Colgado de un barranco
duerme mi pueblo blanco…
Joan Manuel Serrat
¡Cómo no visitar los pueblos blancos de la Provincia de
Cádiz! Vejer de la Frontera, está erigida sobre un monte alto, a orillas del
río Brabate, que no puede ver el mar. Encandilan las casitas de blanco
inmaculado al contrastar con el cielo azul esplendoroso.
Si de contrastes se trata, cerca de la Judería y los
molinos de viento, la silueta de una mujer misteriosa, la cobijada, sorprende
con su manto negro y saya, que cubre todo su cuerpo y deja al descubierto uno
de sus ojos, el izquierdo. Dicen que debajo lleva enaguas blanquísimas y
encaje. Podría pensarse en un burka, pero la leyenda cuenta que Rachid le
construyó un castillo a una vejarana, ya que antes la había llevado a su pueblo
árabe y debía usar chador. En Vejer debía “cobijarse”. El vestido no es de
origen islámico, sino castellano de los siglos XVII y XVIII.
En el centro histórico amurallado se conserva el
castillo, que data del 711, cuando Vejer cayó en manos de los musulmanes. Dos
veces volvió a los cristianos, hasta que definitivamente, cinco siglos después,
se expulsó a los mudéjares. La historia cuenta que hubo revueltas y batallas,
como la de Trafalgar en el sigloXIX, cuando la flota británica venció a las
españolas y francesas. Durante la instauración de la 2º República Española, el
pueblo se constituyó como municipio español. La cobijada es el símbolo por
antonomasia.
Bien lo dice la canción “Pueblo blanco”, los jóvenes van
tras el sueño de irse muy lejos, y los viejos, desean morirse en paz. Hoy se
está combatiendo el estancamiento demográfico por el auge del turismo. Al
trajinar por las callejuelas empedradas y angostas, los únicos jóvenes que
deambulan son turistas, por el mercadillo de abasto o la Torre del Mayorazgo.
Los viejos esperan dormitando al sol, en cercanías del Convento de la
Concepción o por las Iglesias.
En el bar “Caminito”, una pareja de argentinos ofrece
auténticas empanadas típicas, pizzas, tostas de tomate, albahaca y aceite de
olivas, cervezas y café. Ellos lo nombraron así, por pura nostalgia. Y por
curiosear, supimos que el traje de la cobijada se usa actualmente durante las
fiestas patronales que se festejan en la Plaza de España. El Museo de
costumbres y tradiciones lo atestigua.
Enfrente, una posada, “La bien pagá” nos recuerda la
canción de Sabina. Muy cerca, el monumento con reminiscencias islámicas,
homenajea el legado de la lengua para la configuración del origen del
castellano.
Ya cae el sol y es hora de cobijarse. Por mi parte, me
doy por bien pagá.
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