Un charco de nostalgia.
Un tobogán de inquietud.
Una poza de penas.
Un campo de rastrojos olvidados.
Han caído las hojas.
Se desnudaron los álamos sobre nuestras sillas.
Una tristeza amarga reposa en ellas,
y me dice que no volverás.
Las primeras nieves, como un manto de olvido,
van tapando nuestro secreto.
Arriba, la luna turca y una estrella
despiden la noche desdichada.
Quedó olvidada una manta que cubrió
ese amor fugaz y ahora sé.
La verdad duele,
pero la mentira o la verdad a medias
duele siempre.
Los copos blancos siguen cayendo,
imperturbables.
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