A veces me salen textos en tono nostálgicos de un
pasado que fue.
Otras, son burlones, casi sarcásticos.
O diatribas lacrimógenas y plañideras.
O especulaciones de insomnio (y yo “sin blanca”)
O espasmódicos llamados a la solidaridad.
Dicen que la gente sufre trastornos psicológicos. Al
momento, sólo converso con los electrodomésticos. ¡Están todos hipocondríacos!
La batidora, por ejemplo, está histérica porque no hay
huevos. Más bien creo que es la ansiedad y la angustia que le oprimen la
garganta.
La tostadora, frenética, escupe sin cesar los panes
renegridos. Sufre ataques de pánico.
La sartén engrasada añora a su churrasco jugoso y
seductor. ¡Bife a caballo, mmmmm!
¿La plancha? Aburrida, sigue inmutable. -¡Qué te pasa,
piba! Y sólo me mira con aires de superioridad.
El freezer está con su habitual frigidez custodiando
los tappers herméticos de abulia.
La secadora llora intermitentes lágrimas sucias de
medias y calzones.
¡Basta ya con esta dialéctica deshilachada!
Termino con discurso escatológico, porque mi perro
está con incontinencias y sufre de agorafobia.
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