domingo, 21 de julio de 2019

Cosas de árboles


Cosas de árboles
Crecí recta como un junco, pero quise cambiar.
En mi juventud, he querido ser una buganvilla violácea o una Santa Rita morada, que esparciera su perfume por los aires, que mostrara su belleza por doquier. He sido eso hasta que me plantaron junto a un muro que no me dejaba ver hacia afuera. Tan insistente fui que, por una hendidura en la pared, logré salir, aunque mi cuerpo se hubiera retorcido con dolor.
Mientras fue posible, alegré con mi colorido el pasear de los transeúntes que me admiraron. En mi copa cuneiforme hubo elípticas aves que llenaron mi cabeza de quimeras. Eso no bastó, sin embargo, hasta que una fuerza poderosa me soltó para viajar donde mis sueños me llevaran, en completa libertad.
Hoy no soy más una Santa Rita. Hoy soy el tronco enorme, rugoso y oscuro de un fuerte roble que escarba buscando las raíces más profundas, y la humedad. Ya encontró las cepas que alimentaron sus nervaduras, ya dispuso sus semillas primorosamente y ahora, bien aferrado, ve pasar la vida sin flores, sin pájaros y sin sabia. Y lloro… ¿o es el rocío de la madrugada?

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