lunes, 3 de diciembre de 2012

En su vaivén me desmadeja

Por algunos sucesos de la vida contemporánea, me represento al mar, casi como un espacio inconmensurable, que me impide ejercer la libertad. En su vaivén me desmadeja y las hilachas de anémona y sirena, se mecen lentas, regulares. Tampoco me deja guardar en los cuéncavos de coral, de madréporas y de cardúmen, mis tesoros de fantasía. Y en su resaca me abandona entre algas malolientes y pedruscos extraviados.
Voy acercándome a la orilla del mar para poder comprobar si estas sensaciones son sólo mías, o también son de los otros. Me acomodo en los huecos de la barranca donde anidan los loros. Sus chillidos y picotazos me acechan. Ellos me ven, aunque los veraneantes que se azotan al sol, no. Mi globo rojo peligra su estabilidad por el acoso de los loros. Vienen a mí las voces dispersas.
-Hay viento de tierra desde el oeste -las olas se entrechocan finalmente y rompen en la arena.
-¡Mirá aquella! ¿Cómo se anima a usar esa bikini?
-Este verano se dieron bien las endivias y las acelgas... también los damascos.
-La ruta está peligros: falta señalización y reparación urgente.
-Allá veo al gobernador y sus acólitos. Parece que están planeando desde Nación, anular los pasaportes vigentes.
-¡Se me escapó la pelota, buscala, papá!
-Los fondos para pasivos...-el ruido que hacen los loros no me deja escuchar.
-Los bañeros están de paro, por eso no izaron la bandera roja. El mar empieza a picarse.
-¡Encontré un cangrejo! Metelo en el castillo... ¡Uy! Se derrumbó.
-Pasame el bloqueador por la espalda, que estoy quedando como camarón.
Porque soy solidaria, voy acercándome a la pelota de colores que cada vez se aleja más. Me propongo buscarla. En cada brazada siempre queda la misma distancia, apenas un metro, y no puedo. Otra brazada y el viento la empuja a ras del agua. Si no calma, aparecerá en las costas de Africa. ¡Y no puedo!
El cielo se ha puesto negro. Ola verde. Ola azul. Ahora se tornas grises y plomizas de cólera. Los veraneantes recogen reposeras, baldes plásticos, palitas, lonas, toallas, bolsos, los equipos de mate, y abandonan a toda prisa la playa. Las gaviotas se hacen un festín con los restos de comida que dejan. Una sombrilla, a trompicones y volteretas, cae al mar. Las hojas del diario del domingo se dispersan volando a ras del agua.
Hay rumor de graznidos de aves marinas. Cormoranes y gaviotines van surcando las olas, desafiando el bramido del mar. Van al encuentro de los hombres de mar, y de su pesca. Y los pescadores lo saben. Algo distinto está por suceder.
Una ola antojadiza cruza frente al navío. Los pequeños peces y cornalitos hoy no suben a la red. La sucia espuma fosforescente se adhiere a la popa. La fuerza de los brazos compiten con la red empeñada en resistir. Lo huelen en el aire y en ell viento recio que les pega en las caras curtidas y les sopla ese olor a resaca de obas destruidas y de corales desprendidos.
Ahora, como una carcajada sarcástica, el mar sacude a las barcas, para humillarlas en su pequeñez, entre el flujo y el reflujo de ansiedad, en el vértigo de las marejadas sin tiempo y en el alboroto de las aves que huyen en escándalo de alas y chillidos.
Mar adentro se ven las barcas de pescadores que navegan de lado, de popa, de proa, en un torrente que se empina, se dilata y las crestas se rizan como la crin de un caballo al galope, hierven y fluctúan como el fuego.
Desde un mástil que aún se mantiene erguido alcanzo a escuchar órdenes, quejas, lamentos.
-¡Salvémonos! -el movimiento de la entraña hirviente arrecia.
-Si perdemos la carga escasa, no importa. Al menos, lleguemos a la costa.
-Es un castigo divino -remolino de despojos fugitivos.
-No de Dios. Es la furia de los pescadores en paro, porque nosotros no adherimos. En el puerto habrá violencia, después.
El espectáculo es un girar de tablas, de peces ahogados, de matas y de algas, brincando y sumergiéndose en el tumulto oscuro, sin retrocesos, hasta que las barcas embican una tras otra, en la playa, entre los restos flotantes, como el mar hubiera vomitado su excrecencia en su paroxismo final.

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