Es un ataque a
la intimidad,
cuando la
libertad es amenazada.
Una inquietante
premonición,
un aliento
metálico.
Frío de
desamparo.
Eco del miedo
en la callada
tibieza del refugio
que tiene olor a
bunker.
Vigilancia y
control inminente.
Una insoslayable
verdad.
Así como un
jarrón roto
pegamos los
pedazos
para reparar la
vida.
Como el tronco
añoso de la hiedra,
nos aferramos a
la pared
cuando en la
noche se entristece el silencio.
Para otros, la
sobrevivencia
es sólo
participio pasado.
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