lunes, 24 de junio de 2019

Armonteña y rociera



Así  se presenta, con orgullo esa andaluza, que, aunque blanca y rubia, es mora gitana. Con su mirar azul nos envuelve y nos abraza cuando recita esos versos preñados de amor por su tierra. Transmite el puro sentimiento de ser sevillana . Es una cajita de sorpresas que se abre a cada paso, un capullo de flor silvestre  que nace en el arenal de su tierra nazarena.
Ella es un cascabelito, un sonsonete que deja aroma de azahar y menta a su paso. Pizpireta y colorida mariposa que merodea por los más bellos versos y por las romerías. Y si de fervor se trata, nadie como ella para a su virgen adorar y “saltar la reja”. Virgen del Rocío que ofrece sus dones a los feligreses y da alegría en las romerías. Y allí está ella, la rociera, para pedir por sus deseos.
De cintura cimbreante, resiste, como el junco, que se dobla pero siempre sigue en pie. Contagia algarabía sin mirar a quién.  Hasta mí  llegó el perfume de nardo y claveles en el faralá de sus faldas cuando baila una soleá.
 Prestancia y fuerza en un solo compás que penetra en lo más profundo de mi “arma”.

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