copiar la naturaleza.
Ellos miran hacia el oeste, como si esperaran una respuesta en el cielo, o a un Mesías. Es como si, tras el resplandor del sol que se esconde, pudieran averiguar qué pasará después, mañana, dentro de una semana. Quisieran preguntarle a la montaña del otro lado de la cordillera ¿hasta cuándo? ¿por qué tanta furia?
-Ayer también se fue la familia de Catalina, porque del otro lado del lago ya pasó el peligro... La vamos a extrañar a la flaca.
-Sí, ayer fui hasta lo que era su casa y no encontré nada de ella, que pudiera recordármela; sólo tablas y chapas encimadas entre la arena y los árboles quebrados -Marcos aprisiona en un puño una piedra, llamativamente más grande que las otras -La guardaré.
-Ya pensé, que cuando todo pase, voy a montar un negocio para vender recuerdos del otoño de 2011, la lluvia de arena y las piedras enfrascadas que cubrieron la playa y el lago... ¿yo qué sé?, fotos y postales con imagenes de antes y después -sonríe Nico con una mueca triste -Vos serás mi socio, porque de algo tendremos que vivir, ¿no?.
Desde el zaguán de su casa, la señora del jefe de correos está sentada, exánime. La impotencia se refleja en su rostro. Ve pasar un camión municipal cargado de arena, un perro extraviado y el camión aguatero. Su casa, de sólida piedra verde trabajada por expertos picapedreros, está resistiendo todavía. Se oyen algunas voces que se pierden entre la brisa, y el chirriar de la arena raspada sobre el asfalto; son las brigadas de voluntarios que intentan limpiar la Avenida Muticias, sacando arena con palas y carretillas.
En la radio a pilas, porque se cortó también la luz hace unos momentos, están dando el último parte del día.
-Continúa el alerta rojo y la emisión de cenizas.
-La fumarola ha disminuido y ahora se alza a sólo dos kilómetros.
-No se descarta que, en su proceso eruptivo, se produzcan nuevas emanaciones y posible liberación magmática por presurización del sistema -afirma un vulcanólogo, del que dicen, tiene probada experiencia en la materia.
-¿Eso quiere decir que va a venir lava? -se pregunta Ema y se amarga más aún. Hace días ha perdido su sonrisa cálida.
-La pluma del volcán está regresando a Chile desde el Océano Pacífico. Podría haber incremento de la actividad volcánica -continúa el técnico del Departamento de Geología y Minería.
-Siguen cancelados todos los vuelos programados hacia la Patagonia -menciona un notero desde Buenos Aires.
-"Un fardo para tu hermano" -es el lema de la campaña de ayuda a los pobladores rurales de la línea sur.
-A lo largo de mil kilómetros, la cordillera de los Andes cuenta con sesenta volcanes apagados -dice otro locutor -Y nosotros, aquí pensábamos que vivíamos en la pampa húmeda -agrega.
-Pronóstico para mañana: probabilidad de lluvias y nevadas en el sector de montañas. Vientos de direcciones variables en orientación e intensidad durante toda la jornada -anuncia el Servicio Meteorológico Nacional.
-Es decir, ahora es la naturaleza la que manda -otra vez Ema le contesta a la radio y una soledad inconmensurable, como lenta agua tibia, la va embargando, cuando comienza a oscurecer.

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