jueves, 5 de julio de 2012

Hasta me había cogido cariño.

En la barra de madera lustrada y lisa (tantos parroquianos se habían acodado ahí para matar las penas), un gitano en una punta, y un compadrito en la otra. El primero mira al otro y luego de apurar la copa, se acerca con paso lento y dubitativo. Antes, se asegura que el varón recio y engominado no lo vaya a rechazar también. No está dispuesto a aceptar otro nuevo fracaso. Los tengo vistos a estos especímenes.
El boliche ya está quedándose solo; los mozos van subiendo las sillas sobre las mesas cuadradas, no sin antes repasar con la rejilla húmeda, las manchas de café o de copas. Se han retirado ya las mujeres y esos sub-hombres de mala muerte, que suelen concurrir al bar; han cerrado la puerta de entrada y ya comienzan a barrer todo el salón.
-Te vi y no más pensar. No te lo vas a creer. Este chulo ha recibido un mogollón, igualito al mío.
-Tenés razón, pibe, y no me voy a cabrear. Siempre hay un roto para un descosido. Si se te ve en la jeta, nomás -Se alisa las crenchas, lo mira desafiante y vacía la ginebra de un solo trago. -¡Eh, José! -llama mi atención y señala con el dedo el vaso vacío, para que lo vuelva a llenar.
-De momento, que estoy pa' chascos nomás, te voy a decir que soy un tontaina y un gillipollas, y que se me suelta la lengua cada vez que tomo un par de copas -el último ajenjo ha dejado en el vaso un jugo verde como la hiel.
-Metele nomás, purrete, que ya te juné de entrada. Desembuchá -prende otro faso con el pucho todavía humeante, que casi rebalsa del cenicero de vidrio cachado. Otro de chapa de la marca de un fernet, se enfría también repleto.
-¡Fíjate que si ha llovido...! que mucha agua ha corrido debajo del puente, que ni hoy que es viernes me he ido de putas. Esta última bronca con la Lola me ha dejao así - se señala las tristes pilchas, el "funyi" entre las manos, arrugado y maltrecho -que hasta me duele la tripa, te digo.
- Si no es la tripa, será el bobo, porque pa' esto del amor... creo que es una pena de amor, es ahí adonde se te hace un "struncio". Seguro que es un berretín. Ya va a pasar, porque a las minas les gusta hacernos "estrolar" y después disfrutar de sólo vernos, como piltrafas, como zaparrastrosos. Asi estoy yo, pero ahora no te voy a contar.
-Estoy fatal. Es que las tías son de la hostia. ¡Joder! -para darse ánimo pide otra copa.Y yo, que la veía venir, ya estoy presto con el porrón de ginebra, atrás del mostrador.
-Vivíamos en un bulín hace como dos años. Bueno, pues, ya te digo, y estábamos de puta madre los dos, porque fijate, hasta me había cogido cariño y yo me había propuesto vivir con ella hasta los restos. Pero ahora, ¿qué tía va a enrollarse conmigo, así como me ves?
-Algo así me pasó con la Fany -un gordo lagrimón comienza a caer por la cara lampiña y cae en un periquete. Da un puñetazo brutal, hasta hacer tintinear el botillerío expuesto en la estantería. Y eso lo digo yo, que me dieron ganas de asestarle un mamporro, hasta dejarlo muermoso, pero no. Un cantinero tiene que atender bien a sus clientes, y tenerles la vela.
-Hay mucho chulo de vida estrecha, mucho bocazas, mucho cabrón suelto, y le fueron con el cuento. Que yho andaba con una guarra de ésas del estriptis y que después, entre polvo y polvo... y luego,.. -entonces se calla y no me puedo contener.
-Una verdadera putada -le digo.
-Dale, viejo, convidanos con una caña. No amarroqués más, que esto se está poniendo posta. Vos sos mi gomía, no?
-Hay que tener cojones pa' aguantar. Me preocupé por lavarle la cara a la pieza cochambrosa donde vivíamos. Me pirrraba para vivir mejor. Que bocatas de gallinejas, una tortilla, unos pescaítos fritos... ¡Qué gloria bendita!  Todo me costó un huevo y parte del otro, hasta que me fui quedando sin un puto duro y anora... vamos por el culo.
-Cuando empiezan las broncas, te empezás a mosquear -agrego un bocadillo, mientras les lleno las copas.
-Hasta que la sangre llegó al río -el compadrito enfila pal ñoba. Yo sé que no va a poder embocar y me va a chorrear todo de meos, y después hay que tirar criolina pa' desinfestar.
-No, nunca llegó al río. Que dormir sola es igual que no tener nada, decía y yo la follaba despacito, y no le alcanzaba -El gitanillo tiembla y llora a moco tendido. Entonces les alcanzo dos fecas.
-¡Pues, quita de ahí! -grita - Ruina total. Yo sé que lo hizo aposta. Empezó a ponerse como bandera y a salir. Na' que no tiene palabra, ni seso, ni nada adentro, y decía que yo era un tacaño y un celoso...
-Ya sé cómo sigue la historia -el temblinque del malevo hace vibrar el aire. Aunque creo que éste es un cafiolo, porque de su dedo meñique, el que levanta para tomar el café, brilla un oropel -A mí también me pasa algo parecido. Mal de muchos, consuelo de tontos.
-De tanto cariño que le tenía, empecé a cogerle manía. ¡Hay que tener cojones!... de pura coña que es, se le olvidaron las agujetas, se convirtió en un pedazo de bruja, una arpía. QUé más te puedo decir. Todo eso ya me lo sudaba... y se enrolló con un chavalejo forrado de pasta, de esos fotógrafos que andan en las corridas de toros.
-Fin de la historia- me apuro a decir -José, llevá a estos dos hasta la puerta y ponele tranca. El olor de aserrín y kerosene va impregnando el salón. eo por la ventana que los dos van del bracete, sosteniendo sus penas por el medio de la calle mojada. Ahora se  paran a descansar junto a la farola de luz mortecina.

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