jueves, 13 de abril de 2023

MIENTRAS NADO, NADA.

 

 

¿Vieron que hay una expresión que sirve para cortar una conversación, como si se dijera etcétera, o tal? A veces se usa para iniciar una reflexión. Se dice “nada”, como si no hubiera algo positivo que contar. ¿Cómo “nada? Si pasó de todo, todas situaciones buenas y otras no tanto.

La cuestión es que cuando me harto de todo esto, voy a nadar, para aislarme del mundo superfluo y de plástico.  Nado para pensar, para sentir sensaciones un tanto olvidadas. Y me inspiro; en pileta, nado, porque en aguas abiertas, no. Es peligroso. ¿O es miedo? Las aguas marrones y cálidas, de pronto son turbulencias de las palometas que te pueden morder un tobillo, el dedo gordo del pie, los talones, cuando a grandes brazadas, quiero escapar. O de repente, un cocodrilo camuflado entre los camalotes de la costa, te puede tragar sin piedad.

Soy friolenta y además me gusta ver el fondo celeste que ondea con la claridad exterior y con cada brazada me estiro, respiro. Acquawoman, cabalgo en un hipocampo gigante que desafía las tormentas y los remolinos, como el Quijote luchando contra los molinos de viento. ¿Trastornada yo? Mejor, ciclotímica. Exhalo y las burbujas van dejando una estela de ilusiones; cuando vuelvo a tomar aire escucho las voces del entrenador y la gritería de los chicos de la colonia de vacaciones. Vuelvo a sumergirme.

Lo bueno es que estoy en buen estado, pero una cosa me aterra; el infierno de la conciencia es un incendio que no logro combatir. El agua plácida me aquieta los estados alterados, y sigo. Ya estoy apurada. Vuelta americana, me impulso y ya quiero salir para escribir todo lo que las musas me van contando.

Estiro los músculos satisfechos y cansados y ahora veo, desde el ventanal; los copos cayendo mansamente. Las palabras estarán cubriéndose con el manto blanco. Entonces corro para atraparlas, todas esas que fueron amasándose en mi mente, mientras nadaba. Las acaricio, las abrigo y las llevo adentro. Así salen mis emociones escondidas, los recuerdos, las culpas, los deseos y todo ese mundo exterior que observo, que me embronca, que da risa… (que no es “nada”) ironizo, invento ficciones y ahora sí, las palabras van a llenar la hoja en blanco, que paciente, me está esperando.

Las desentumezco, las decoro, las condimento y salen textos poéticos, mordaces, acusatorios. ¿Ven? Todo mantiene a raya la salud mental y el equilibrio con la salud física. Así que no tengo miedo a la vejez. Me convierto en una vieja sabia que no vivió debajo de un felpudo o encerrada en una cúpula de cristal. Una vida intensa con todos los claroscuros, como es natural.

Ahora toca fortalecer el trípode de lo social, para que los mensajes lleguen a los lectores y en ese ida y vuelta, podamos ser puro pensamiento, pura reflexión, pura emoción. Interpelo y sé que lo lograré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me gustaría conocer sus opiniones, percepciones y comentarios de las páginas de mi blog.