jueves, 10 de octubre de 2013

Eternidad

Piedra burda y torpe que se desbarranca
hasta partirse,
y es geoda brillante de las eras.
Piedra acanalada, 
atada a los tientos de la historia,
que bolea las patas de los caballos cimarrones.
Piedra rústica, canto rodado
que rodó y se redondeó
a lo largo de los siglos.
Bosque petrificado,
estalactitas de las minas,
estalacnitas de los ciclos.
Piedra distraída que una vez,
hizo tropezar al caminante.
Una y otra vez,
cuando sólo miraba el horizonte lejano.
Piedra de los condenados,
que desaparecen en el fondo de las aguas.
Piedra de los senderos
que engalanan los jardines y envilecen
las miguitas que señalan el camino del terruño.
Piedra de las hondas que no perforan ruiseñores,
pero fulminan palomas y gorriones.
Piedra de una cultura, piedra de los incas.
Piedra sobre piedra de la gesta evangelizadora.
Piedra de los incas, abajo.
Piedra de los inca-paces, encima.
Piedra pepita de oro
que cuelan los afiebrados con sombrero y asoleados
en la orilla de los ríos.
Piedra eruptada del cráter,
lava candente que pule los talones y
los juanetes de las señoras.
Piedra pulida ónix, rubí, lapislázuli,
que enjoya las vitrinas de Villa Lajoyosa.
Rodocrosita y esmeralda,
ágata y turmalina
que enciende el cuello de las cortesanas,
con la plata del Perú,
los antebrazos de las presidentas,
con el oro de la ciudad perdida
y el anular de las prometidas.
Piedra souvenir del muro de Berlín.
Piedra musgosa de los castillos y las albercas.
Piedra caliza, polvo, tiza y tiempo.
Piedra lisa y laja de los cementerios.
Piedra de los museos y de los antropólogos,
algas calcificadas.
Piedra del picapedrero
que construye mausoleos y lápidas.
Piedra partida, raspador y punta de flecha
de los picaderos a la vera del río.
Piedra fundamental
de los púlpitos y los proscenios.
Piedra filosofal
que estrella
el pensamiento y las conjeturas.
Hipótesis, tesis y validaciones.
Tiemblan los científicos y los silogismos.
Piedra chiquita que molesta en mis zapatos
y entorpece el caminar.
Piedra de los vándalos sobre el puente,
que triza los parabrisas.
Piquetes de las carreteras y cubiertas humeantes.
Cristales rotos de los comercios y
vitrales de las iglesias.
Piedras minúsculas que de tanto deambular,
abonan las dunas del desierto
que el viento alisa.
Hasta hoy, la eternidad.
Ahora, he logrado quitar
el último grano de arena
de mi sandalia agujereada.


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