Equilibrio ecológico
La crisálida ya es una coqueta
mariposa.
Con gestos de sorna y liviandad
juega a los bolos con la hipocresía.
Llena de ruidos todo el silencio.
Con vientos de gel, engomina las
tristezas.
Ha perdido el tren furtivo de la
espera.
Tiene la manía inevitable
de apartar la vista de los relojes.
En el almanaque de la vida,
Ya no borda el mantel verde de la
esperanza.
Hoy, muñeca desencajada y frágil,
gime a la orilla del camino.
Sin sospecharlo siquiera,
una serpiente inmisericorde
la engulle despacito, y con desdén.
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