viernes, 10 de febrero de 2017

Decálogo de la prudencia y la templanza

He aprendido que es preferible hablar de algunos asuntos, así de insulsos, si queremos evadirnos para no mostrar qué se siente.
  • El extraño estupor de las calandrias.
  • La discrecionalidad de los eufemismos y la clepsidra.
  • La estatura del miedo de los delincuentes, cuando la muerte se escucha y se huele.
  • Los andamiajes subterráneos del castor y sus devaneos.
  • Una pintura estremecedora de los que caminan al borde del abismo.
  • La sensualidad de las vizcachas o la hibernación del/la tortugo/a.
  • Cuando algo se interrumpe en un click del teléfono.
  • De los arrepentimientos y las imprudencias del lobo aullando a la luna.
  • Morderse la lengua para que no salgan las verdades que hay en el colador de un corazón herido.
  • De oblicuidades y escondidos seretos que emanan el perfume de labios desconocidos y oxidados.

De cualquier tema, pero no me prives del calor de tu presencia. 

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