martes, 25 de septiembre de 2018

Por el despeñadero

Los chillidos de las aves nocturnas, y otro, más agudo, parten la piedra que ahora rueda por el despeñadero.
Un viento gélido, rozando la madrugada y dos nubes negras anticipan la premonición.
Ella atendió a los últimos parroquianos en el bar, como todas las noches. Alcanzó a escuchar: "Esa chiquilla tiene que ser nuestra, compadre". Todavía retumba y la tortura, esa voz aguardentosa, mientras asciende por la barranca en zig-zag.
Dos bultos entre el ramaje y un puñal, brillan iluminados por un pedacito de luna.
Se esconde entre los matorrales, sube y sube, tropieza con un tronco podrido y cae sobre la hojarasca húmeda.
Como desde tiempos inmemoriales, el canto rodado sigue deslizándose.
Un cuerpo inerte y las prendas ensangrentadas sirven como testimonio.
Abajo, ya comienza la faena del puerto fluvial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me gustaría conocer sus opiniones, percepciones y comentarios de las páginas de mi blog.