jueves, 25 de enero de 2018

Enero

Fue en la época en que las dunas eran acariciadas por el viento del sur. Un calor abrasador obligaba a darse un chapuzón en el mar. Era también la ocasión de disfrutar de un amor de verano. Salado y pasajero, como el vaivén de las olas. Bajamar y pleamar. Luna llena al atardecer asomando tras las barrancas. Noches alocadas de rock, guitarreadas y fogón en la playa. Besos y arena. Despertar al alba cuando el sol comenzaba a calentar en el hueco de la caleta. Era verse, descubrirse y amarse en libertad. Tiempos inolvidables. 
El hombre hacía cuentas y pensaba que él fue concebido en enero y en similares circunstancias. El mismo sol, el mismo mar. Por eso entiende a su madre, que siendo tan joven tuvo que casarse, y a su padre, a que obligaron a tan grande responsabilidad. Ser padre a sus veinte años.
-Me sentía un paquete que llevaban de acá para allá, cuando se separaron, -le contaba al viento. Una carga pesada para mamá, un compromiso para papá.
Y hoy, viendo que su hijo se preparaba para vacacionar con amigos, en moto, en enero, a la aventura, sintió la necesidad de hablarle antes de su partida. Pero no. Se recostó en el sillón-hamaca y decidió que no. Cada cual vive sus propias experiencias. Después de todo, y a pesar de todo, "su Luca", no salió tan mal. Un chico atractivo, fuerte, atlético, estudioso, sin complejos. Seguramente las chicas en ese verano la seducirían; él sabría cómo proceder.
¿Y si fuera un frío enero al otro lado del océano? 

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