El encierro es como una mortaja en una película en blanco
y negro. La nostalgia, los desencuentros en una ciénaga, se parecen a las
alimañas nocturnas que arrastran a sus víctimas, hasta lóbregas madrigueras.
Atreverse a ingresar en una caverna oscura con una
antorcha en la mano el iluminar su interior es descubrir el amor y el odio, las
utopías, las locuras, las esperanzas y las desdichas, los destellos y las
sombras, la muerte y la vida. Y osar, al
fin, a mirarla sin rencor y con libertad.
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