martes, 14 de julio de 2020

Retratos VI

 

El síndrome de Diógenes es un trastorno casi mítico, representado en la figura de Arístides, que conocí. Era el ropavejero que exponía para la venta todos sus productos, en la vereda y en el interior de su local.

Los paseantes de la avenida, solían acudir a curiosear, para asombrarse, por tanta baratija acumulada. Un centímetro emparchado. Un carretel sin hilo. El cuerito partido de una canilla que giraba en falso. El trozo de un caño de fibrocemento taponado de raíces. Un paragüero con un paraguas arratonado. Un sillón-canapé de dos patas, apoyado sobre un ladrillo en forma vertical. Una muñeca de trapo sin ojos. Marcos de cuadros con una pátina de antigüedad y polvo. Un espejo trisado. Un bidet rajado. Un tornillo sin rosca…

Otros ingresaban para cambalachear. Eso sí, había que tener gran habilidad para regatear.

He visto también el calzón que estaba usando su madre cuando murió, a precio prohibitivo.

Hoy pasé de nuevo por ahí. Estaba cerrado con candados. Se alquila, decía el cartel. Pregunté a los vecinos y me contaron que Arístides había muerto hace tiempo en el Neuropsiquiátrico de Córdoba.


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