Me llamo Perla como el nombre del
centro de detención de Neuquén la cuestión es que llegué a la Patagonia justo el 24/3/76 dos días seguidos viajé en
tren me había acostumbrado al paisaje amarillento de comienzos de otoño y los
ojos azules se tornaban en grises como cuando cambia el tiempo y sí las nubes
cubrían casi todo el entorno y sólo se veían esas pertinaces flores amarillas
que crecen entre el canto rodado y en las grietas de las piedras como si fuera
la última exhalación de ésas que son para mirar porque emanan un fuerte olor
acre sacudidas por el viento y si las tocás te ponen las manos pegajosas porque
no se deben cortar ojo! de improviso la estación se había teñido de verde
militar nada entendía porque durante el trayecto mi mente estaba ocupada con la
huida y la carta dejada a los viejos que ya a esas alturas se habían enterado y
estarían sufriendo porque había elegido vivir un horizonte de amor o realmente
escapaba … la chuparon a Elda cállense hijas de puta por el teléfono… y una vida profesional traía en
el equipaje el flamante título y las esperanzas
y vinieron los cacheos cuando el soldado vio el documento y mi nombre me
auscultó con desconfianza y tiró al tacho de basura para ser quemado el único
libro que llevaba el que recomendaba cómo leer al Pato Donald y yo no sabía que
también estaba prohibido y la revisión exhaustiva de los bártulos y las miradas
sospechosas mientras los pobladores me observaban con la exasperante pasividad
que da la calma y la aridez del paisaje ¡Ah! lo que más extrañé era no ver el
verde de la llanura y el fluir de las aguas corriendo mansas allá pero acá el
viento constante todo lo secaba y los cardo rusos rodaban a merced del viento…
un tratamiento facial hacía el arenado en seco sobre la piel y para proteger los
ojos unas gruesas antiparras y la nariz cubierta con un pañuelo parecía una
terrorista chiíta cuando iba a trabajar a la escuela agarrada de las paredes
para que el viento ululante exasperante no me estampara una vez o correr hasta
la vereda de enfrente la de la estación de tren de Plaza Huincul para que no me
degollara el cartel metálico de chapa y pintura que se bamboleaba
peligrosamente terminé de cruzar y cayó primero uno y después los otros álamos
uno a uno cuando había logrado adelantarme y los gatos petroleros seguían
impasibles subiendo y bajando y una podía pensar que abajo muy abajo fluían
ríos de petróleo negro espeso mientras circulaban las camionetas petroleras y
los obreros del gas con sus mamelucos engrasados ahora me acuerdo de las
profesoras de la escuela técnica esposas de los directivos me observaban desde
sus hombros altaneros la ropa que llevaba que no era lujosas como la de ellas y
nunca acepté tomar el té a sus casas porque había escuchado cómo criticaban en
la sala de profesores al día siguiente el mantel y la vajilla con la que
servían el té en la casa de la anfitriona las tacitas cachadas viste y las
servilletas que no hacían juego con el mantel ¡ah! me acuerdo que cuando
tomábamos exámenes de Lengua llenaba sólo con mis iniciales mi nombre los otros
renglones los ocupaban ellas con sus dobles apellidos de rancia estirpe ya me
había acostumbrado a usar el disfraz de profesora trajecito oscuro de pollera y
blazer nunca pantalones porque también estaba prohibido y después correr a ponerme
cómoda e ir hasta el predio del hogar de niños para ver el único chorrito de
agua que chorreaba a borbotones con olor a azufre ahí es cuando más añoraba los
ríos de mi litoral y el verdor de sus campos y los gatos seguían subiendo y
bajando había también otros gatos en los prostíbulos de la ciudad petrolero que
maullaban llorando y compadeciéndose de la vida que les tocó y las lágrimas de
cocodrilo les corrían el maquillaje grotesco después oía en la madrugada gritos
frenazos alaridos y botellazos por la Av. Del Trabajo cuando estaba terminando
la batahola los ingenieros borrachos volvían al Hotel Alfa para descansar unas
pocas horas antes de sacudirse la resaca y reiniciar la dura tarea en la
construcción del acueducto o las quinientas viviendas, o en los campos
petroleros… y el viento el viento que todo lo arrasaba hasta la juventud se
ajaba en los rostros curtidos que ocultaban quién sabe qué vida anterior y el
chofer de la empresa no podía superar las pesadillas cada noche volvían y se
despertaba gritando sudoroso porque volvía a oír los aullidos de los cuerpos
amarrados con piedras grandes que eran arrojados al lago San Roque cuando él
hacía la colimba… un regalo de la vida fue el nacimiento de mi hija en la foto de
presentación en sociedad se ve la barba frondosa y la pipa del papá y yo
jovencísima atrás el Pozo Nº 1 y el Citroën azul constrastando con el panorama
gris y otra foto del zanjón que quedó después del aluvión y la soldad la Pasto
Verde y ahora me acuerdo de la primera estampida social y Teresa Rodriguez … y
yo tenía miedo que me robaran a la beba o que se quedara sin madre…por aquellos
tiempos soñaba con aguas turbulentas y cenagosas ahora son aguas cristalinas y
hago la plancha y veo el cielo azul y soleado y las montañas con toda la
lujuria de colores y hablando de agua tengo mucha sed porque tengo la garganta
seca. Un vaso de agua, por favor.
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