miércoles, 14 de octubre de 2020

De amores y poder

 

 

Historias de conspiraciones, amores y amoríos, cabildeos palaciegos, desavenencias de todo tipo en la búsqueda del poder político, económico y social.

Hyde Park en Londres es uno de los más grandes parques reales, construido por el Príncipe Alberto en homenaje a la Reina Victoria, por mantenerse en el poder por sesenta y cuatro años. A su vez, la estatua del príncipe está cuatro veces bañada en oro. Por amor, dice el guía. ¿Por amor? O ¿por amor al poder? Entonces me mira de soslayo y no responde.

Cuentan que un ladrón entró a la habitación de la reina, quien con sus 91 años, necesitaba mezclarse con la plebe, lo convidó con un vino, como para fogonear la charla (que duró largo tiempo) y espantar la soledad y el frío del palacio.

El Puente de la Torre, el más singular de todos los puentes sobre el Támesis, es color verde, imitando el color de las butacas de la Cámara de los Lores. Representa también una historia de traición y adulterio. En la Torre de Londres, conocido como Big Ben, Ana Bolena fue decapitada, luego de largo tiempo en prisión. Ella era la amante de Enrique VIII, casado con Catalina de Aragón, luego desplazó del trono a la española. La “mala perra” le decían. Con sus intrigas logró la ruptura con la Iglesia Católica e instauró la Iglesia Anglicana, quedando el rey como jefe, y como si fuera poco, generó la unión con Gales.  Historias de fantasía victoriana dicen que “vuela el fantasma de la Bolena en la forma de cuervo”. Curiosamente, hoy en la torre de Londres funciona la Aduana. ¿Amor al poder? Tengo la respuesta.

-“Le Gravoche” fue el restaurant preferido de Lady Di. –Otra vez pienso en amoríos, pasiones, y en la liberación femenina.

Hoy el Támesis luce sereno y azul. En lo alto se yergue la Rueda de la Fortuna, comúnmente llamada “London Eye”. Hay una interminable fila de turistas deseoso de observar la ciudad desde las alturas.  Por el contrario, me atrae más ver la réplica de uno de los barcos emblemáticos que vencieron a la armada francesa y española. La columna de Nelson, el capitán, recuerda esa victoria en Plaza Trafalgar.

Desde el Parlamento Westminster, en la orilla norte del río, vemos el centro político del país y el Big Ben. Un grupo escultórico de siete cuervos cautivos custodia la corona. “Si la Torre de Londres pierde sus cuervos o vuelan lejos, la Corona caerá y Gran Bretaña con ellos”- dicen.

Cruzando hacia el lado sur, el puente Westminster tiene 55 pilares para prevenir futuros ataques. Queda sólo para circulación de peatones.  En 2017 fue el atentado por terroristas islámicos.

Hay que hacer una pausa. La comida en un pub frente al río consiste en cordero con brócoli guisado, patatas y endivias. Ya recuperadas las energías, es hora de ver Londres actual.  Ojear el Backingham Palace, a la hora del cambio de guardia es una verdadera atracción.

En el corazón del lado este, la vida de la ciudad fluye con todo su esplendor cuando cae el sol. Por debajo, el metro de Londres. El Teatro de Alberto, construido en 1871 por el príncipe, es una sala de conciertos de prestigio internacional. Imagino la 9º de Beethoven y el Cirque du Soleil más el Ballet Nacional. Se mezclan las voces de Pavarotti con Rod Stewart, Plácido Domingo con Ella Fitzgerald y los conciertos de la BBC de Londres.

 En Picadilly Circus comienza la gran vía, comparada con la 5º Av. de N. York. Brilla el aluminio de la estatua de Eros y el Palacio de Cristal. London Pavilion es la zona de los teatros, cines y espectáculos, Trocadero, Majestic, y por Harrods Place no veo a Tom Jones, ni a Pink Floyd. Allí surgió el movimiento Punk. Todavía pueden verse algunos representantes.

Me alejo de la zona de pubs del centro y prefiero ver una típica taberna del Barrio de Chelsea, frente al club. No desechamos la cerveza en la barra,  para acompañar la charla con los lugareños que nos cuentan historias. Mareada ya, las imágenes no se detienen: el beso de Lady Di con el príncipe Carlos en un balcón de Harrods. Las escaleras mecánicas. Abby Road y los cinco de Liverpool. El brillo de oro del Angel de la Justicia. El Soho y los homosexuales. La Catedral de St. Paul y la misa con la estatua de la Reina Ana. El pub de Amy Whitehouse. Las boleterías donde se vendían los tickets para el Titanic. Las caballerizas reales. Las torres de vidrio donde viven Tom Cruise y Naomí Campbell… una pluralidad increíble.

Me duermo con la satisfacción de haber vivido tan ricas experiencias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me gustaría conocer sus opiniones, percepciones y comentarios de las páginas de mi blog.