El ojo en la tela
Cuando el tedio
cambió de nombre…
Cuando culminó la
hazaña de dejar pasar un día más…
Cuando la ansiedad se
disipó…
Cuando un ojo también
tenía una historia que contar…
Cuando un aire
límpido era una sosegada brisa benévola…
Cuando su ojo se
habituó a la serenidad del ritual de jornadas sin matices…
Cuando asimiló la
quietud y se reconcilió con la pereza de los relojes…
Cuando su pupila dejó
entrar, al fin, toda la luz…
Una ficción, una
burbuja de jabón,
una transparencia
ilusa
rompió el cascarón
tenue del iris
y vimos. Todos vimos
cómo irrumpía un
superhombre
robustecido por las
adversidades,
abriéndose paso entre
la maleza de las pestañas
y emergía, al fin,
para conseguir una porción de libertad.
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