martes, 4 de junio de 2013

La víe en rose.

El puente de Aleixandre está cortado en ambos extremos. Hay manifestaciones; unos, en defensa del matrimonio gay, y otros, "par contre"
En las puertas del bar "Le procope" del Quartier Latin, circulan los turistas. Se detiene porque le llaman la atención los retratos de tres hacedores de la revolución francesa. Ella mira, alternativamente, la carta publicada en el ingreso, y la calle de la Antigua Comedia, donde tres chicos bailan hip-hop, espectáculo a la gorra. Le entusiasma el aroma que despide la exquisita cocina francesa y se le hace "agua la boca" el gallo al vino, aunque los precios la desaniman, tanto que ya se le está pasando el hambre.
Por el lado del teatro de la Opera, viene zigzagueando, copa en mano, un alemán que destila alcohol por todos los poros, y de su boca salen palabras gangosas e ininteligibles. Ella piensa "Tengo que ingeniármelas para conocer la historia que se guarda entre las paredes del "Procope". Una intriga le pincha la piel, al tiempo que la curiosidad le hace rasgar esos retazos de historia, que parece vibrar todavía en el ambiewnte, mientras el rostro adusto de Danton, Marat y Robespierre la observan.
-Pardon ¿Por qué se llama "Le Procope"? -En un impulso desmedido, le pregunta al mozo que está atendiendo a unos comensales en la vereda.
-Es por Procopio dei Coitelli, un veneciano que fundó este mismo restaurante en 1686.
Se queda pensando y escudriñando el interior, donde alcanza a ver un retrato de Voltaire, y al lado, un homenaje al banquete de los poetas.
La pareja de simpáticos franceses, que parecen habitués de Saint Germain des Pres, al notar su interés, la invitan a su mesa. Ella, maquillado al estilo María Antonieta, viste, sin embargo, ropa cara de las Galerías Lafayette. Él es un apuesto anciano parisino que apoya la galera y su bastón en la silla contigua.
-Sí, acepto. Sólo quiero conocer anécdotas de la historia de la revolución francesa, esos detalles que me servirán para motivar a mis alumnos en las clases de historia.
Él, monsieur Sarraute, se presenta y agrega que es pariente lejano del poeta; ella, Marie Louise, despliega toda la telaraña de arrugas en su rostro blanco, se limpia cuidadosamente los labios rojos , y sonríe con los ojos azules pequeños.
.Brindemos por este encuentro -dice monsieur.
Ella bebe con moderación, pero por momentos se extralimita al escuchar con atención esas sabrosas historia.
Se dice que aquí se reunían los principales políticos, periodistas y escritores. Era habitué en aquella mesa, Monsieur Diderot, que escribió los manifiestos de "La Enciclopedia", y también Monsieur Guillotín, quien creó ese verdugo mecánico. Se sentaba en aquel rincón, para dibujar.
-Eran todos jacobinos, al parecer.
 -¿Sabes por qué se llamaron jacobinos? Porque todos ellos se reunían en secreto en el convento sobre la calle San Javobo, hasta que la Guardia Nacional los descubrió, entonces venían a comer aquí y a tramar sus intrigas. Era el Club de los Jacobinos.
-Que se unieron a los "Sans culottes" en contra de los girardinos -ella aporta- Todo eso dice la historia, y además aprendí algo más en el Palacio de Versalles.
-¿Has visto el Palacio de María Antonieta? -pregunta Marie Louise, la de los ojos sonrientes -Dicen que era una mujer muy dilapidadora de la riqueza, que se hizo construir un palacio en los jardines de Versalles, porque no soportaba tanta servidumbre deambulando por palacio. Sin embargo, muy pocas veces lo habitó.
-Lo cierto -continuó él- es que Francia estaba passando por una crisis financiera muy profunda, había descontento social y desestabilización política -Ya su voz estaba tan gangosa, como la del alemán de la calle. Las expresiones en francés se hácian cada vez más agudas - Tráiganos, una creppe de orange y chocolate, garzón.
 -Y después, tú sabes, el asalto a la Bastilla, Luis XVI y su familia, huyeron a Las Tullerías, y vino la reunión en el Campo de Marte y la masacre. Danton no apareció más por aquí y se fugó a Inglaterra. Marat permaneció escondido.
-¿Y Robespierre?
-¡Ah! ése hizo guillotinar a todos los opositores... Se dice que más de cuarenta mil personas fueron víctimas del terror....
-No se díce "ése". Era Maximilien -Marie Louise lo corrige.
-Fue una agradable velada. Aprendí tantas cosas... -dice ella despidiéndose.
Monsieur Sarraut se coloca el sombrero, ayuda a su esposa con el abrigo, se despiden de la profesora, con dos besos cariñosos, toma su bastón y se van tomados del brazo hacia el Sena.
Todavía los artistas callejeros siguen bailando y haciendo piruetas. Ella se sienta en el cordón de la vereda y se pregunta por los oprimidos de hoy, por las injusticias, por los inmigrantes, por la corrupción, por la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, por las ideas de la razón, la igualdad y la livertad, mientras ve sobrevolar, como tres querubines culones por el cielo de París, a Montesquieu, Rousseau y Voltaire, que con gesto enfurruñado, se preguntan por las monarquías de hoy.
Ella se una a esos pensamientos y ve al rey Juan Carlos cazando elefantes en Bostwana y a la reina Isabel II festejando su sexagésimo aniversario como reina británica. Ve a Guillermo Alejandro y a Máxima en su fiesta de coronación. No puede dejar de pensar que, si bien Máxima es argentina, pero vive en Holanda, en su país no hay monarquías, pero todos son unos reyezuelos de opereta que representan el poder y lo ambicionan cada vez más, y su corte de pacotilla va creando terribles divisiones sociales. Un séquito de apludidores los acompañan.
Sigue  caminando y una ráfaga insolente le levanta la pollera; ella se cubre por delante y otro torbellino le lleva la falda por encima de su cabeza.
-¡Pero miren, si Marilyn Monroe anda paseando por París!
-Vale un trago, muchacha -un español la invita y se van, champagne en mano, hacia el Pont's das Arts. Al pasar por un café se oye a Edith Piaff cantando "La víe en rose", y bailan.
Tal vez surge un amor de primavera y dejan un candado en el barandal. Es como una premonición, porque las esculturas de "El beso de Perseo" y de "Amor y Psique" se han escapado por un ventanal del Louvre. El palacio de Las Tullerías destella todo su esplendor sobre el río. Desde lejos, tal vez desde Notra Dame, el gorrión de París canta "No me arrepiento de nada"
La ciudad bulle; los chorros de colores en el cielo y en el Boulevard de los Campos Elíseos, parecen indicar que reina la paz.

toma su bastón y se van tomados del brazo hacia el Sena.

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