sábado, 1 de octubre de 2016

Antídoto

Tengo un amigo limeño, "el causita", quien desde siempre anduvo al borde del abismo, arriesgando su vida, escalando sueños. Y escribe "con calma, sin miedo, sin vergüenza"
Tengo otro amigo mexicano que le escribe a las "musas feas" (y a las otras) apostando al amor, "jalisciando" en gerundios y neologismos, que desafía a Dios, de puro transgresor que es.
Tengo otro amigo, el de Salamanca, que cura los males de la gente de su pueblo con medicinas y con poesía. Escribe odas (¿o antiodas?) al vómito. "Hay vómitos que dan vértigo"..."Vómitos amarillos de canuto"..."Vómitos en los portales"... Son epitafios con iracundia.
Lo cierto es que los tres, sin duda, quieren descargar sus mochilas y vaciar sus lados oscuros, para transitar caminos llanos o tortuosos, en ascenso o en descenso, los que vengan. El primero, rescata con palabras su devoción por la vida y el amor por todos los que hacen felices sus días. El segundo, quizás, tiene que pedir perdón por su secreta poligamia y otros entuertos. El tercero, tal vez, quiere purificar los pecados y las rencillas.
Escribir compensa las pérdidas y las ganancias, como el debe y el haber de la realidad y la fantasía, equilibra los daños y las bonanzas con la vara de la justicia y balancea en una telaraña las tristezas y las alegrías.
Y acá estoy, con la mano siniestra descansando en un colchón de hielo, palma arriba, palma abajo, para hacer bajar la hinchazón. Es que me ha picado una avispa carnívora, una "chaqueta amarilla" germánica y me ha inyectado su veneno. Todo porque, como de costumbre, ando metiéndome en donde no me corresponde, "metiendo la pata" (esta vez la mano). Y como soy diestra, neutralizo con la palabra, como ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me gustaría conocer sus opiniones, percepciones y comentarios de las páginas de mi blog.